30 de abril de 2006

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]L[/fusion_dropcap]os movimientos obreros de Acción Católica: JOC (Juventud Obrera Cristiana), MTC (Mujeres Trabajadoras Cristianas) y HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica), en esta celebración universal, queremos sumamos en esperanza a que «un mundo mejor es posible»; nos unimos a la tristeza y angustia de todas y todos los trabajadores y sus familias, especialmente de quienes sufren la falta de empleo o soportan situaciones de trabajo que degradan su dignidad e imposibilitan una vida digna.

Son de verdadera preocupación, tristeza y angustia los datos recogidos en distintos periódicos locales. En Castilla-La Mancha, el pasado año, «más del 90% de los contratos fueron temporales». En Albacete estuvimos en las mismas cifras. Por tanto, el porcentaje de los contratos indefinidos fijos fue tan solo de un 8%. La precariedad salarial existe en algunos sectores. En Castilla-La Mancha ganamos menos y trabajamos más horas que los y las trabajadoras del resto del país. «Algunos empresarios prefieren seguir avanzando en la competitividad mediante la precariedad en el empleo, en vez de invertir en estabilidad del empleo» (Estos datos son dichos por Carlos Pedrosa, Secretario General de UGT de Castilla-La Mancha, al periódico «El Pueblo de Albacete», domingo 26 de Marzo de 2006).

En «La Tribuna de Albacete» (domingo 16 de Abril de 2006, en la página 38 en Formación y empleo, paro registrado por provincias: «Albacete, 25.534 parados»). En el periódico «Global Castilla-La Mancha» (Albacete, jueves 23 de Marzo de 2006), puede observarse que en 2005 crecieron los accidentes laborales, se declararon en Albacete 7.565 accidentes en el centro de trabajo con baja, 7.487 leves, 72 graves y 6 mortales. Alrededor del 2% de estos accidentes (138) fueron accidentes de tráfico en el trabajo habitual. A su vez, se comunicaron 446 accidentes en el trayecto (al ir o volver del trabajo), de los que 430 fueron leves, y uno mortal. Son datos de los que se informó en la reunión de la Comisión Provincial de Seguridad y Salud celebrada el pasado 17 de Marzo.

Estos acontecimientos, entre otros a nivel mundial, ponen de manifiesto dónde este sistema economicista pretende imponer su fundamentalismo, dejando en la cuneta a muchos millones de personas. Rechazamos esta cultura que hace ver como «normales» las situaciones de injusticia, ya que «cualquier forma de materialismo o economicismo que intente reducir al trabajador a un mero instrumento de producción, deshumaniza la esencia del trabajo, porque la persona es la medida de la dignidad del trabajo (Compendio de DSI, 271).

El encarecimiento de la vivienda, de los alimentos, de los combustibles y energías, de los transportes, etc., junto al recorte de algunas prestaciones sociales y el consumo desmedido, están asfixiando las economías de muchas familias del mundo obrero que a duras penas, pueden llegar a fin de mes. Son las personas jóvenes, los emigrantes y las mujeres, los colectivos más afectados por esta lógica capitalista. Las dificultades que los jóvenes encuentran a su derecho a un trabajo y a «un techo» en condiciones dignas, les está impidiendo planificar y construir su vida personal y social; muchas mujeres viven la desigualdad en el trabajo, no pueden conciliar su vida familiar y laboral, y realizan una doble jornada laboral; otras son víctimas de trabajos serviles o de violencia doméstica; y muchos emigrantes viven en situación de precariedad y de pobreza, después de haber dejado su familia y su país, incluso con riesgo de sus vidas.

Esta situación repercute en la familia. En este año en que la Iglesia va a celebrar el V Encuentro Mundial de las Familias, l@s militantes obrer@s cristian@s queremos denunciar cómo la flexibilidad generalizada impuesta a los trabajadores y trabajadoras, por las necesidades de producción y consumo, está rompiendo la vida familiar.

La movilidad geográfica está impidiendo las relaciones familiares, culturales y sociales; la flexibilidad horaria impuesta está destruyendo el tiempo de vida familiar y social, dificultando la atención afectiva y formativa de los hijos y el cuidado de los mayores, o dependientes. Tal y como plantea la encíclica Laborem Exercens: «La familia ha de constituir uno de los puntos de referencia más importantes según el cual debe formarse el orden socio-ético del trabajo humano».

En este primero de Mayo, nos unimos con la Iglesia a todas las personas que permanecen fieles en un compromiso de servicio al mundo obrero en sindicatos, partidos, asociaciones, comités de empresa, etc., con el fin de mejorar las condiciones de vida y trabajo, e invitamos a participar en los actos que convoquen. Entre todos, jóvenes y adultos, mujeres y hombres, creyentes o no, podremos poner las bases de una sociedad más justa para todos, las de una gran familia: la de los hijos e hijas de Dios.