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31 de diciembre de 2008

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Mensaje del Papa Benedicto XVI en la Jornada Mundial de la Paz 2009

[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]C[/fusion_dropcap]on este tema recoge el Papa la reflexión que su predecesor Juan Pablo II hizo en 1993, de cómo las desigualdades sociales estaban ofendiendo a la dignidad humana y estaban, a su vez, comprometiendo el poder conseguir un auténtico y armónico progreso de la humanidad.

Partiendo de este contexto, cuando intentamos combatir la pobreza, dice el Papa, hay que tener en cuenta el fenómeno complejo de la globalización. Así pues no basta ver lo que digan los economistas y los sociólogos. Hay que tener en cuenta también la dimensión espiritual del ser humano y saber que estamos llamado a construir una gran y sola familia humana.

VER NUESTRAS POBREZAS

En esta perspectiva, hemos de tener una visión amplia del concepto de pobreza. Además de los pobres materiales, hay otras pobrezas que llevan a un llamado “subdesarrollo moral” que son fruto, a su vez, de un “superdesarrollo” .

También hay que tener cuidado con los llamados impedimentos culturales para el desarrollo, puesto que cuando se olvida la dimensión espiritual del hombre, pueden desencadenarse dinámicas perversas que hunden a las gentes en una mayor pobreza. El Papa hace recuento de estas dinámicas que en vez de arrancar la pobreza, la aumentan.

  1. El crecimiento demográfico: A veces se ha intentado la eliminación de millones de niños, no nacidos, en nombre de la lucha contra la pobreza. Hoy se constata cómo pueblos superpoblados emergen como potencias económicas, y entre las naciones más avanzadas, prosperan más aquellas que más población tienen. Así pues vemos por la fuerza de los hechos que la población es una riqueza, no una pobreza.
  2. Enfermedades pandémicas (malaria, tuberculosis, sida). No se puede condicionar la ayuda a la puesta en práctica de políticas que van contra la vida. Tratándose del sida hay que afrontar los problemas morales. Hay que educar la sexualidad en conformidad con la dignidad de la persona, algo, que en algunos sitios se está haciendo con fruto. Hay que poner también en manos de los pueblos pobres esos tratamientos médicos supercaros, no vale apelar a la propiedad intelectual. Los hallazgos de la ciencia deben llegar a todos.
  3. La pobreza de los niños. En las situaciones de pobreza, los más indefensos son siempre los niños. Pero el cuidado del niño conlleva el cuidado de las madres. Es necesario el acceso a las vacunas, al agua potable, a la educación. El Papa apela a la defensa de la familia. Dirá claramente que allí donde no se tutela a la mujer, ni a la madre, lo están pagando los niños.
  4. Desarme y desarrollo. Es preocupante, dice el Papa, la magnitud del gasto en armamento. No es de recibo que dinero que debe ir a proyectos de desarrollo se quede en armas. Esto va contra la Carta Magna que proponía un gasto mínimo. De esta manera el armamento se convierte en factor de inestabilidad entre los pueblos, creando bolsas de subdesarrollo y desesperación. Los poderes públicos deben tomar nota de esta contradicción en que caen, cuantas más armas, menos desarrollo.
  5. Crisis Alimentaría. En principio no faltan alimentos, lo que falta es que muchos no los pueden adquirir por esos fenómenos especulativos del comercio. Hacen falta instituciones que puedan gestionar estas necesidades y emergencias. El cambio tecnológico está haciendo que los productos industriales sean cada vez más caros, y las materias primas y los productos agrarios cada vez más baratos. Dicho de otra manera, los ricos cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.

¿CÓMO LUCHAR CONTRA LA POBREZA?

  1. Hace falta una “solidaridad global”. Hace falta una solidaridad política y moral, es necesario un código ético común. Es urgente que todos sientan en su alma el dolor de los desheredados. La Iglesia tiene la misión de concienciar en este sentido.
  2. Hace falta un “nuevo comercio internacional” y un nuevo tipo de “transacciones financieras”. Es necesario que todos puedan entrar en el mercado, y que el sistema financiero tenga una mirada al bien común, no a corto plazo, cada uno a lo suyo; pues esto lleva al fracaso, como lo estamos viendo el las crisis actual. Hace falta una cooperación de lo económico y lo jurídico. Hay que formar personas en una cultura de la iniciativa, No basta con distribuir lo que haya, es necesario crear rédito si se quiere luchar de verdad contra la pobreza.
  3. Finalmente hay que “dar protagonismo a los pobres”: a) Hace falta una correcta lógica económica (una llamada a los poderosos del dinero); b) una correcta lógica política; c) una correcta lógica participativa. El desarrollo es un fenómeno cultural y debe hacerse desde las sociedades, desde los mismos pueblos que deben ser los protagonistas. Esa globalización no puede quedar en dar ayudas, subvenciones, sino en acompañar a las personas en el desarrollo de las comunidades.

CONCLUSIÓN

Los pobres no son un problema, un fardo pesado, sino al contrario una oportunidad. Es imposible construir una casa dorada para algunos si está rodeado por un desierto o un infierno de pobreza y sufrimiento. Hay que luchar para salvar a todos. Salvar al hombre también en su dimensión espiritual. La Iglesia aboga por una “solidaridad activa”, que no sólo intenta distribuir lo superfluo, sino cambiar modos de vida, de producción y consumo.

Termina el Papa recordándonos lo que sigue siendo incontestable, el axioma según el cual: “combatir la pobreza es construir la paz”.