10 de noviembre de 2013
|
109
Visitas: 109
[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]A[/fusion_dropcap]ntonio Ríos Sarrió es sacerdote salesiano, médico psicoterapeuta, especialista en terapia de familia y pareja. Ha venido a la parroquia de Las Angustias de Albacete, para hablar de claves para ser feliz en familia: qué podemos hacer para ser lo más feliz posible dentro de las dificultades que se presentan.
– Se dice que la familia está en crisis, pero lo cierto es que le damos mucho valor a la familia ¿verdad?
* Sí. Yo insisto mucho en que hay crisis… no de familia, sino del modelo de cómo se vivía en familia hace unos 30 años. Hemos ido pasando de un modelo casi único que había, la familia tradicional, a una diversidad de modelos, pero esto no significa que haya crisis de familia. Todos necesitamos vivir en familia. Es una necesidad antropológica de todo ser humano, de necesitar a alguien que te ame, alguien que te quiera y alguien a quién amar. Y en esto es fundamental la familia.
– ¿Puede darnos algunas claves para vivir feliz en familia?
– Primero, es muy importante que aprendamos a vivir bien con nosotros mismos, es decir, la armonía personal. Aquí hay que incidir un poco, porque venimos de modelos culturales, sociales y educativos donde no se ha enseñado esto fácilmente. El hombre y la mujer de hoy tenemos que aprender a estar bien, a cuidarnos, a escucharnos, a atendernos. A continuación, la segunda clave es estar bien en pareja, para que luego se pueda estar bien en familia. Es muy difícil que una madre o un padre puedan educar bien a sus hijos si ellos no están bien. De igual forma, es muy difícil que una familia funcione si una pareja no funciona bien. Si una pareja no es feliz, no se respetan entre ellos, no dialogan, no tienen un consenso a la hora de educar, de pautas y de criterios… es muy difícil que una familia sea feliz.
– Cada miembro de la familia es muy importante para que ésta funcione bien.
– Por eso insisto mucho en que la familia es una entidad compuesta por elementos y según cómo estén éstos: padres, madres, hijos, va a funcionar la familia. Si los elementos no funcionan bien, no están a gusto, no saben cómo dinamizar sus relaciones, la familia entra en una disfuncionalidad y en una situación muy delicada, muy compleja, por eso la felicidad de la familia está muy condicionada a la felicidad de las personas que la componen. Es muy importante que la persona esté bien y que la pareja esté bien, para que la familia esté bien.
– ¿Cómo mantener la felicidad de la pareja a lo largo del crecimiento de los hijos y de la adolescencia?
– Esta es de las claves más importantes. Hay que aprender a no diluir la relación de pareja en la relación de familia. Y no hay que renunciar a un mínimo cuidado personal por ser pareja o por ser familia. Sí que es verdad que cuando no tenemos hijos todo es más sencillo, porque realmente tenemos tiempo para nosotros: personalmente y para la pareja. Los hijos van a condicionar nuestro tiempo y atención, eso es ineludible y hay que aprender a que eso es así. También es verdad que los hijos son la fuente de sentido más grande de la vida, pero puede pasar que la relación de pareja se olvide por atenderlos y cuidarlos. Por los hijos te vas olvidando de la pareja y de ti. La clave está en que la relación de pareja se siga teniendo y siga buscando su tiempo y espacio, cuidando mucho la expresión física, sexual, y la comunicación verbal.
– Entonces, otorgar tanta importancia a los hijos y a la dinámica familiar puede pasar factura a la relación de pareja.
– Sí. Al cabo de diez o doce años en los que se ha ido descuidando la relación de pareja, se suele entrar en crisis seria y esto es lo que a veces nos encontramos en la consulta, con crisis de pareja. No es que se hayan llevado mal, pero se han ido descuidando y al cabo de los años… ¡cuánto tiempo sin mirarnos! La pareja es fundamental, es el eje donde pivota el engranaje de toda la familia. Para mi es de las realidades que más hay que cuidar en la actualidad. En la charla que hemos tenido aquí, he visto familias que con sus dificultades crecen desde su realidad y hemos hablado de Dios, que se encarna en la familia.