13 de abril de 2008

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«TE NECESITO»

La conciencia cada vez mayor de la necesidad de orar por las vocaciones es un dato constante en la historia de la pastoral vocacional. El papa Pablo VI instituye en 1964 la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se ha venido celebrando ininterrumpidamente, cada año, en el IV domingo de Pascua, domingo del Buen Pastor.

Por tanto, ésta es una Jornada de Oración por todas las Vocaciones; de sensibilización de toda la comunidad cristiana ante este problema y de compromiso por hacer crecer en la fe nuestras comunidades cristianas para poder impulsar «una cultura vocacional» donde la llamada de Dios pueda ser respondida.

Este año el tema que el papa Benedicto XVI propone en su Mensaje para la reflexión es el de «las vocaciones al servicio de la Iglesia-Misión». En orden a la campaña se ha traducido en «Te necesito». La Iglesia, nos dice el Papa, «es misionera en su conjunto y en cada uno de sus miembros». El mandato de Cristo alcanza el corazón mismo de la Iglesia. Todos somos necesarios en la obra de la evangelización. Todas las vocaciones han de estar al servicio de la Iglesia-misión.

El Señor quiere contar con nosotros. Necesita nuestras manos para seguir bendiciendo, nuestros labios para seguir hablando, nos necesita para seguir salvando a los hombres nuestros hermanos.

El joven cristiano y la vocación
Cualquier joven responsable se plantea el futuro de su vida: piensa en una profesión, si va a fundar una familia, etc.

Un joven cristiano también se plantea la vida, pero preguntándose: ¿Qué espera Dios de mí? Sabe que Dios quiere la felicidad de cada persona y es capaz de dársela. Vocación significa «llamada»: es lo que Dios está llamando a cada uno.

Por la fe estamos todos llamados a vivir la vocación cristiana: ser testigos del amor de Dios en nuestro ambiente, en el trabajo, la familia, etc. Pero hay tres formas de vivir la vocación cristiana:

  • La vocación de laicos: Los cristianos que ejercen una profesión, viven en medio de la sociedad, se casan normalmente, fundan una familia y en todo tratan de construir el mundo según los planes de Dios.
  • La vocación sacerdotal: Los cristianos que reciben el sacramento del Orden para hacer presente a Jesucristo mediante la predicación de la Palabra de Dios, la celebración de los Sacramentos y el cuidado pastoral de la comunidad (parroquia, grupos, etc.). Para ello se preparan en el Seminario durante seis años y ofrecen su vida en una dedicación total, renunciando a constituir una familia y optando por el celibato consagrado a fin de imitar a Jesucristo y servir más plenamente a todos.
  • La vocación de vida consagrada: Consagrar la vida al servicio de Dios y de los demás, mediante la ofrenda de los tres votos o consejos evangélicos, a imitación de Jesucristo: la pobreza, la obediencia viviendo en fraternidad y la virginidad consagrada. Esta consagración se puede vivir de dos maneras:

– Institutos de vida religiosa: Viven en comunidad y son variados, porque cada uno actualiza y se fija en algún aspecto de la vida de Jesús: la oración (los monjes y monjas contemplativos), el servicio a los pobres, la enseñanza, las obras de misericordia, la predicación (religiosos y religiosas de vida activa).

– Institutos seculares: Se parecen a los religiosos en que profesan los consejos evangélicos, pero se parecen a los laicos en que trabajan y viven en medio de la sociedad, sin llevar distintivos, sino distinguiéndose por su entrega y radicalidad evangélica a fin de santificar el trabajo del mundo y las relaciones sociales.

Tanto la vocación sacerdotal como la vida consagrada suponen optar por el de celibato por el Reino los Cielos. No se renuncia al amor. Se experimenta el amor de Dios, se le elige a Él como el Amor absoluto de la vida y se ama a los demás por amor a Dios.