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29 de noviembre de 2015

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Las personas sin hogar no son noticia. En pocos medios se recogen las agresiones a quienes viven en la calle. El frío del invierno sí puede conseguir alguna página que dedique unas líneas a esta realidad que no queremos ver. Vivimos ajenos al sufrimiento físico y moral de millones de personas, “los nadies”, “los invisibles”, personas que no tienen techo donde cobijarse, donde construir expectativas, donde calentarse, dormir, soñar, curarse las heridas cotidianas… personas a las que se ha privado de todos sus derechos.

La fractura social se ha ido ensanchando y se ha producido un debilitamiento del estado de bienestar debido a los recortes y al endurecimiento en el acceso a derechos básicos. Esto sitúa a la población en una franja de mayor vulnerabilidad social, aumentando el riesgo de llegar a encontrarse en situación de sin hogar. A lo largo de los últimos 5 años Cáritas, junto a la Federación Europea de Organizaciones que trabajan con Personas Sin Hogar, ha formulado peticiones como la creación de un Pacto de Estado por la Inclusión Social, que disminuya la burocracia administrativa, un sistema de ingresos mínimos garantizados; un Sistema Nacional de Salud universal, gratuito y accesible y la ratificación de la Carta Social Europea revisada de 1996, donde se incluye el derecho a la vivienda. Este año 2015 afirma que “Nadie sin Hogar es posible”. Para ello son necesarias políticas sociales que pongan a la persona en el centro y apuesten por la garantía de accesos a derechos básicos, así como una sociedad que se implique en compromisos que supongan respuestas transformadoras.

A día de hoy no se ha conseguido acabar con el sinhogarismo, pero sí se ha sembrado una semilla que centra además parte de la acción de Cáritas. “Nadie sin Hogar es posible”, es el motor y el horizonte que mueve a la acción. Es un reto y un compromiso que supone un camino de posibilidad, porque el ejercicio universal de la dignidad humana es posible.

En la actualidad hay más de 30.000 personas que viven en la calle. Por ellos, pero sobre todo, con ellos, se pide que nadie duerma en la calle; que nadie viva en alojamientos de emergencia por un periodo superior al necesario; que nadie resida en alojamientos temporales más de lo necesario y que nadie abandone una institución sin alternativa de alojamiento. Durante el 2014, Cáritas Albacete atendió a 304 personas sin hogar, desarrollando acciones encaminadas a cubrir sus necesidades bá­sicas (alojamiento, alimentación, salud e higiene) y facilitar su recuperación personal. Ser agentes movilizadores de esperanza supone denunciar, exigir y reclamar los derechos de las personas en situación de mayor exclusión, en este caso son las personas sin hogar.