23 de marzo de 2016
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]E[/fusion_dropcap]l obispo de Albacete, Ciriaco Benavente, junto con gran parte del presbiterio diocesano celebraron el miércoles santo en la Catedral, la Misa Crismal.
Comenzaba la eucaristía con la entrada de los sacerdotes por la Puerta Santa de la Catedral. En este Año de la Misericordia se unió esta celebración con el jubileo sacerdotal.
En la homilía el obispo recordaba a los sacerdotes y a todos los asistentes que Jesús nos dijo “Id y predicad”, pero también “Id y curad”. Nos encontramos con muchas personas heridas: las enfermedades del cuerpo y las del alma: el desamor, los matrimonios rotos, la angustia por los hijos que no encuentran futuro o tuercen el sendero, el paro, el terrorismo. En esta sociedad herida los hay que están más heridos: los inmigrantes y refugiados, los cristianos perseguidos, las víctimas del terrorismo, los encarcelados, las mujeres maltratadas, la gente sin hogar, los enfermos psíquicos o depresivos, los pecadores abrumados por el peso de sus pecados.
Tras la homilía los sacerdotes renovaron las promesas que hicieron el día de su ordenación. Después se bendijo el óleo de los catecúmenos y de los enfermos y se consagró el santo crisma, que posteriormente se comenzó a distribuir por todas las parroquias de la diócesis para ser utilizados en los sacramentos del bautismo, la confirmación y la unción de enfermos.
Esta celebración en la víspera del Jueves Santo es signo de la unión fraternal de los presbíteros con su obispo.