2479

2479

2 de septiembre de 2014

|

139

Visitas: 139

Mañana miércoles 3 de septiembre, a las 11.00h, el Obispo de Albacete, D. Ciriaco Benavente Mateos, celebrará en la Catedral la Misa conmemorativa en el 64º aniversario del nacimiento de la Diócesis de Albacete. 

La Diócesis de Albacete fue creada por la Bula Apostólica “Inter Praecipua” del 2 de Noviembre de 1949, ejecutada el 3 de septiembre de 1950, como sufragánea de la Archidiócesis de Valencia, con territorios que hasta ese momento habían pertenecido a las Diócesis de Cartagena (la gran mayoría de las Parroquias), Cuenca (7 Parroquias) y Orihuela (1 Parroquia). Todo el territorio pertenecía a la provincia civil de Albacete, aunque no toda la provincia civil de Albacete era Diócesis de Albacete en aquel momento inicial. El día 5 de mayo de 1955 tuvo lugar la Solemne Dedicación de la Santa Iglesia Catedral de Albacete. El día 25 de Julio de 1966 se anexionó a la Diócesis la parte de la provincia civil que aun pertenecía a la Archidiócesis de Toledo, coincidiendo desde entonces provincia civil y Diócesis. Por Decreto de la Congregación para los Obispos de fecha 28 de Julio de 1994 fue segregada de la Provincia Eclesiástica de Valencia y agregada a la de Toledo, Archidiócesis que incorporaba así todas las provincias civiles que corresponden a su división autonómica civil. Este Decreto fue ejecutado el 30 de Octubre de 1994 en la Catedral de Albacete.

Entrega del anillo episcopal del Concilio a la Catedral de Albacete
Durante la Misa conmemorativa de mañana el Sr. Obispo entregará a la Catedral de Albacete el anillo episcopal de D. José Delicado Baeza que junto a otras pertenencias fueron donados por la archidiócesis de Valladolid tras el fallecimiento de D. José.

El anillo tiene particular interés histórico pues D. José Delicado lo recibió como regalo de D. Arturo Tabera, primer obispo de Albacete, en su ordenación episcopal. Se trata del anillo que con ocasión del Concilio Vaticano II fue regalado por el Papa Pablo VI a todos los obispos participantes en el que ha sido el gran acontecimiento eclesial del siglo XX. Es un anillo de plata dorada, de sencillo diseño, con las imágenes de San Pedro y San Pablo,  regalado a cada uno de los Padres conciliares, como signo de pobreza, humildad y servicio, y de unión mutua y con la Cabeza en el ejercicio de la autoridad episcopal. Su presencia junto a la Virgen de los Llanos será un testimonio precioso de la historia de la Diócesis y un signo de gratitud y de eclesialidad.