14 de abril de 2019
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En este Domingo de Ramos, hemos hablado con el sacerdote de nuestra Diócesis, Mons. Jesús Rodríguez Torrente, Asistente Eclesiástico de Ayuda a la Iglesia Necesitaba en España, para conocer, de primera mano, la situación, hoy en día, de los cristianos perseguidos.
Jesús, ¿cuál es tu tarea dentro de Ayuda a la Iglesia Necesitada?
Mi tarea, dentro de la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), es la de Asistente Eclesiástico nacional. La fundación tiene en su sede central, y yo estoy impulsando en cada delegación particular, la figura de un asistente eclesiástico que coordina todo la visión religiosa, teológica y espiritual de la Fundación en todo lo que realiza. Siguiendo el carisma del P. Berenfrid y las indicaciones del Papa, doy formación a empleados, voluntarios y, en la medida que puedo, a los benefactores. Organizo eucaristías, vigilias y actos religiosos según el tiempo litúrgico que vivamos. Y estoy atento a todas las problemáticas que puedan darse para dar una orientación a todos los que la solicitan.
¿Somos conscientes los cristianos de España de la Iglesia perseguida?
En general, en España, no somos conscientes de lo que supone la Iglesia perseguida. Conocemos noticias, pero no estamos informados ni sabemos cuánto es el alcance. Muy pocos conocen el informe de libertad religiosa y la implicación que tiene en los distintos países, como por ejemplo Pakistán, Centro África, Nigeria, Egipto y un largo etc. de 61 países. Desconocemos la realidad de la persecución física-violenta, pública, mediática o el descrédito y la falta de libertad para vivirla.
¿Qué podemos hacer?
Lo primero es informarnos bien. Conocer bien, y en profundidad, cuál es la dificultad de nuestros hermanos cristianos, sus ritos y la persecución que están sufriendo. A la vez, conocer el papel que están haciendo los cristianos y cómo ayudan a sus hermanos. Debido a la situación de Iraq y Siria hemos conocido algo más de la persecución. Pero casi nadie sabe qué está ocurriendo allí y como están viviendo los cristianos. Estamos acostumbrados a noticas del momento, sin casi contenido, que nosotros deberíamos conocer. Después, orar. Nos piden que recemos siempre por ellos y que demos soporte desde la oración. Finalmente, ayudar. Dar de lo que tenemos. Son nuestros hermanos y no podemos dejar de ayudarles para reconstruir, animar, desde el Evangelio, y dar sentido y presencia de la fe en medio de sus países.
Y los cristianos expulsados vuelven a su tierra
Los cristianos expulsados vuelven en parte. Por ejemplo, en el caso de Iraq, de todos los que marcharon de la Llanura de Nínive, sólo han vuelto un 30%. Muchos han emigrado, abandonando todo, a países donde se sienten libres y seguros: a Suecia, Australia, EEUU, Holanda. Una parte más pequeña, a Francia y Alemania. La gran mayoría se ha quedado cerca de los campos de refugiados: Líbano, Jordania, o Erbil. Y un 30% regresa. En este momento, el Isis no está erradicado del todo y tienen miedo de volver a salir con lo puesto y perder todo. Pero, conforme se acaben de reconstruir las casas y se den servicios a la población, creemos que, al menos, regresarán un 50% o más. El valle de los cristianos de Siria ha recogido a muchos cristianos de Alepo y alrededores. De esta zona, creemos que sí regresarán más número porque no han salido de su país sino que se trasladaron de lugar. Pero es difícil vivir la persecución, vivir en un campo de refugiados y volver con tantas incertidumbres.
Háblanos de tu testimonio de vida, rostros, palabras con que te quedas…
En estos años que llevo en AIN, la verdad es que me es difícil señalar un testimonio o un rostro. Son tantos y tan diversos, que me resulta difícil. Si tuviese que elegir, os presentaría a Rebeca. Una mujer secuestrada por los BOKO HARAM. Secuestrada con sus dos hijos. Por no convertirse a la religión musulmana, mataron delante de ella a su hijo de 7 años. Después, la vejaron y violaron constantemente y ella rezaba el rosario, de sus labios sólo salía «AVE MARÍA». Pudo escapar con el hijo que le quedó y uno que los violadores le engendraron. Tuvo la tentación de abandonar al hijo fruto del mal y… no, lo llevó con ella, encontró a su marido y, junto al Obispo de su Diócesis, está aprendiendo a perdonar y amar a su hijo, al que ha bautizado como Cristóbal. Cree que puede ser el fruto del perdón y la paz. Reza sin parar y lucha para que la fe no se pierda. Rebeca te mira de frente. Sonríe y jamás deja el rosario de su mano. Tanto perdón en tanto amor. Pero podría hablaros de tantos de China, de Pakistán, de Centro África, Egipto, Siria, Iraq, Irán… tantos mártires y tantos que cada día, manteniendo su fe, sin miedo, nos gritan: ¡NO DEJÉIS QUE OS ROBEN LA FE!