18 de diciembre de 2016
|
152
Visitas: 152
Estamos llamados a aprender a vivir en común, a convivir en paz, a hacer posible la justicia, la fraternidad entre todas las personas que vivimos en esta casa común que nos acoge a todos.
Bajo el lema “Llamados a ser comunidad”, Cáritas invita a la sociedad a activar su compromiso y a convertirse en eje transformador. Solo dejando huellas de justicia en nuestro entorno a través de pautas de vida, podemos construir un mundo más solidario y sostenible con las personas y con el medio ambiente.
Ahora, en Navidad, celebramos el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, que se hace de nuevo vida entre nosotros, en cada uno. En ese momento, la Campaña de Cáritas pone especial énfasis en recordar cómo estamos llamados a construir desde lo nuevo, desde la novedad y sencillez de un Dios que se hace humanidad y nos recuerda que todas las creaturas somos hijos e hijas, hermanos y hermanas. Este es nuestro punto de partida para ser comunidad, para construir una nueva sociedad.
Cáritas trabaja por la justicia, pero la caridad trasciende esta, y no se trata de solo de dar a cada uno lo suyo, sino de dar lo “nuestro” para compartir con el otro lo que tenemos y lo que somos. Cáritas nos llama a tejer red, a sumar trabajos, sueños y metas, que es como realmente se puede hacer comunión con los demás. Esa es la llave que nos permite entrar en otros mundos posibles donde fluyen corrientes de amor, justicia, fraternidad, que transforman y alimentan la esperanza de las personas.
Objetivos
A través de la campaña “Llamados a ser comunidad”, Cáritas lanza una propuesta para ser en común y para combatir esa indiferencia y adormilamiento que caracteriza a la sociedad actual. De esta manera se marca los siguientes objetivos:
– Sensibilizar sobre la importancia de aprender a vivir en común en la realidad global de nuestro mundo. La movilidad humana, característica de nuestro tiempo, nos lleva a la necesidad de convivir personas de distintos lugares, culturas, religiones. Las migraciones forzosas nos obliga a acercarnos a la realidad de estas personas y a poner en marcha nuestro compromiso. Todos tenemos derecho a vivir dignamente y a desplazarnos por la aldea global.
– Tomar conciencia de la responsabilidad del cuidado de la Creación. Vivimos en un espacio de todos y para todos, y debemos cuidarlo desde la solidaridad y la sostenibilidad. Nuestra generación no tiene derecho a destruir la herencia de la Humanidad.
– Denunciar las situaciones de injusticia y de falta de cumplimiento de los derechos humanos a través de nuestras acciones y gestos, desde la esperanza de nuestra en que es posible construir una sociedad diferente.
– Animar y trabajar en el fortalecimiento de nuestras comunidades como base de la transformación de la sociedad, haciendo de ellos espacios donde vivir la fraternidad y la solidaridad, verdaderos oasis de acogida y participación.
Comunidad que acompaña y actúa contra la pobreza
Dice el papa Francisco que la comunidad parroquial “es y está llamada a ser comunidad de comunidades, santuario donde los sedientos van a beber para seguir caminando (…), ámbito de viva comunión y participación”.
La comunidad, en Cáritas, adquiere un papel importante, y se convierte en ese espacio donde podemos acompañar y ser acompañados; el marco perfecto para estar presentes, para promover la comunión y la participación. Es ahí, al lado de nuestros hermanos y hermanas, donde podemos denunciar prácticas injustas, modelos de vida que expulsan y rechazan a otras personas, y anunciar con nuestro ejemplo otro estilo de vida que posibilite espacios liberados donde el que sufre, encuentra consuelo; donde el que tiene sed, encuentra fuentes para saciarse; donde el que necesita consuelo, encuentra acogida y cariño”. De esa forma, “la comunidad es capaz de responder al mandato ´¡Dadles vosotros de comer!´ del Evangelio y de implicarse en el trabajo por la promoción del desarrollo integral de las personas más empobrecidas y la eliminación de las causas estructurales de la pobreza.
Cáritas, como expresión organizada de la caridad de la comunidad, también está convocada a generar comunidad y a promover la comunión y la participación. Este compromiso exige ampliar la mirada e incidir con nuestra acción no sólo en nuestro territorio sino más allá de nuestras fronteras, haciendo que el sufrimiento de las personas de otros países y las injustas relaciones internacionales sea también el nuestro. Porque lo pequeño es hermoso, y es necesario. Las acciones pequeñas siempre son posibles. Quien se compromete en hacer lo que está al alcance de su mano, de sus posibilidades, por pequeño e insignificante que le parezca, delata que en su interior habita un alma grande. Lo que es importante tener claro es que esta pequeña parte que nos corresponde hacer para construir un mundo mejor, nadie la hará por nosotros. De ahí que tomemos conciencia del importante papel que como miembros de la comunidad desempeñamos en este cambio tan necesario. Juntos estamos llamados a componer esa “partitura” de valores y actitudes que convertirán este mundo en una Casa Común donde todos podrán vivir con dignidad en armonía con la Naturaleza.