28 de julio de 2019
|
49
Visitas: 49
En 2014, el riesgo de pobreza en menores de 18 años cuyos padres solo habían completado estudios primarios ascendía al 56%, frente al 11,7% en el caso de padres con estudios superiores. Esta realidad, sumada a la elevada tasa de desempleo entre la población joven, y al hecho de que cerca del 34 % de los mayores de 16 años solo haya alcanzado la primera etapa de la educación secundaria obligatoria, ha impulsado a Cáritas Diocesana de Albacete a romper el ciclo de la transmisión intergeneracional de la pobreza trabajando de una manera directa con jóvenes que abandonan la educación reglada y proceden además de entornos vulnerables.
De esta manera arrancó, el pasado mes de mayo, el nuevo proyecto de acompañamiento a jóvenes en situación de fracaso escolar y dirigido a mayores de 16 años procedentes de familias en situación de vulnerabilidad social, capitaneado por Cáritas.
Tal y como explica Antonio García Blanquer, secretario general de la Institución, este proyecto supone una segunda oportunidad educativa para jóvenes que proceden de situaciones vulnerables. “Hablamos de chicos y chicas que participan en la educación secundaria obligatoria y no alcanzan los resultados esperados, jóvenes que abandonan la educación reglada o sufren fracaso escolar y las alternativas existentes pueden resultar de un nivel de exigencia superior para el perfil de estos, suponiendo una nueva experiencia de frustración en estos jóvenes que daña su autoestima y fortalece su estigma social”, explica García Blanquer.
Partiendo de esta realidad nace entonces esta iniciativa que tiene una aspiración transformadora, pues pretende realizar un acompañamiento personal, adaptado al momento vital en el que se encuentran los jóvenes, alternándolo con la vivencia de una experiencia laboral a través de la estructura formativa y de empleo de la que disponen Cáritas y la Fundación el Sembrador en Albacete.
Su objetivo pasa por implicar a los participantes y a su entorno a lo largo de todo el proceso de intervención socioeducativa, de manera que se sientan y sean los verdaderos protagonistas de su propio proceso de aprendizaje.
Pero este trabajo no nace de cero. El trabajo de Cáritas Diocesana de Albacete con la infancia, adolescencia y familia, se remonta a más de 25 años en la ciudad de Albacete y a cerca de 10 años en otras localidades de la provincia, como Caudete, Hellín, La Roda o Villarrobledo, en las que cuentan con proyectos de infancia que trabajan integralmente en el territorio. El acompañamiento a jóvenes en situaciones de riesgo de exclusión social en el barrio de Hermanos Falcó y Hospital de Albacete comienza en el año 2007, trabajando así en el ámbito educativo, familiar, formativo y laboral, en coordinación con otros recursos y entidades que intervienen en el barrio o los Servicios Sociales Básicos.
En los primeros meses de vida de este proyecto, que cuenta con la implicación de una educadora y una psicóloga, se ha trabajado con 12 jóvenes de entre 16 y 21 años que habían abandonado la educación secundaria obligatoria de forma prematura sin la obtención del título de educación secundaria, de los cuales 9 han finalizado con éxito esta primera etapa, mostrando en muchos casos sus deseos de continuar. Han sido tan solo unas semanas, pero suficientes como para despertar en ellos intereses, motivaciones desconocidas, futuros laborales y formativos, expectativas, gustos… en definitiva, tal y como explican las propias educadoras del proyecto, “aspectos personales que tenían olvidados u ocultos y que les servirán en su día a día”.
Con los jóvenes se ha trabajado desde un modelo de intervención sistémico, utilizando estrategias educativas flexibles adaptadas a sus situaciones, y con un enfoque comunitario, en el que la participación en su entorno ha sido requisito fundamental, implicando de esta manera a sus familias en el proceso. En este tiempo se han planteado, además de tutorías y un trabajo individualizado, diferentes acciones como talleres formativos, dinámicas de habilidades sociales, talleres deportivos, vistas a recursos de la ciudad, charlas motivacionales… arrojando unos primeros resultados satisfactorios.
Otra de las nuevas dimensiones que este proyecto incorpora es facilitar a los jóvenes la inmersión en la cultura del trabajo a través de la vivencia de una experiencia laboral, algo esencial para trabajar otros aspectos educativos para la transición a la vida adulta. De esta manera han podido tener una primera toma de contacto en alguna de las empresas de inserción de la Fundación El Sembrador, donde han adquirido y entrenado habilidades en el puesto de trabajo.
El reto ahora pasa por mantener la motivación de estos jóvenes y trabajar con ellos para que poco a poco vayan dando nuevos pasos, tomado consciencia de las distintas opciones formativas y laborales en su entorno cercano, y construyendo el futuro que desean, siendo ellos realmente los verdaderos protagonistas.