3 de mayo de 2008
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]E[/fusion_dropcap]l Papa Benedicto XVI nos anima en su carta con motivo de la XLII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, a ser comunicadores valientes y a mantener al mismo tiempo una actitud crítica frente a los peligros de una perniciosa utilización de los medios de comunicación social.
El enorme impacto de estos medios en la vida del hombre contemporáneo plantea interrogantes que esperan decisiones y respuestas inaplazables, porque están en juego dimensiones constitutivas del ser humano y de su verdad. Estas son las ideas principales de la carta del Papa:
- Los medios de comunicación social pueden y deben contribuir a dar a conocer la verdad sobre el hombre.
El hombre tiene sed de verdad. Busca la verdad. Ante esta realidad, los medios de comunicación social pueden y deben contribuir a dar a conocer la verdad sobre el hombre, defendiéndola ante los que tienden a negarla o destruirla, y por tanto, tienen que evitar convertirse en megáfonos del materialismo económico y del relativismo ético, verdaderas plagas de nuestro tiempo.
La búsqueda y la presentación de la verdad sobre el hombre es una tarea entusiasmante, confiada en primer lugar a los responsables y profesionales del sector, y que además nos corresponde en cierto modo a todos, porque en esta época de globalización todos somos usuarios y a la vez operadores de las comunicaciones sociales, en especial de los nuevos medios como la telefonía móvil e Internet.
Jesús dijo: “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn 8, 32). La verdad que nos hace libres es Cristo, porque sólo él puede responder plenamente a la sed de vida y de amor que existe en el corazón humano. Quien lo ha encontrado y se apasiona por su mensaje, experimenta el deseo incontenible de compartir y comunicar esta verdad.
- Peligroso cambio en la función de los medios de comunicación social: La pretensión de determinar la realidad.
Gracias a una vertiginosa evolución tecnológica, los medios han logrado potencialidades extraordinarias, aumentando aún más su influencia en la vida de las personas y de la sociedad. Sin embargo, esta misma evolución, a la vez que ofrece posibilidades inéditas para el bien, abre enormes cauces para el mal que antes no existían.
En este contexto, junto a los múltiples beneficios que aportan los medios de comunicación para el desarrollo de las personas y las sociedades, es preciso reconocer la existencia de una serie de peligros. Entre ellos, que los medios se transformen en sistemas dedicados a someter al hombre a lógicas dictadas por los intereses dominantes del momento, o que con el pretexto de representar la realidad, se legitimen e impongan modelos distorsionados de vida personal, familiar o social. Además, para ampliar la audiencia, a veces no se duda en recurrir a la transgresión, a la vulgaridad y a la violencia.
Entre esos peligros, hay que tomar conciencia del cambio de función que los medios están afrontando, de tal manera que la comunicación parece tener la pretensión no sólo de representar la realidad, sino también de determinarla gracias al poder y a la fuerza de sugestión que poseen, utilizándose los medios incluso para “crear” los acontecimientos mismos.
- Es indispensable que los medios defiendan celosamente a la persona y respeten su dignidad.
Cuando la comunicación pierde las raíces éticas y elude el control social, termina por olvidar la centralidad y la dignidad inviolable del ser humano, y corre el riesgo de influir negativamente sobre su conciencia y sus opciones, condicionando así, en definitiva, la libertad y la vida misma de las personas.
Son muchos los que piensan que en este ámbito es necesaria una “info-ética”, así como existe la bio-ética en el campo de la medicina y de la investigación científica vinculada a la vida.