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25 de abril de 2015

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En el mundo siguen surgiendo vocaciones. Dios sigue llamando a acoger este nuevo reino de justicia y fraternidad. La historia de la Jornada de Vocaciones Nativas comienza en Francia en el año 1889. Estefanía y Juana Bigard, madre e hija, leyeron una carta del obispo francés de Nagasaki, en la que contaba que los cristianos japoneses, por temor a la persecución, tenían miedo de acercarse a los misioneros extranjeros, lo que no ocurriría si los sacerdotes fueran naturales de su mismo país. Las dos laicas francesas comienzan una gran actividad para implicar a la Iglesia en el sostenimiento de las vocaciones en los Territorios de Misión. El Papa Pío XI asumió esta iniciativa privada como suya y de toda la Iglesia y en 1922, le dio el carácter de “pontificia”.

Es una Jornada dedicada a la oración y la cooperación económica conlos jóvenes que son llamados a la vocación sacerdotal o religiosa en los Territorios de Misión. Ellos y ellas son la muestra de que el Evangelio ha arraigado plenamente en una cultura y tiene sus frutos propios. No se puede perder ninguna vocación por falta de medios. Tenemos que ayudar.

Ya sabes que puedes ayudar por medio de becas de estudio para las vocaciones de los territorios de misión. Éstas son una modalidad de ayuda a la formación espiritual, académica y pastoral de las vocaciones nativas, que la Obra de San Pedro Apóstol ofrece a quienes quieren ayudar a sostener las necesidades de los seminarios y noviciados de los Territorios de Misión. Las becas se hacen a través de la delegación diocesana de Misiones y son: completa (seis años de estudio y formación, 2.000 euros); beca media (tres años de estudio, 1.000 euros) y anual 350 euros.