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11 de enero de 2009

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Más de cien años al servicio de los ancianos

Hace unos días tuvo lugar la inauguración y puesta en marcha de todas las dependencias del Asilo que han sido reestructuradas últimamente. Así pues nos encontramos ahora con un hermoso complejo diseñado en su día por el gran arquitecto hellinero, Justo Millán, y que alberga unas dependencias cómodas, acogedoras y funcionales. Este Asilo-Residencia lleva el nombre de Santa Teresa de Jornet, que fue la fundadora de las Hermanitas de los Ancianos desamparados. Este es un Asilo que se fundó en vida de la misma Santa.

– Me acerco a la casa y me encuentro con la superiora Teresa Rodilla Estévez, que en dos pinceladas nos habla de su vida, su vocación…
– Nací en Chulilla (Valencia) en el seno de una familia muy religiosa. Desde que era una chiquilla quería ofrecerme al Señor y dedicarme a los demás. Un día mi párroco me dijo: “tu vas a servir a Jesús cuidando ancianitos y ancianitas”. En mi oración yo le pedía al Señor: “Quiero ser monja y pronto”. A los 16 años tomé el hábito y a los 18 hice la profesión. Estuve unos años en Requena. Después, desde 1969 a 1995 estuve en Alemania. Luego me destinaron a Jijona y hace dos años vine a Hellín.

– ¿Cuántas hermanas componen la comunidad?
– Somos nueve hermanas.

– ¿Tienen llena la casa?
– Sí, la tenemos llena y además con lista de espera. Hay ancianos, ancianas que pudiendo ir al nuevo Geriátrico, sin embargo quieren entrar en nuestra casa.

– ¿Qué les atrae?
– Muchos factores. Uno de ellos es que nuestra casa está en el mismo centro del pueblo. También la vida familiar que aquí llevamos, la vida religiosa, los actos de culto. Nuestros ancianos, todos los que pueden salen a la calle, al mercado. Desde nuestros ventanales ven toda la vida que hay en el pueblo, pues nuestro edificio da a tres calles muy importantes de la ciudad. Desde las salas ven las procesiones de Semana Santa, los desfiles de la Feria, del Carnaval. Estamos en un sitio muy bueno.

Creo que lo que más les atrae, es que nosotras, además de los cuidados que pudiéramos llamar materiales, por principio, por vocación nos ocupamos de darles calor de familia. Tenemos experiencias muy hermosas de ver ancianos, ancianas, que llegan destrozados, amargados por problemas de familia, problemas de soledad, y aquí empiezan a revivir, aquí encuentran la paz. Hay quienes llegan a vivir una verdadera conversión, cuando antes se encontraban muy alejados y llegan a morir llenos de paz. De alguna manera nuestra misión más importante aquí es prepararles el camino del cielo como nos lo recuerda muchas veces en sus escritos D. Saturnino, nuestro fundador.

– ¿Cómo se defienden económicamente?
– Ahora debemos mucho dinero, por causa de las obras. Pero la Congregación nos ayuda, y mucha gente también nos ayuda. Como otras veces saldremos adelante. Además todo el dinero de las pensiones de las hermanas mayores, nuestro trabajo permanente aquí dentro de la casa, todo se invierte en la Residencia. Como dicen nuestras constituciones: “nuestra vida y nuestros bienes están al servicio de los ancianos”.

– ¿Cómo andan de vocaciones?
– No son tiempos fáciles. Tal vez no tengamos suficientes novicias para asegurar el relevo de tantas casas como tenemos. Nosotras deseamos que la gente joven venga por aquí y vea lo que hacemos. Que sientan de verdad la felicidad que se tiene cuando uno ve que su vida es útil para los demás. Nosotras tuvimos mucha suerte en nuestra juventud cuando nos hablaban de estas cosas, y nos animaban a tomar estos compromisos. También los jóvenes de hoy son generosos y pueden sentir la llamada del Señor que les invitar a servirle en los ancianos y ancianas, es decir en los más pobres. Pueden llegar a descubrir en dónde puede encontrarse la verdadera alegría.

– ¿Tienen voluntarios?
– Sí, hay un voluntariado constante. Algunos vienen a diario. Otras personas vienen semanalmente a cosas concretas: plancha, cocina, etc. Damos gracias a Dios por su generosidad.

Me despido de Madre Teresa, no sin antes hacer una visita al Belén, magnífico Belén en que se van sucediendo las noches y los días. También saludo a los ancianos que viven allí y me conocen de cuando era cura de Hellín y que se alegran al verme de nuevo. Yo siento también la misma alegría al encontrarlos de nuevo y saber que están en buenas manos, que están en un ambiente de paz y de amor. Este es el Asilo-Residencia de Santa Teresa de Jornet en Hellín.

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