25 de septiembre de 2018
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Con la aceptación de la renuncia como Obispo de Albacete de Mons. Ciriaco Benavente y la publicación del nombramiento del nuevo Obispo diocesano Mons. Ángel Fernández Collado, se abre un periodo transitorio en la Diócesis de Albacete marcado por el antiguo principio de que nada debe innovarse (c. 428).
Hasta la toma de posesión del Obispo electo, el régimen de la Diócesis queda encomendado por decisión de la Santa Sede a Mons. Ciriaco Benavente que la regirá como Administrador Apostólico. Desde el anuncio del nombramiento de nuevo Obispo cesan los oficios del Vicario General y de los Vicarios episcopales, así como las funciones del consejo presbiteral y pastoral que serán cumplidas por el colegio de consultores. No cesan los oficios de Canciller, Ecónomo y Vicario Judicial.
En su condición de Administrador Apostólico, Mons. Ciriaco Benavente puede confirmar, en forma delegada, al Vicario General y los Vicarios episcopales, hasta la toma de posesión de la diócesis por parte del nuevo Obispo; pero no puede prorrogar las tareas de los Consejos (cf. Directorio para el ministerio pastoral de los Obispos “Apostolorum succesores”).
Hasta el día de la toma de posesión del Obispo electo en la plegaria eucarística se debe seguir nombrando a “nuestro Obispo Ciriaco” (Decreto de la Congregación el Culto Divino De nomine Episcopi in prece eucaristica proferendoI c) incluyendo en la oración de los fieles una petición por “nuestro Obispo electo Ángel”.