6 de enero de 2013
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fue enviado desde su diócesis, a la República Dominicana y más concretamente a la diócesis de Barahona en la frontera con Haití por medio del cauce del IEME, Instituto Español de Misiones Extranjeras. Ahora está sirviendo unos años en el EFAM (Equipo de Formación y Animación Misionera) que se encarga de la animar la dimensión misionera en toda España. Quienes lo conocemos decimos que es alegre y lleno de vitalidad. En este día del IEME y del Catequista Nativo hablamos con él:
– ¿Por qué misionero del IEME?
– Porque hace unos años se hizo una reflexión en nuestra diócesis y vimos lo conveniente que es el cauce misionero IEME para salir a la misión pues es específico para sacerdotes diocesanos y además se mantiene el vínculo de comunión con nuestra diócesis de origen, que nos envía.
– ¿Qué cosas son las que más valoras del IEME?
– Que los sacerdotes vivimos la fraternidad apostólica, trabajando en equipos y grupos. Desde el momento en que llegamos a la diócesis de destino, nos integramos, como uno más de los sacerdotes diocesanos, en el presbiterio de la diócesis, en los trabajos y en lo que se nos sugiera y siempre bajo las orientaciones del obispo local. También valoro mucho que la formación permanente, la oración personal y comunitaria y la revisión de vida son temas importantes en nuestra vida. Y algo que también me hizo significar de manera especial el IEME es el trabajo por todos, pero con preferencia por los empobrecidos y marginados.
– ¿Qué se pretende con la celebración del día del IEME y del Catequista Nativo?
– En este año el lema es: “Misioneros, portadores de fe y esperanza”, un buen lema para comenzar con un espíritu diferente el año, mirando más allá de nuestras propias vidas y comunidades y necesidades, siendo no sólo generosos y solidarios, sino hermanos con cualquiera que esté en este mundo y es que con esto se pretende ayudar a todos estos misioneros diocesanos, pero también ayudar a un instituto para la formación de catequistas, que está en Roma, pero que desde allí volverán a sus iglesias locales a contribuir en la evangelización y formación.
– Amadeo, ¿qué crees que la gente piensa cuando oye hablar de “las misiones”?
– Tengo que decir que mucha gente, no toda gracias a Dios, cuando oye hablar de “misiones”, sólo piensa en proyectos de promoción humana; tengo que decir, que no es nuestra labor primera, pues si no hay una evangelización que llene de valores a las personas y desde ahí vayan creando comunidades insertas en las realidades donde viven y Dios se hace presentes en sus barrios, en sus problemas y esperanzas, todos esos “proyectos” caerán pronto, no los sentirán como propios y “será peor el remedio que la enfermedad”.
También tengo que decir que no es que los jóvenes o la gente te ayude a hacer algo, sino que nos acompañamos los unos a los otros en ese caminar de encuentro con Dios y con los hermanos en los trabajos y compromisos, pues es solamente desde ahí como realmente se pueden sentir protagonistas y animadores de otros, ya que se les da confianza y campo de acción real.