7 de junio de 2009
|
168
Visitas: 168
[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]L[/fusion_dropcap]a Iglesia celebra la “Jornada pro Orantibus”. Dicho de otra manera, es el día en que nos invitan a orar por todos aquellos que emplean su vida en orar por nosotros. Se trata de los consagrados contemplativos.
Nos hemos acercado a las carmelitas de Albacete y hemos entrevistado a una de las benjaminas, una de las chicas más jóvenes que están ‘entre rejas’. Se trata de María Trinidad Martínez, natural de Albacete. Tiene 22 años y entró en el convento a los 18. Ha hecho ya su profesión de votos temporales.
-¿Cómo llegaste hasta aquí, cómo a una chica tan guapa se le ocurrió meterse en un convento de clausura?
– Creo que lo que determinó mi vocación fue que me enseñaron a orar en mi familia. Mi hermana mayor, cuando yo tenía doce años, me enseñó a rezar y me propuso que todos los días dedicase al menos cinco minutos a la oración, que intentase hablar con Jesús como un amigo.
– Tú orabas, pero ¿cómo llegó el flechazo para decir quiero ser monja y además de clausura?
– Cuando tenía catorce años participé en un campo de trabajo en Coimbra. Allí ayudábamos a enfermos y ancianos. Un día en las salidas que hacíamos nos llevaron a visitar el Carmelo, precisamente donde estaba Sor Lucía, la vidente de Fátima. Yo desconocía este hecho. Tampoco pudimos hablar con ella. Fue allí cuando en un rato de oración profunda con Jesús como amigo, sentí que me decía: “quiero que seas feliz, y tu felicidad está en tu entrega total. Quiero que tu felicidad llegue a todos”. Allí sentí precisamente que la oración era el medio mejor para estar más unida a Jesús, y también más unida a todos los demás.
-Tenías catorce años. A esa edad nadie puede entrar en una clausura. Santa Teresita del Niño Jesús entró a los quince, pero con un permiso especial del Papa
– Por eso tuve que esperar hasta los dieciocho. Hice mi bachiller, selectividad y el día en que cumplí dieciocho años, llamaba a las puertas de este convento.
– Como querías ser carmelita, seguro que has leído muchas cosas de Santa Teresa ¿Qué te llama la atención de esta santa? ¿Qué te atrae de ella?
– Santa Teresa me ha hecho comprender lo que significa un verdadero enamoramiento de Dios. El colma nuestro corazón y te lleva a preocuparte y amar a todos. La gente joven siente a veces mucha infelicidad, no llegan a comprender lo que nos dice Santa Teresa de que ‘sólo Dios basta’, que solamente Él puede llenar nuestro corazón.
– ¿No te aburres aquí encerrada? ¿Qué hace una monja de clausura todo un santo día?
– Nuestro día transcurre en un tiempo de oración, de trabajo y de vida de fraternidad. Así lo quería Santa Teresa. Tenemos dos horas, mañana y tarde de oración personal; el rezo del oficio divino a lo largo del día, y la celebración de la Eucaristía como el centro de la jornada. Además tenemos nuestras horas de trabajo, y de recreación en las que compartimos y comentamos noticias, reflexiones. A veces incluso hacemos trabajos fáciles mientras estamos de recreo. Nos falta tiempo para todo lo que quisiéramos hacer.
– El próximo mes de octubre será canonizado un joven contemplativo, el Hno. Rafael, a quien el Papa Juan Pablo II el día de su beatificación propuso como modelo de la juventud del mundo entero ¿Conoces algo de él? ¿Qué te ha llamado la atención de su corta vida?
– Claro que sí, he leído muchas cosas suyas. Me impresiona en él ver la confianza absoluta que tenía en Dios, y el compromiso de hacer siempre su voluntad, sin tener miedo a sacrificios o cruces. Así lo mostró en su enfermedad que se lo llevó tan joven.
– Hoy nuestra sociedad tiene muchos desafíos: el tema del aborto, la píldora del día después, la crisis económica, un estadio que abuchea al rey a y la bandera… ¿Os llegan estas cosas, o en vuestra clausura y silencio vivís en la ignorancia de todo esto?
– No. Al contrario; vivimos todo esto con pasión. Decía antes que en nuestras recreaciones comentábamos toda la actualidad de Iglesia, del mundo, estamos informadas. Todo esto lo vivimos a tope y rezamos por ello. Que nadie se crea que estamos al margen. Por estar en clausura sentimos más a lo vivo las heridas de nuestra sociedad. Tal vea si estuviera fuera del convento, en una vida de joven más superficial, me enteraría menos. Al conocer en hondura al Dios de la vida, me duele en el alma que entre nosotros predomine una cultura de muerte. Viviendo de cara a Dios, se conoce lo que de verdad es la vida. La vida con todas sus cruces y sufrimientos. Yo creo que entre la gente joven, hay una gran confusión de llamar vida a lo que es muerte.
– ¿Qué dirías a los jóvenes que quieren plantearse la vida en serio?
– Que no tengan miedo a dar la vida a Cristo. Solamente Él puede llenar de paz y plenitud nuestros corazones.
– Estamos celebrando la jornada pro Orantibus, con el lema inspirado en S. Pablo; “El Espíritu de Cristo clama en nosotros ¡Abba! Padre”. Cuando tú dices “padre” ¿qué quieres expresar?
– Dirigirme al Padre es sentirme amada con un amor grande, gratuito, que yo no me merezco. Es también decirle gracias. Es sentir hasta el estremecimiento que todo un Dios me haya hecho hija suya.
– Muchas gracias María por tu tiempo y por tu vida entregada.