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5 de enero de 2007

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]B[/fusion_dropcap]ajo el lema “Lo que hemos visto os lo anunciamos”, como cada año se celebra el 6 de enero, en la fiesta de la Epifanía, el Día del Catequista Nativo y del IEME. El lema está inspirado en el capítulo primero de la primera carta de San Juan y con el mismo se pretende, según los promotores de la jornada, que “la urgencia del anuncio de la fe nace de una experiencia viva que compartimos con alegría”. Se trata de unas palabras que “los misioneros hemos dicho, temblando, al presentar a Jesús a quienes no le conocen” y que ahora “queremos también decíroslas en este otro sentido: lo que hemos visto de dolor y de indigencia, pero también de gracia y belleza y vida de Dios entre tantos hijos suyos de otras tierras os lo anunciamos”.

Por ese motivo, en esta jornada se recuerda que “los catequistas nativos tienen también en su haber, con mucha frecuencia, una experiencia de catecumenado y conversión que anuncian a los que se acercan buscando al Salvador. Y por eso su anuncio es también testimonio desde la propia experiencia”.

Campaña de Epifanía

La jornada misionera se enmarca en la Campaña de Epifanía con la que el IEME (Instituto Español de Misiones Extranjeras) recuerda que la fiesta de Epifanía, manifestación del Salvador a los pueblos extranjeros, “es la primera llamada de atención al comienzo del año sobre la urgencia misionera” y que “el dinamismo misionero de una comunidad parroquial o diocesana es un buen termómetro de la calidad de su vida cristiana”.

El 6 de enero, se celebraba tradicionalmente la llamada “colecta antiesclavista”. En junio de 1957 la Conferencia de Metropolitanos Españoles acordó celebrar en ese día el “día anual del Seminario Nacional de Misiones”. Y el 30 de abril de 1958 la Congregación para la Evangelización de los Pueblos encargaba al IEME la organización de la colecta del 6 de enero que se orienta a los catequistas nativos y lo facultaba para beneficiarse de la mitad de lo colectado a favor de sus necesidades.

“Mi nombre es Gloria Nilsa; soy casada y madre de 11 hijos…”

Entre los materiales preparados por el IEME con motivo del Día del Catequista Nativo se ofrece el hermoso testimonio de Gloria Nilsa, una catequista que coordina una pequeña comunidad cristiana de Arroyo Dulce, en la República Dominicana, del que recogemos algunos extractos:

“Soy casada y madre de 11 hijos. Hace dos años terminé el Bachillerato y en la actualidad me encuentro estudiando Educación en régimen sabatino. Al igual que otras muchas mujeres de mi región, he descubierto la necesidad de la formación y del estudio, y he podido, acceder a él en la época de madurez de mi vida. Criar a los hijos, mantener la casa, la falta de recursos económicos,… y una cierta incomprensión social me impidieron hacerlo en mi juventud”.

“Además de las tareas propias de esposa y de madre de familia supernumerosa, gran parte de mi vida está dedicada al servicio de mi comunidad cristiana. Ha sido, precisamente, mi vida de fe y mi compromiso cristiano el que, a pesar de las dificultades, me ha motivado a estudiar y prepararme, a no conformarme con lo ya conseguido”.

“Desde hace varios años, cinco personas de la comunidad visitamos semanalmente otras dos comunidades cercanas a la nuestra. En ellas tratamos de evangelizar a las personas de esas comunidades. Empezamos haciendo un visiteo casa por casa; motivándolas y animándolas a participar en las reuniones que, por no tener local propio, hacíamos en la escuela y debajo de un árbol en el patio de la casa de algún vecino. Después de varios años de trabajo, vamos viendo que ya hay un grupo de cristianos que se reúnen, que han construido su capilla, que preparan y participan en las celebraciones… Aunque seguimos dándole acompañamiento, ya estamos pensando que son comunidades que pueden funcionar por sí mismas. Muchas veces en nuestra comunidad hemos dado gracias a Dios por la riqueza del Evangelio que hemos recibido a través de otras personas que, en el pasado, nos ayudaron a descubrir la persona de Jesús. Hoy también damos gracias porque esa riqueza nos ha ayudado a ser nosotros portadores del mensaje del Señor a otras personas y comunidades. En el pasado nosotros fuimos evangelizados. Hoy nosotros somos evangelizadores dentro y fuera de nuestra comunidad”.