15 de abril de 2012
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Cien años de dedicación a los otros; veinte lustros de formación y educación a la sociedad; diez décadas de cultura, ética, historia, valores y tradición; un siglo de vida. Esas son las unidades de tiempo en las que puede resumirse la existencia de la congregación de las Esclavas de María en la ciudad de Almansa.
Tras todos estos años de presencia, no cabe duda de que las Esclavas de María son una verdadera institución para el entorno y un referente para la comunidad educativa almanseña. Después de la fundación de la congregación por parte de Juana María Condesa a finales del siglo XIX en Valencia, su proyecto llegó a Almansa en 1912, donde varias hermanas continuaron su obra. Con el paso del tiempo, Almansa se convirtió en un rincón especial para la congregación, pues no solo debemos hacer alusión al colegio, sino también a la residencia y al tan querido retiro espiritual, la Casa de Espiritualidad. Todo ello son muestras de que Almansa no fue sólo un lugar de paso, sino un lugar en el que enraizarse.
Precisamente esas raíces son las que han alimentado el conocimiento de miles y miles de personas que, a lo largo de este tiempo, han recibido educación y formación por parte de las Esclavas. Solidaridad, sencillez y tesón son algunas de las características que han quedado inculcadas en los alumnos que pasaron allí y que hoy marcan su forma de actuar en el día a día.
Pero de entre todas las particularidades que caracterizan la enseñanza de las Esclavas, subrayaría tres: la conformación de la persona desde la infancia, el saber adaptarse a los tiempos y la preparación del alumnado para enfrentarse al futuro. Así, comenzando por la última, hay que recalcar que la educa-ción recibida por el colegio es una preparación para enfrentarse a la sociedad; para saber en-carar el devenir; para valorar lo que nos puede acontecer y ser capaces de tomar la mejor decisión posible.
Por su parte, las Esclavas también han sabido adaptarse a los tiempos como cuando el colegio pasó a convertirse en mixto, de manera que los chicos también pudieron beneficiarse de su modo de enseñanza; así mismo es destacable su apuesta por una educación moderna y contributiva para la creación de un espíritu crítico.
Por último cabe señalar que, una vez acabada la etapa escolar, las concepciones del mundo que tenga cada uno pueden cambiar o modificarse pero, entre los que pisaron las aulas de las Esclavas y se sentaron en sus pupitres, siempre se mantienen unos patrones de comportamiento que perduran, que marcan, que acompañan a la persona allá donde va. Se trata de unos valores adquiridos desde la infancia y desarrollados en los diferentes cursos académicos. Y es que en las Esclavas se enseña siempre, por encima de todo, a ser personas; a ser buenas personas. Y tal vez no haya mejor formación humanística que la que consigue un buen resultado en esa materia. Y en esto, las Esclavas, están más que aprobadas.
Así, por más que pasen los años y por más que se varíe de ciudad o de país, hay una cosa de la que no cabe duda: la impronta de las Esclavas es difícil de olvidar, pues allá donde uno va, el que escribe estas palabras siempre recuerda los días en los que aprendió la pasión por el trabajo gracias a Sor Pilar, el mimo de Sor Mercedes, el cariño de Sor Consolación, la constancia de Sor Carmen, las aventuras de Sor María Angélica, el dinamismo de Sor María Dolores, el sonreír con Sor María Salud, el júbilo de Sor Juliana y el ahínco de Sor Ángela, entre otros valores aportados por otros muchos profesores y profesoras que forman parte del proyecto educativo del colegio.
Ahora, llegado 2012, es una gran satisfacción observar como la llama del espíritu de las Esclavas continúa encendida y su ilusión por contribuir a una sociedad mejor inalterada. Debe ser además emocionante pensar que la educación recibida entre vuestras paredes ha sido la leña que ha alimentado otras muchas llamas: las de los proyectos de vida de miles de almanseños y almanseñas.
Es por tanto un honor el haber podido formar parte de vuestra historia basada en cien años de solidaridad; veinte lustros de conocimientos; diez décadas de recuerdos; un siglo de amor e ilusión.