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30 de mayo de 2021

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En la fiesta de San Juan de Ávila, patrón del clero español, se celebró el tradicional encuentro de sacerdotes en este día. El año pasado no pudo realizarse en esta fecha debido al confinamiento, por ello la alegría del encuentro era palpable. Para muchos sacerdotes supuso el reencuentro con diferentes compañeros que desde el inicio de la pandemia no se habían visto. Gracias a Dios muchos están ya vacunados pues son bastantes los que ya han pasado los 75 años. Así, paso a paso, primero en concelebraciones eucarísticas en la Catedral y ahora en encuentro formativo y celebrativo en la casa de ejercicios, el presbiterio diocesano va retomando la normalidad. Pues qué difícil es la vivencia de la eclesialidad sin la presencia física de los miembros del Pueblo de Dios.

Se aprovechó el encuentro sacerdotal para escuchar la conferencia Año “Familia Amoris Laetitia”a cargo de Juan Iniesta, Vicario Episcopal de La Sierra y Delegado Diocesano de Familia y Vida. Han pasado cinco años desde la exhortación apostólica sobre la familia del papa Francisco y con el ánimo de proseguir el trabajo pastoral familiar se ha convocado este año que se inició el pasado día de san José y se clausurará el 26 de junio de 2022 con un Encuentro Mundial de Familias. Después comenzaron los testimonios de los sacerdotes que fueron ordenados en 1971 y en 1996.

De bodas de oro, dos padres paules

Javier Aguinaco Arrausi, bilbaíno, que relataba sus años de misionero y los unía a su actual ministerio. Atiende pastoralmente el barrio del Cerrico de la capital y también es capellán en la prisión de “La Torrecica”. Dos lugares de los que el papa Francisco llama periferias. Nos contaba que hablando con muchos encarcelados se descubre que para ellos “todo es verdad y todo es mentira”.

Juan Julián Díaz Catalán, navarro, nos contaba que recién ordenado fue destinado a Puerto Rico (EEUU) y de allí a Nueva York. Regresó a España para encargarse del Seminario de la congregación. Después cursó cuatro años de estudios superiores en Roma. De allí pasó a París. Finalmente volvió a España primero tres años en Cuenca y seguidamente ahora en Albacete desde 2016. Ambos padres paules destacaron la acogida de la diócesis de Albacete, se sienten plenamente integrados en el trabajo pastoral tanto arciprestal como diocesano.

De las bodas de plata

Yurik Vynnyk, sacerdote ucraniano del rito greco-católico, comenzó hablando que la situación de su país cuando nació. La religión estuvo prohibida hasta la caída de la URSS en 1990. Hubo momentos muy difíciles que parecía que la Iglesia había llegado a su fin, sin embargo, no fue así. Ingresó en el seminario y fue ordenado sacerdote. Después vino a España donde destaca de nosotros, nuestra apertura y hospitalidad. Sirve a la comunidad católica ucraniana de Villarrobledo. Se siente muy agradecido.

El resto de los sacerdotes que cumplen sus veinticinco años desde su ordenación, es decir, José Fernando Cerro, Pedro Ignacio Cuartero, Fernando Álvaro García, José Joaquín Martínez, José Antonio Pérez y Pedro Roldán, eligieron realizar la lectura de un texto conjunto dividido en dos partes. Dio lectura Álvaro García, en la primera parte habló de los que fueron ordenados el 8 de junio de 1996 por D. Alberto Iniesta pues estábamos en período de sede vacante cuando D. Victorio Oliver fue destinado a Orihuela-Alicante y D. Francisco Cases no había sido aún nombrado obispo de Albacete. Hizo memoria de los años de Seminario Menor pero ante todo destacó la experiencia del Seminario Mayor en los pisos de Moncada. Nombró también al compañero secularizado José Luis Villena. En la segunda parte del testimonio conjunto con el esquema de la jaculatoria “gracias, perdón y ayúdame más”, agradecieron a Dios la incondicionalidad de su amor. Pidieron perdón por sus comodidades y alejamientos y solicitaron ayuda pues sin Dios no podemos hacer nada.

Después de los testimonios pasamos a la celebración eucarística presidida por nuestro obispo D. Ángel Fernández, en su homilía citando al papa Francisco, alentaba a unirse cada día más a la Palabra de Dios. Los sacerdotes somos servidores de la Palabra en el mundo. Vosotros sois la sal de la tierra, vosotros sois la luz de mundo.