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30 de octubre de 2022

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]P[/fusion_dropcap]aco y Emi es un matrimonio que vive en esperanza y en amor. Ellos están comprometidos en la parroquia. Han tenido que pasar por el duelo de la pérdida de un hijo en su juventud. Hoy estamos con ellos.

Cada uno tiene un proceso de duelo, ¿hay algún aspecto en común en todos?
Quien no ha sufrido la pérdida de un ser querido… de padres, esposo, esposa, de algún hermano o amigo. De un hijo. Cuando experimentamos alguna de estas pérdidas, la muerte de un ser querido, nos queda aún un camino por recorrer: el duelo. El duelo es el proceso que cada uno como persona tenemos que hacer viviendo cantidad de sentimientos, dolor, rabia, tristeza, enfado, culpa. Haciéndonos muchas preguntas, ¿por qué ha pasado? ¿Por qué a él o a ella? ¿Cómo ha podido ser? ¿Cómo no me he dado cuenta? ¿Y si hubiese hecho otra cosa? ¿Y si se hubiese ido por otro sitio? En estos momentos, recordamos con cariño a un padre que siempre nos decía “los y sis”.

¿Cómo vivir el duelo?
Durante el camino del duelo sentimos como avanzamos y retrocedemos, como unos días nos encontramos mejor, sin hacer nada especial, y otros no. Algo normal en este camino. Parece que el dolor que sentimos y nos ahoga se fuese a quedar para siempre con nosotros. Es muy importante durante este proceso compartir y expresar los sentimientos con quien tengamos cerca. Todo lo que está pasando dentro de nosotros. El dolor compartido es menos doloroso. Esto, podríamos decir, es el proceso de duelo normal. Nos pasa a todos. Y siendo a todos y en el mismo tiempo, no todas estas preguntas se nos producen en el mismo momento y con la misma intensidad. Cada uno llevamos un ritmo y lo vamos asimilando en nuestro interior “como podemos”. Nosotros, como matrimonio, y teniendo a Dios en el centro de nuestra vida, nos hemos ido escuchando, compartiendo nuestros sentimientos, apoyándonos, intentando levantar al otro cuando veíamos o sentíamos que lo necesitaba. No siempre resultaba fácil.

Llega el 2 de noviembre con el día de los fieles difuntos. ¿Con qué sentimientos? 
Cuando llega este día, y con el paso del tiempo, cambiamos la palabra difuntos por la palabra vida. Vivimos la esperanza de que un día volveremos a encontrarnos con nuestro hijo. El ya goza la verdadera vida junto con la presencia del Señor. Le pedimos que siga intercediendo por todos los que quedamos aquí, en esta otra vida. Hacemos muy presente esta estrofa de la canción “yo soy el pan de vida” que algunos conocéis: “Nadie viene a mí, si el Padre no lo llama. Yo le resucitaré, yo le resucitaré, yo le resucitaré en el día final”.

Alguna clave para vivir estos días 
Desde nuestras vivencias personales, recorrer este camino con fe y esperanza. A pesar de los difíciles momentos que se presentan, experimentamos una paz interior que merece la pena intentarlo. Compartir, escuchar, acoger a otros que están pasando por este mismo proceso nos ayuda a todos a superarlo de una forma más “fácil” que hacerlo cada uno individualmente.