28 de diciembre de 2022
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Soy Almudena, y junto con mi marido y nuestros tres hijos somos familia de acogida. El acogimiento familiar es un gran desconocido. En este momento, en Albacete, hay varios adolescentes, niños e incluso bebés que viven en pisos o centros de menores. La Administración ha tenido que retirar la tutela a sus padres y no ha sido posible que sus familiares se hagan cargo de ellos. Lo ideal para estos niños es que puedan crecer en familia. Y en esto consiste el acogimiento familiar. En abrir el hogar para estos niños que necesitan muchísimo un entorno estable y sentirse queridos incondicionalmente.
He tenido la inmensa suerte de sentirme profundamente amada por Dios. Y también de percibir que Dios ama con la misma intensidad que a mí a todos los seres humanos. Desde esta certeza, y escuchando a Jesús “lo que habéis recibido gratis dadlo gratis”, al tomar conciencia de la situación de estos niños surge en casa la idea de acercarnos al Programa de Acogimiento Familiar de Castilla la Mancha. El primer paso fue acudir a Mensajeros de la Paz, la entidad colaboradora de la administración en Albacete. Nos dieron una formación en la que nos explicaron con total franqueza la realidad de estos menores, lo mucho que han sufrido y lo mucho que esto condiciona sus vidas a nivel social, académico, psicológico… Pero también que contamos con la colaboración constante de las técnicas de Mensajeros para que todo se desarrolle de la mejor manera posible.
Hemos tenido en casa una niña acogida durante un año. Este tiempo la peque, de dos años, ha tenido dos familias, su familia biológica, a la que veía con frecuencia, y nosotros, su familia de acogida, con los que convivía.
Ha sido una bendición. Ha conllevado muchísimo trabajo, ha habido que gestionar celos, ha generado inestabilidad en casa, pero todo lo compartido y el amor que ha brotado ha merecido la pena. Creemos también que para nuestros hijos ha sido una experiencia realmente enriquecedora y evangelizadora. Han vivido en primera persona lo que supone compartir lo que más quieren en el mundo, a sus padres, y que compartir, sin duda, merece la pena.
También queremos decir que el acogimiento familiar es algo tremendamente cotidiano. Igual que María y José tuvieron la misión fundamental de ser padres de Jesús, en su día a día. Dios nos sale al encuentro en la rutina, las peleas entre hermanos, el esfuerzo de educar, el cansancio, los juegos, los abrazos, las risas, experimentar que pase lo que pase nos queremos. Ain Karem tiene un villancico que dice “Desde abajo, desde dentro, desde cerca, te encarnas en Nazaret, y en las cosas más pequeñas nos invitas a creer”. Así lo hemos vivido.
Muchos nos preguntan cómo se lleva cuando “te la quitan”. No sentimos que nadie nos haya quitado nada. Nos alegramos de corazón de que la niña haya podido volver con sus padres. Lo que hemos compartido permanece y nos ha enriquecido a todos.
¡El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres!