
Un escudo que refleja el corazón de un pastor

Un escudo que refleja el corazón de un pastor
7 de mayo de 2025
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Con motivo de su ordenación episcopal celebraba ayer, Mons. Ángel Román Idígoras ha querido compartir el significado profundo de su escudo y lema. Cada símbolo, cada color, está pensado y orado como expresión de una fe que brota de la Trinidad, pasa por el Corazón de Cristo y se encarna en la misión de la Iglesia.
En esta explicación personal y espiritual, nuestro nuevo Obispo nos invita a contemplar no solo un conjunto de imágenes, sino una verdadera profesión de fe vivida con alegría y esperanza.
Componentes del escudo episcopal: Flor de lis, corazón, cruz, gotas de agua, sudario, ancla, lema sacerdotal, ajedrezado y colores.
El escudo trata de recoger los rasgos de Dios que marcan mi vida como cristiano: comunión, encarnación, vida y la alegría de la misión bautismal. Acompañado siempre de María.
Flor de lis
Está significando la comunión del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, de la que los seres humanos somos imagen. Esta referencia trinitaria hace presente la voluntad de Dios de que seamos uno con Él y entre nosotros, potenciando la riqueza de nuestra diversidad personal. La relación trinitaria, por amor al hombre, se abre por la base de la flor. El Padre envía al Hijo al mundo para salvarnos. La salvación consiste en hacernos partícipes de la vida divina. Por eso, la flor queda abierta. El dorado de los bordes es signo de la divinidad; el blanco indica la vida y la luminosidad del amor del que brota todo.
Corazón
Hace presente a Jesucristo encarnado que ama y hace suya la debilidad del ser humano. Dios mismo viene a levantarnos desde abajo; nos invita a amar nuestro ser “de carne” y a levantarnos unos a otros de la misma manera. El rojo nos recuerda el Amor apasionado de Dios por nosotros.
Cruz
Situada en el centro del corazón, tiene un doble sentido: por un lado, hace referencia a la llaga del corazón de Jesús; por otro, hace presente el Misterio Pascual: su muerte y resurrección por amor a todos. Se nos invita a gustar e interiorizar este misterio de entrega. El color blanco de la cruz, el mismo blanco que el de la flor de Lis, indica la vida del Resucitado, el triunfo del amor de Dios entregado, donde está presente la Trinidad. En la obscuridad de la cruz está la luminosidad del amor trinitario del que brota todo.
Gotas de agua
Es el agua que brotó del corazón del Señor cuando fue atravesado por la lanza del soldado. De esa cruz–llaga nace la Iglesia, enviada a anunciar el Evangelio a todos los pueblos. Por eso, las gotas salen en todas las direcciones. Su forma alargada indica el movimiento y el vigor necesarios para anunciar la Buena Nueva, y nos invita a vivir la misión bautismal de forma apasionada. El color azul hace referencia a la maternidad de la Iglesia, con todo lo que implica el ser madre: misericordia, aliento, refugio, escucha, calor…
El ancla
Señala la misión de la Iglesia: ofrecer la esperanza de la vida eterna. Nuestro anuncio no consiste en enseñar una moral, sino en vivir de forma gozosa esa esperanza y todo lo que conlleva. Es la que, en medio del mar (del mal), mantiene firme a la barca de la Iglesia (Hb6, 17-20). Su color verde refleja esta explicación.
Sudario
La esperanza cristiana está fundamentada y envuelta en la experiencia de la resurrección, que es la que da sentido a todo. Caminamos con esperanza, envueltos y abrazados por la vida del Resucitado.
Ancla y sudario marcan la clave de nuestra misión bautismal: la tarea de la Iglesia no es otra que llenar la Tierra de la vida del Resucitado. La experiencia vital de encuentro con Cristo provoca en el creyente una esperanza que nos pone en movimiento para empaparlo todo de resurrección y transformar así nuestro mundo. Este dinamismo tiene sentido ascendente, orientando el peregrinar de la Iglesia hacia la Casa del Padre.
Como se ha visto en la flor de lis, del amor de Dios brota todo; y llegar a vivir en la “intimidad trinitaria” es nuestra plenitud. Dios es principio y fin de todo lo creado. Por eso, el ancla y el sudario son acogidas por Dios, entrando en el seno trinitario por la por la misma abertura por la que se desborda el amor de Dios. El dorado de los vivos del sudario hace referencia al texto de Juan 3, 36 que dice: “El que cree, tiene vida eterna”. No dice “tendrá”, sino “tiene”. La esperanza cristiana alberga la grandeza de que no es una quimera ni una posibilidad entre muchas, sino que ya se goza de lo que luego viviremos en plenitud. Por este estar todavía en camino, el dorado de los vivos del sudario es menos grueso que el que define a la divinidad representada en la flor de lis.
Fondo azul
María nos acompaña en toda nuestra historia de salvación. Siempre humilde, está pendiente de nuestras necesidades, intercede por nosotros y nos protege con su manto maternal. Ella se convierte en referencia y modelo de confianza.
“Estad alegres”
Es el lema sacerdotal que me ha acompañado en la vida. Está tomado de Filipenses 4, 4. La alegría se fundamenta en todo el significado del escudo. Es una alegría profunda que brota no de la ausencia de problemas, sino de una historia de salvación en la que los hermanos caminamos juntos al cielo, vivificados por el amor de Dios entregado, y vivificando nuestro mundo, invitándole a participar de este apasionante peregrinar. La tarea de la Iglesia es caminar al cielo en esta alegre esperanza; llevarla a todos los rincones del mundo y vivirla, encarnados, en todas las realidades en las que nos movemos. La misión en sí ya es fuente de comunión y alegría.
Ajedrezado
Evoca el escudo del Cardenal Cisneros presente en el de la diócesis de Alcalá de Henares. Es un recuerdo de mi origen de pila y ministerial.
Lema episcopal:
Gaudete in Domino (“Alegraos en el Señor”),
Es síntesis y programa de vida de todo lo explicado en el escudo.