19 de abril de 2020
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En este tiempo de confinamiento para todos, de aislamiento para muchos, y de enfermedad para más de los que quisiéramos, donde emociones como la preocupación, el miedo, la tristeza, o el dolor nos inundan, en TALITHA seguimos ayudando en el proceso de duelo; acompañamos en un camino que en estos días de coronavirus hay que añadirle, que no podemos estar en el hospital al lado de nuestro familiar, que están cerrados los velatorios, que tan solo tres personas pueden ir al cementerio en los entierros.
Cada pérdida es única siempre, nuestro dolor y el duelo es individual, y aun así tenemos muchas cosas en común. Cuando muere alguien muy cercano se te para la vida y crees que no vas a poder seguir, el dolor es lo normal y solo podemos vivirlo sin atajos, querer saltarlo no ayuda, pues saldrá de la peor manera más adelante. El duelo es ese trabajo que hacemos con lo que sentimos.
No sirve que pase el tiempo, el tiempo es necesario para que podamos dar sentido y elaborar todos y cada uno de los sentimientos y emociones que van llegando, desde el no me lo puedo creer ¿porque a mí…?, desde el enfado con lo que hice o no hice, lo que sucedió… hasta mi negociación con la vida misma y la rendición a lo que hay y como puedo hacer para seguir viviendo; incluso a veces la vida nos sorprende sintiendo que hemos aprendido… a apreciar más lo que tenemos, a decir más veces te quiero, a ayudar a otros. Y sobre todo a estar agradecido de la suerte de haber tenido a nuestro ser querido y de lo que nos ha dejado.
Todos tenemos la capacidad para elaborar el duelo, pero necesitamos de valentía para pedir ayuda cuando sintamos que solos no podemos, en estos días que tenemos que estar en casa, y en algunas ocasiones estamos solos, debemos recordar que hay muchas personas a las que podemos recurrir, con quien compartir como estamos, amigos, familiares, profesionales, en TALITHA seguimos atendiendo en nuestro teléfono 674 85 95 68.
En la intimidad que da el quedarnos en casa, podemos hacer muchas cosas, los rituales que nos ayuden a homenajear a nuestro ser querido nos harán bien. Escribir una carta o un diario, expresando lo que estamos viviendo, también pensemos en los niños, que pueden hacer por ejemplo un dibujo, organizar un altar donde poder hablarle/orar, con fotos, velas, algún objeto de nuestro ser querido, o una caja de recuerdos.
Cada persona se apoya en sus propias herramientas, Emi, después de su duelo elaborado, nos cuenta así lo que a ella le ha ayudado: “Durante el proceso de mí duelo. Tras la muerte de nuestro hijo. Experimenté otros dos sentimientos muy importantes: El de gratitud y Paz. Gratitud a Dios porque en esos momentos tan duros de mi vida, lo seguía sintiendo muy cerca de mí. Empecé a compartir la Eucaristía en el Monasterio de nuestras queridas hermanas las Carmelitas Descalzas. De ahí tomaba fuerza. Sintiendo esa Paz interior. Pensaba que el Señor me estaba dando la mejor medicina para mi dolor. El poder recibirlo cada día. (Cuidando mi fe). Contribuimos (junto con otros cuatro matrimonios) al nacimiento de la Asociación TALITHA. Para ayudar a todos aquellos padres que lo necesitasen. Vivo LA ESPERANZA, de que un día volveremos a encontrarnos con nuestro hijo. Entonces será él quién nos acompañe ante la presencia de nuestro Señor, de la que él ya goza”.
Conchi, recuerda su aprendizaje: “El dolor que no se habla, gime dentro del corazón, hasta que lo rompe. Nos dejamos acompañar por palabras de consuelo que nos impulsan a andar el camino. – ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? -Lc 24.5. Ojalá vosotros, como yo, en la oración encontréis el ánimo para amar la vida para hacerla luminosa”
José Carlos Bermejo, Religioso Camilo, dedicado a humanizar el mundo de la salud mediante el cuidado de la persona, y que tendremos en Albacete muy pronto, dentro de las Jornadas Sociales que organiza TALITHA (están aplazadas, os diremos la fecha en cuanto el estado de alarma no deje), decía en una reciente entrevista: “Necesitamos el dinamismo de la esperanza. Es propio de la esperanza lamentarse, en un primer momento. El que se lamenta es porque desea que las cosas sean de otra manera. Ahora bien, el que se instala en la lamentación no arranca el dinamismo de trabajar porque se haga realidad lo que anhela. Por eso, es penoso recrearse en el drama. Es saludable desahogarse y expresar los sentimientos, y a la vez, comprometernos responsablemente con lo deseado, confiando en nuestros recursos, en los demás, en los recursos del corazón, en Dios mismo”. Esta actitud nos llevará a realizar las tareas del duelo. Lo importante, sigue Bermejo: “es no cargar las tintas sobre el valor de la presencia física en estos instantes, cultivar una mirada más amplia que lleve a tomar conciencia de que el final ha sido un proceso más largo, no solo el de separación y aislamiento. Se puede leer como un acto de amor a la salud propia y de la comunidad”. “La dimensión espiritual es un factor que protege la resiliencia, la posibilidad de crecer en la situación traumática”.
El amor es más grande que el miedo, y en TALITHA nos ayuda a cuidar con compasión a quienes llegan a nosotros buscando ayuda.