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27 de agosto de 2023

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Un grupo de jóvenes de la Diócesis de Albacete, junto con otros de Almería, Córdoba y Alicante, volvieron a la Comunidad Ecuménica de Taizé tras la pandemia para reunirse con miles de jóvenes del resto del mundo. Han sido días en los que han compartido momentos de oración, diálogo, acogida y convivencia. Todo ello, con el objetivo fundamental de descubrir a Cristo desde lo más esencial de la fe. Hablamos con ellos para conocer su testimonio:

-Inés Abellán (16 años) es la primera que peregrina a Taizé. Cuéntanos, ¿con qué te quedas?

-Creo que me llevo muchas cosas. He aprendido mucho sobre otras culturas hablando con jóvenes de diferentes países. He profundizado en la fe ya que, en cuanto llegué, todos los prejuicios que tenía sobre Taizé se desmoronaron. Descubrí que es un lugar precioso, lleno de naturaleza y, donde mires, es perfecto para rezar y dar las gracias por mis amigos y mi familia».

-Alfonso Ballesteros (24 años) también se estrena en Taizé. ¿Ha cambiado algo en ti este viaje?

-No conocía de nada Taizé, y tampoco me movía mucho en el ambiente de la Iglesia. Vine muy predispuesto a todo, pero nunca pensé que me iba a llenar tanto. Desde el primer instante me sentí muy acogido y en paz. Día a día, estas emociones se hacían más intensas y sentía a Dios muy cerca de mí».

– Manuel Jaquero (62 años), háblanos un poco del fundador de Taizé, el hermano Roger:

– De joven, hace más de 40 años, en el seminario de Albacete, estaba yo de visita y alguien me dijo «a ti que te interesa el ecumenismo, aquel es el H. Roger de Taizé». Lo vi de lejos unos segundos pero, lo único que sabía de la comunidad era que se organizaban encuentros europeos de jóvenes todos los años en Año Nuevo. ¿Quién me iba a decir a mí que muchos años después iría a Taizé, y volvería inspirándome en el H. Roger y ver su legado espiritual?

– Martín (25 años) de La Roda, durante tu semana en Taizé, ¿cómo ha cambiado tu relación con Dios?

– Más que cambiado, yo diría que se ha reforzado. Durante los últimos años, tuve momentos en los que perdí la esperanza y sentí a Dios muy lejos a veces. Pero venir otra vez aquí alimentaba mi fe, ya que Taizé es una fuente de confianza. Oirás a mucha gente decir justo eso, pero el reto es mantener viva esa fe el resto del año en tu vida cotidiana. Si has ido a Taizé, sabes de lo que te hablo, y te invito a llevar parte de lo vivido allí a tu vida cotidiana. Yo lo voy a intentar y, con la ayuda de Dios, estoy seguro de que lo conseguiré. Venir aquí me ha recordado que Él siempre estuvo, está y estará a mi lado.

– Iris (20 años), después de la semana vivida, ¿cómo definirías qué es Taizé?

– Taizé trata de descubrir el sentido de la vida, que es la vida misma. Vivir en paz y dar amor, dando tanto que, a veces incluso te seques por los demás. Que tu vida sea testimonio, salir adelante y no hundirte. Ha sido uno de los mejores viajes de mi vida. Llegué muy predispuesta a escuchar y a pasármelo bien, y sabía que esta experiencia iba a ser muy valiosa en el proceso de sanación de mis heridas. En Taizé, me he recuperado a mi misma y he podido vivir con mi comunidad y disfrutar de un momento especial con cada uno de ellos. Doy gracias a Dios por cada momento en el que he podido ser esa esponja que se empapa escuchando. Me llevo, además, una visión de la oración única y universal.

– María Honguero (17 años), has oído decir en varias ocasiones que «Taizé no cambia, Taizé te cambia». ¿Dirías que Taizé te ha cambiado? ¿De qué manera?

– Taizé ha cambiado mi forma de percibir ciertas cosas. Por ejemplo, los prejuicios que tenía sobre la Iglesia antes de llegar. Esto es porque la impresión que tenemos de los curas y las monjas es de personas lejanas a nosotros y, a veces, inaccesibles. Pero, cuando llegas aquí, te das cuenta de que estos, y los hermanos de Taizé son abiertos, se quedan por la noche para hablar con los jóvenes que lo necesitan y, en las charlas, hablan para todo el mundo. Taizé también me ha hecho ver, que no se necesita mucho para vivir bien. Aquí todo es muy sencillo y humilde y, aunque un asiento con respaldo sea más cómodo, se puede prescindir de él.

– Santiago Hernández (23 años), háblanos de tu trabajo en Taizé. ¿Dónde has hecho voluntariado? ¿Has experimentado algún descubrimiento?

“Cadole” como nombre oficial y limpiar basura como nombre encubierto. Ha sido un trabajo duro y, desde luego no esperado, pero que con el paso de los días nos dábamos cuenta de su importancia. Básicamente, mi trabajo consistía en estar en el punto limpio de Taizé y reciclar. Una experiencia de disconfort y evolución sería mi definición, pero que repetiría sin duda alguna. Mucha gente no habría seguido con este trabajo durante la semana pero, quizá ha sido Dios quien nos ha elegido para esta tarea. Me siento afortunado, aunque también calado y feliz, impregnado por esta experiencia en Taizé. Ha sido todo un descubrimiento personal, grupal y de vida.

-Ruth García (17 años) también para ti ha sido el primer año que has venido a Taizé. ¿Qué has descubierto?

– He notado la evolución y el sentido que ha ido tomando esta experiencia desde el principio. Antes del viaje podría decirse que tenía una visión del perdón y de la fe algo borrosa y distorsionada. Pero, esto ha cambiado completamente gracias a las reflexiones en la iglesia, en el grupo y con los hermanos de Taizé. Lo que más me ha marcado ha sido sentir esa fe de Dios en mi para que yo me quiera y me respete como intento hacer con los demás, volviendo de allí con el corazón mucho más lleno que antes.

– Kiko Muñoz (33 años), ¿podemos seguir disfrutando de la oración de Taizé semanalmente aquí en Albacete?

– Después de 15 años ininterrumpidos, creo que se ha creado algo sorprendente. Tener un punto de referencia en el que compartir la belleza de la oración común de un modo tan sencillo y profundo, es algo por lo que merece la pena seguir trabajando.

En la parroquia de San José de Albacete tenemos esa gran suerte que es de todos. Todos los miércoles a las 20:30 h. viene gente con una historia de vida totalmente diferente a la que tiene al lado y comparten esas cruces, respiran juntos, cantan juntos para unirse en lo que todos tenemos en común: Jesús.

Ha venido gente de paso por Albacete, que sabía que la oración estaba ahí desde la web de Taizé; gente de varias parroquias de la ciudad; personas de otras confesiones, agnósticos y ateos. Es un punto de paz, de comunión y reconciliación que debe estar ahí. Seguiremos, y os esperamos para rezar juntos.