
Sor Patricia profesa sus votos solemnes como clarisa en Villarrobledo

Sor Patricia profesa sus votos solemnes como clarisa en Villarrobledo
15 de junio de 2025
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Coincidiendo con la Jornada Pro Orantibus (por quienes oran), que la Iglesia celebra este domingo, solemnidad de la Santísima Trinidad, nos hacemos eco de la celebración que tuvo lugar el 8 de junio en el Monasterio de San Juan de la Penitencia de Villarrobledo, donde Sor María Patricia de la Divina Misericordia profesó sus votos solemnes como contemplativa clarisa.
La Eucaristía fue presidida por el obispo de la Diócesis, Ángel Román, quien expresó su profunda gratitud y alegría por la entrega definitiva de esta joven al Señor. “Son un regalo. Sois el pulmón de la Diócesis, el pulmón de todos nosotros”, afirmó durante la homilía, en la que pidió a los fieles cuidar y valorar a las comunidades contemplativas que, desde el silencio y la oración, sostienen espiritualmente a toda la Iglesia.
Con apenas 30 años, Sor Patricia da un paso definitivo tras nueve años de preparación en el convento. “Los votos son un ofrecimiento. Es algo muy serio y muy importante Es al mismo Dios a quien entrego mi vida voluntariamente”, explicó la nueva profesa solemne. Por medio de los votos de pobreza, castidad, obediencia y clausura, se une para siempre a la vida contemplativa según la regla de Santa Clara.
Su vocación, dice, es un don recibido desde la infancia. “Desde muy pequeña me atraía la vida de oración. Siempre decía a mis padres que quería ser monja, ser solo para el Señor”. Fue precisamente a través del testimonio de sus padres y su creciente devoción a la Divina Misericordia como fue percibiendo la llamada. “Al ver la imagen de Jesús Misericordioso, sentí que Él me llamaba a seguirle, que me quería solo para Él”.
Una comunidad viva y alegre
La comunidad de Clarisas de Villarrobledo está formada actualmente por diez hermanas, que vivieron la jornada del domingo con “mucha alegría e ilusión”, acompañando a Sor Patricia en este paso definitivo. “Somos espejo para los demás que buscan en nosotras el rostro de Dios”, explica la joven hermana. “Nuestra vida escondida en clausura, entregada totalmente a Dios, es un signo para todos los hombres. Con ella mostramos que Dios existe y que sólo en Él el corazón encuentra la felicidad”.
Desde la clausura, las clarisas y las otras órdenes contemplativas rezan por el mundo, por la Iglesia y por cada persona que llama a su puerta. Son, como recordaba el obispo, un testimonio silencioso pero elocuente de la primacía de Dios en medio del ruido del mundo.
La celebración de la profesión solemne de Sor Patricia no sólo fue una fiesta para el convento, sino para toda la Diócesis, que encuentra en esta entrega un motivo de esperanza y renovación. Como expresó el obispo, “estamos llamados a corresponder y a cuidarnos mutuamente”.
Villarrobledo y todos los presentes se unieron en acción de gracias por la vida consagrada, y especialmente por la de Sor María Patricia de la Divina Misericordia. Su “sí” definitivo resuena como un signo de que Dios sigue llamando, y hay quienes escuchan y responden con generosidad y alegría.