10354

10354

12 de abril de 2020

|

113

Visitas: 113

¡HA RESUCITADO! Y la Iglesia, es decir, todos y cada uno de nosotros, tenemos que gritarlo y anunciarlo.

Hoy celebramos el momento más importante de todo el año litúrgico, celebramos la mayor fiesta del cristiano. Jesús ha resucitado y todo tiene sentido. Todo se hace nuevo, Jesús nos ha salvado. Parece incoherente que, en medio de todo lo que vivimos desde hace semanas, podamos gritar de felicidad, pero así es.

Muchos de nosotros vivimos la Vigilia Pascual como un resumen de todo lo vivido durante el año, una “explosión” de rostros, vidas y momentos compartidos, momentos de gratitud y de búsqueda, abrazos de felicidad… Metas y retos empujados por la fuerza del Espíritu, la Fe y la Palabra.

La dura Cuaresma que hemos vivido nos ha envuelto en el dolor, la soledad, la duda y la tristeza. Pero RESUCITAR ES TIEMPO DE CONFIANZA, saber que no estamos solos, que Dios nos quiere, que estamos vivos, que tenemos que renovar ilusiones, logros, luchas…; imaginar caminos, dar y compartir nuestro tiempo, sonreír… Resucitar es tener la esperanza de que algún día nos reuniremos con el Padre y con aquellos que se han marchado, aquellos que un día abrazamos, quisimos….

Confesamos que “al tercer día resucitó de entre los muertos”, pero, ¿lo vivimos interiormente? Este año no celebramos físicamente la liturgia del fuego y del agua, aunque llevamos impreso en nuestro corazón el fuego del Espíritu y el agua del Bautismo y, por eso, podemos ser TESTIGOS de la Resurrección, y ahora más que nunca. Así, con palabras o con obras, estamos diciendo al mundo que estamos felices porque creemos en la Resurrección. ¿Y acaso no es la felicidad el anhelo más grande de la persona? Así se proclama, así se contagia. Y así llega a los adultos que un día deciden acercarse a la Iglesia y convertirse en cristianos.

Nuestra Diócesis lleva viviendo desde hace tiempo la alegría de que una joven pida recibir los Sacramentos de Iniciación. La hemos acompañado, con la presencia de nuestro Obispo, en el “rito de admisión” y en el “rito de la inscripción del nombre”. En la Vigilia Pascual, tendría que haber recibido los sacramentos pero las circunstancias no lo han hecho posible. Su experiencia debe ser estímulo para querer ser testigos y contagiar nuestra alegría cristiana.

Mariana es una joven peruana, de 21 años, que lleva muchos años viviendo en Albacete.  Estudia primero de Bachillerato y hace 2 años decidió dar el paso de prepararse para recibir el Bautismo, la Eucaristía y la Confirmación. De la mano de su tía, la que será su madrina, se acercó a la parroquia de Ntra. Sra. de las Angustias y S. Felipe Neri donde, desde entonces, se está preparando.

¿Por qué decidiste emprender este camino del catecumenado? 

Porque me sentía preparada y quería saber más sobre la Palabra de Dios. Creo en Dios y he querido volver a acercarme a Él para aprender. Tengo un sentimiento bueno (de paz conmigo misma) cuando salgo de la Misa, cuando termino la catequesis o cuando ayudo a una persona.

¿Qué es lo que más te ha gustado, y lo más difícil, de todo el proceso? 

Me ha gustado aprender a conocer y sentir la cercanía de Dios. También cuando leíamos la Biblia y cuando aprendíamos de la vida de algunos santos. El tema que me ha costado un poco entender fue que Dios, Jesús y el Espíritu Santo son lo “mismo”.

¿Cómo crees que será tu vida después de recibir los Sacramentos de Iniciación?

Creo que va a ser una experiencia muy importante en mi vida. Haberme acercado a Dios me transmite un sentimiento bueno de paz y al encontrarme con la comunidad cristiana me siento acogida. Y me alegra haber tenido una preparación muy bonita con mis catequistas, Mª José y Amparo, que me han ayudado y enseñado mucho en este recorrido. Siento que quiero ser una buena cristiana, aprender cada día…, y ayudar a los demás con el corazón. Quiero que mi compromiso sea esforzarme cada día para estar más cerca de Dios y poder ayudar a los que me “rodean”. La verdad, espero seguir en algún grupo para seguir aprendiendo más.

Querida Mariana, no has podido recibir los sacramentos en esta Santa Noche. Pero la Iglesia sigue cogida de tu mano, recordándote que solo Cristo es el CAMINO, la VERDAD y la VIDA. Grita con nosotros ¡HA RESUCITADO!