17 de marzo de 2024

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Hoy la Iglesia celebra el Día del Seminario. Uno de cuatro seminaristas de Albacete es Pedro Martínez. Es natural de La Roda y tiene 22 años. Desde pequeño ha ido creciendo en una familia cristiana en la que le han educado en valores y en la fe de la Iglesia. Una fe vivida en la Parroquia del Salvador de La Roda. Los últimos cuatro años ha vivido en Albacete estudiando Economía en la Universidad. Al terminar la carrera, ha dado el paso para entrar al Seminario el pasado mes de septiembre. 

 

¿Cómo decidiste dar el paso para entrar al Seminario? 

Siempre he sido un chico creyente y con inquietud hacia las cosas de Dios, aunque durante la adolescencia no practicaba demasiado. Limitaba mi fe a las tradiciones, pero no vivía una fe personal sino heredada. En los años que he vivido en Albacete, como estudiante, he conocido a jóvenes cristianos que vivían su fe, y gracias a la experiencia de fe en comunidad pude acercarme más a la Iglesia y a Dios. En ese proceso de acercamiento a Dios nació en mí, poco a poco, la inquietud vocacional, viendo que Dios me pedía una entrega total.

Algo clave en mi proceso vocacional, creo que ha sido descubrir la grandeza de la Eucaristía, tanto en la misa como en la adoración eucarística, eso fue un punto de inflexión para mí. 

Sin embargo, quise terminar mi carrera antes de dar un paso definitivo, y durante un año y medio estuve acompañado por un director espiritual hasta que vi que estaba preparado para entrar en el Seminario. 

Has iniciado tu camino de formación en el Seminario este año. ¿Qué vas descubriendo?

Estuve casi dos años pensando en entrar, creo que hasta que no estás dentro no puedes comprobar si este camino es el idóneo y si es el plan de Dios para ti. 

De estos meses que llevo en el Seminario me quedo con dos cosas. Por una parte, gracias a la vida espiritual, pero también a la formación que recibimos, he visto como estoy llamado a estar cada vez más cerca de Dios. Y de esa manera, en las actividades de pastoral, he visto como estoy llamado a llevar a las personas a Dios. Siendo consciente de que estos años de formación en Cuenca, donde he tenido una acogida buenísima, me servirán para poder dar lo mejor de mí en la diócesis de Albacete el día de mañana. 

¿Te costó dar el paso?

Aunque tardé casi dos años en entrar desde que comencé a planteármelo, diría que no, aunque eso no quita que no hubiese momentos de duda o miedo en el tiempo que estuve pensándomelo. En mi caso, tardé más en entrar porque quería terminar la carrera que había empezado y porque me parecía una decisión tan importante para mí que quería reflexionarlo bastante antes de dar el paso. 

Además, he tenido mucha ayuda para dar este paso, tanto por el apoyo de mis padres y mi hermana como el del resto de mi familia y amigos, como también el gran apoyo que he recibido desde mi Parroquia del Salvador de La Roda. 

¿Cómo puede uno descubrir la vocación sacerdotal siendo joven?

Lo resumiría en que para descubrir la vocación hacen falta dos cosas, la llamada de Dios y la respuesta de aquel que ha sido llamado. 

Creo que el descubrimiento de la vocación nace de algo clave, tener una relación personal con Cristo. Si es así, se hace fundamental preguntarse por la misión que Dios ha pensado para ti.

Para ello, creo que es fundamental la vivencia de fe en comunidad, la formación para conocer más a Dios y vivir los sacramentos, en especial la Eucaristía y la Reconciliación. Ahí es donde nos encontramos cara a cara con Cristo y solo ahí vamos a poder ver a qué nos llama. Pero después, hace falta la respuesta, y para eso es fundamental la valentía y la confianza en que Dios sabe cuál es nuestro camino de felicidad. Si ese camino es el sacerdocio, a Dios nadie le gana en generosidad, nos dará mucho más de lo que seamos capaces de soñar. 

Sin olvidarme de que la vocación siempre tiene mucho que ver con la Virgen María, si alguno tiene dudas creo que recurrir a Ella es la clave.