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28 de febrero de 2021

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El pasado 8 de diciembre de 2020, el papa Francisco publicaba la carta apostólica Patris corde (“Con corazón de padre”) y dedica el 2021 como año de San José. El motivo de este mensaje era la celebración del 150 aniversario de la proclamación por Pío IX de San José como patrono de la Iglesia Católica. Pero la intención va más allá de la efeméride y el recordatorio histórico: repetidamente ha manifestado Francisco su devoción por quien “con corazón de padre, así amó José a Jesús”. El papa que en Evangelii gaudium proponía que la Iglesia sea madre y no aduana, que reivindica una humanidad hermanada (Fratelli tutti) y que propone el cuidado de la Creación (Laudato Si’) y del hermano como camino de la paz (Mensaje para la LIV Jornada mundial de la paz) ve en el esposo de la virgen María y padre legal de Jesús, la figura de una espiritualidad basada en la protección de la vida, la valoración de la sencillez y el trabajo, así como en el desarrollo de la ternura y la acogida.

También san Juan Pablo II había dedicado a San José una exhortación apostólica: Redemptoris custos(1989) en la que entendía el patrocinio de San José para toda la Iglesia como una llamada a la evangelización y no solo como petición de auxilio -que también- ante los problemas y peligros que la acechan. Y, para provecho del ejemplo que san José podía ofrecer a todos los cristianos, subrayaba el papa polaco el primado de la vida interior, el trabajo como expresión del amor, pero, sobre todo, el servicio de su paternidad, por la cual, ejercía con humildad la importante custodia del salvador que le convertía en “el depositario del misterio de Dios”.

El magisterio del papa Francisco sabe aunar la hondura de la doctrina cristiana con la urgencia de los problemas y situaciones personales y sociales de hoy. Y así, los sucesivos epígrafes de la carta, siempre sobre su base bíblica y por medio de una lectura cordial, directa y de la Palabra de Dios, van enfocando progresivamente las dimensiones de fe y caridad que se reúnen en el fiel José: padre amado, padre en la ternura, padre en la obediencia, padre en la acogida, padre de la valentía creativa, padre trabajador, padre en la sombra. Facetas y tareas de la fe que el papa sabe relacionar con la crisis de la pandemia, la arrogancia de los poderosos, la gratitud por los que cuidan de los demás, el papel de los abuelos, la difícil tarea de “hacerse padre” respetando el misterio que siempre es un hijo, los inmigrantes, las familias… Como el buen escriba del evangelio (Mt 13, 47-53) este maestro de la lectura creyente de la Biblia y de la realidad cotidiana que es Francisco, hace resonar la Palabra de Dios en los pliegues, en las entretelas, del alma humana de los hombre y mujeres que se debaten día a día, como lo hiciera san José, por cuidar de su familia, dar dignidad a la vida con el trabajo, afrontar con esperanza las serias condiciones que imponen las diferentes circunstancias de la vida real, la que se vive en el hogar, el trabajo y la calles de ciudades y pueblos de todo el mundo.

Pero, además de iluminar los aspectos con los que San José inspira una espiritualidad y una vida cristiana más enraizadas en la gracia y el amor de Dios, también se desprenden propuestas para la Iglesia: cuidar, servir y, cuando sea preciso, yendo más allá de temores e inercias, poner en juego esa “valentía creativa” propia de los santos, de los padres y de los pastores atentos a la vida misma. Por eso, este año dedicado a san José debería servir de acicate a esa otra propuesta que hacia el papa en Evangelii gaudium y que se recogía en el Plan de Acción Pastoral de nuestra diócesis: la “conversión pastoral”.

Que la intercesión y el ejemplo de la corresponsabilidad de San José con el proyecto salvador de Dios nos permitan impulsar en nuestras parroquias, asociaciones y movimientos eclesiales una evangelización auténtica, que pasa de preocuparse solo por lo que ya hacemos, por lo de “dentro”, por las formas y las normas, a una Iglesia en salida, capaz de dialogar con el mundo al que quiere anunciarle el Evangelio, al que quiere llevar, con José, a Jesús y su madre.