6 de mayo de 2024
|
236
Visitas: 236
Querido D. Ángel:
La comunidad diocesana de Albacete se congregó aquí el 17 de noviembre de 2018 para dar inicio a su ministerio episcopal entre nosotros. Hoy elevamos aquí nuestra acción de gracias a Dios por lo dones recibidos durante su pontificado y para agradecerle a usted su generosa entrega a la misión recibida.
Lo hacemos el día en que recordamos el sexagésimo noveno aniversario de la dedicación de este templo como nuestra Catedral. Todos los bautizados aquí presentes (fieles laicos, sacerdotes, diáconos, religiosas y religiosos, miembros de sociedades de vida apostólica…) sois “piedras vivas, que entráis en la construcción de una casa espiritual para un sacerdocio santo, a fin de ofrecer sacrificios espirituales agradables a Dios por medio de Jesucristo”. Sois la Iglesia, el pueblo santo que el Señor Jesús Resucitado, piedra angular, edifica sobre el cimiento de los apóstoles. Somos la Iglesia que hoy ofrece su afecto, oración, comprensión y solidaridad al que ha sido su pastor y obispo, su Cabeza y primer servidor durante los últimos seis años.
Agradezco de todo corazón la presencia esta tarde de Mons. Francisco Cerro Chaves, nuestro arzobispo metropolitano de Toledo y de su obispo auxiliar y secretario general de la Conferencia Episcopal Español, Mons. Francisco César García Magán; de Mons. Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo emérito de Toledo; del señor Obispo de Ciudad Real, Mons. Gerardo Melgar Viciosa; del señor obispo emérito de Sigüenza Guadalajara, Mons. Atilano Rodríguez Martínez y de D. Ángel Rubio Castro, obispo emérito de Segovia. Se unen a esta celebración en la oración y con mensajes de afecto a D. Ángel los señores obispos de Cuenca y Sigüenza Guadalajara y los que han sido nuestros obispos: D. Victorio Oliver, D. Francisco Cases y nuestro obispo emérito D. Ciriaco Benavente. Además de compartir el afecto con el que esta tarde todos queremos rodear a D. Ángel, su presencia nos hace visible la comunión con la Iglesia universal que genera la sucesión apostólica. Esa misma comunión expresa la presencia de los señores vicarios generales de Cuenca, Sigüenza-Guadalajara y Ciudad Real.
Al reconocimiento eclesial que hacemos esta tarde, se une el reconocimiento de la sociedad en la que la Iglesia vive y a la que la Iglesia desea servir. La presencia de autoridades civiles, judiciales y militares, y de representantes sociales y culturales es un signo del espíritu de unidad y colaboración entre diferentes ámbitos sociales, fundamental para construir una comunidad fuerte y cohesionada en torno a la búsqueda del bien común. Gracias por su presencia al señor presidente de la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, al señor presidente del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha, a la señora vicepresidenta primera de las Cortes de Castilla La Mancha y al fiscal jefe de la Audiencia Provincial, al señor alcalde y miembros de la corporación municipal del Ayuntamiento de Albacete, al señor presidente de la Diputación Provincial y a todas las autoridades civiles y militares.
Querido D. Ángel: Por amor a Cristo y a su iglesia vino a esta tierra como nuestro obispo. Por el mismo amor a Cristo y a su iglesia presentó su renuncia por motivos de enfermedad. En nombre de todos: ¡Gracias por su testimonio apostólico!