23 de enero de 2022
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Así como, por disposición del Señor, San Pedro y los demás Apóstoles forman un solo Colegio Apostólico, de igual modo se unen entre sí el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, y los Obispos sucesores de los Apóstoles. De esta manera constata el Concilio Vaticano en la constitución dogmática Lumen Gentium, el vínculo de unidad y comunión que existe entre los obispos y el Santo Padre, Obispo de Roma. Una de las manifestaciones de esa comunión es la llamada visita ad limina Apostolorum, que, cada cinco años, o por un periodo mayor, establece el Código de Derecho Canónico (C. 399): el Obispo Diocesano debe presentar al Romano Pontífice una relación sobre la situación de su diócesis, acudiendo a Roma, para venerar los sepulcros de los Apóstoles Pedro y Pablo.
La expresión que da nombre a esta práctica de la Iglesia, visita ad limina Apostolorum, puede traducirse como visita a los templos de los Apóstoles, con la finalidad de venerar sus sepulcros y ser recibidos por el Papa, presentando una relación sobre el estado de la diócesis en los últimos años, que comprende toda la actividad desarrollada durante ese periodo. Es un acto eclesial que pretende fortalecer la comunión jerárquica con el sucesor de Pedro, y la responsabilidad de los obispos como miembros del Colegio Episcopal. La comunión con el Romano Pontífice es esencial en la misión que cada obispo ha recibido. La visita ad limina permite al Santo Padre ejercer su ministerio pastoral al recibir a los pastores de las iglesias particulares y tratar con ellos cuestiones relativas a su misión pastoral. Es un acto que expresa la unidad de la Iglesia, al frente de la cual se encuentra el Romano Pontífice, y que permite expresar la comunión de los obispos de todo el mundo con él.
La Iglesia fue fundada por el Señor sobre los Apóstoles y edificada sobre la roca de Pedro (tu eres Pedro, y sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia -Mt 16, 18-, le dirá Jesús a Pedro). Pedro recibió la misión de confirmar a sus hermanos en la fe, y esta misma misión sigue realizándola el Santo Padre cuando se encuentra con sus hermanos los Obispos de todo el mundo y comparte con ellos las preocupaciones por toda la Iglesia. Así mismo, conociendo de primera mano el caminar de cada iglesia diocesana, el Papa ejerce su cometido de velar por todas las Iglesias, haciendo suyas las preocupaciones y las esperanzas de cada iglesia particular. En el encuentro personal con cada obispo se consolida la unidad fundada en una misma fe, esperanza y caridad.
La visita ad limina también permite dar a conocer y apreciar mejor el patrimonio de valores que toda la Iglesia ha difundido por el mundo en su labor apostólica. Aunque el esquema pueda variar con el paso del tiempo, lo fundamental se mantiene: el informe que se prepara en los meses anteriores, recabando información de todas las delegaciones y demás ámbitos pastorales y administrativos de la diócesis, se envía a la Santa Sede con antelación a la visita del obispo a Roma. Llegado el momento de la visita, el obispo se entrevista con los cardenales, obispos y prelados responsables de cada organismo de la Curia Romana. Es recibido en audiencia por el Papa con quien departe sobre el motivo de la visita y otros asuntos que el Papa quiera tratar. El Santo Padre dirige a todos los obispos presentes un discurso que resume las informaciones recibidas sobre la situación de cada una de las Iglesias, sombras y esperanzas, animando en el caminar conjunto. El obispo visita las basílicas de San Pedro en el Vaticano y de San Pablo Extramuros para venerar las tumbas de los dos Apóstoles.
La visita ad limina es una ocasión propicia para hacer balance de lo realizado y pensar en líneas de actuación y campos donde renovar la acción pastoral de la Iglesia.
Desde mañana, lunes 24 de enero, y durante toda la semana, nuestro Obispo, junto con los demás Obispos de la Provincia Eclesiástica de Toledo, estará en Roma, junto al Santo Padre, con este cometido. De alguna manera toda la Diócesis estará con él, porque nos hará presentes a todos. Acompañémosle con nuestra oración durante estos días, rezando por él y por el Santo Padre, y por toda la Iglesia Diocesana. Que este gesto de comunión nos haga crecer a todos en el amor a la Iglesia y en la conciencia de pertenecer al único rebaño de Cristo, reunido bajo el cayado del Buen Pastor, bajo el cuidado y el desvelo de Pedro.