1 de noviembre de 2024

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]S[/fusion_dropcap]in duda, cuando llega noviembre, en nuestras ciudades y pueblos surge una nostalgia y un recuerdo por aquellas personas que ya no están con nosotros. Durante estos días, muchas personas acudimos a los cementerios a visitar nuestros familiares y amigos que han fallecido.

Frente a otras celebraciones, la fe cristiana nos invita en estos días a vivir la luz, la gloria, la vida y el amor que no termina.

La fiesta de Todos los Santos y de los fieles difuntos son, sobre todo, una fiesta de esperanza, porque sabemos que la muerte no tiene la última palabra. Creemos en el Dios de la vida, del amor y de la resurrección.

El día 1 de noviembre recordamos a todos los santos que la Iglesia ha elevado a los altares, pero también a tantas personas buenas que todos conocemos, quienes de una manera sencilla y humilde han mostrado su fe y han amado a los demás.

Esta semana iremos a visitar a nuestros seres queridos al cementerio. Ojalá que en cada uno de nosotros se encienda la luz de la vida eterna. Nos entristecemos porque amamos, pero nuestra tristeza no es amarga, sino cargada y llena de esperanza.

La mejor manera que tenemos estos días de recordar a todas las personas queridas que han pasado a la casa del Padre es rezando por ellos y ofreciendo la Eucaristía en su memoria; este es, sin duda, el mayor gesto de cariño y amor que podemos ofrecerles.

Celebrar la Solemnidad de Todos los Santos y la Conmemoración de los fieles difuntos es un motivo para la gratitud por tantas personas que han pasado por nuestro mundo haciendo el bien, y, a la vez, una invitación a vivir nuestra propia llamada a la santidad, amando de corazón a nuestros hermanos y anunciándoles la buena noticia del Evangelio.

Francisco Callejas
Párroco de Pozo Cañada