12 de septiembre de 2021
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Albacete, 12 de septiembre de 2021
Un saludo cordial a todos: sacerdotes, diáconos y seminaristas, miembros de la vida consagrada, presidente y miembros de la Real Asociación de Ntra. Sra. de los Llanos, Sr. Alcalde, Vicealcalde y Corporación Municipal, autoridades civiles, judiciales y militares, Albaceteños, devotos de la Stma. Virgen de Los Llanos, hermanas y hermanos todos en el Señor. Santa María de Los Llanos es nuestra joya más preciada, nuestro tesoro más valorado, nuestra ayuda y protección más deseada. En Élla tenemos un puente seguro y luminoso para encontrar a Dios, para llenaros de su misericordia y amor y para, desde El, amar, servir y ayudar a los demás, sintiéndonos hijos de María y miembros e hijos de la Iglesia.
Nos acercamos en esta mañana a Ntra. Sra. de Los Llanos, recordando que Élla es, ante todo, madre y modelo; Madre de Dios y madre nuestra; y modelo de discípula, de cristiana, que sigue fielmente a Jesús y le imita. Desde muy niños, muchos de nosotros, aprendimos a conocer la bella imagen de Santa María de Los Llanos y a rezarla. Y muy pronto descubrimos que la Virgen María es para nosotros un don de Dios, un regalo maravilloso que Él nos hizo junto a su Cruz.
Regalo primero para el mismo Dios, que no podía encontrar una Madre mejor para su Hijo Jesús que María: sencilla, humilde, buena, entregada, llena de gracia y dispuesta a cumplir fielmente la voluntad del Señor. Y un regalo también para nosotros, pues la misma Madre de Dios es, a la vez, nuestra madre: sin mancha de pecado, humilde, generosa, fiel, llena de santidad, de fe, de esperanza, de amor. Por ello damos gracias a Dios constantemente, por haber elegido a María como su Madre y porque nos la ha dado también a nosotros como madre nuestra que desde el cielo nos ayuda constantemente y nos ilumina con la luminosidad de su amor maternal.
Al contemplar a María en su advocación de Los llanos, se nos esponja el corazón al ver cómo Dios tiene con nosotros detalles de amor que nos dejan desconcertados por su grandeza, pero alegres por su gran amor. Y uno de estos detalles es la Virgen María. Élla, en el proyecto amoroso y redentor de Dios, aporta la ternura, la ilusión, la limpieza de la fe, la entrega de la caridad, la esperanza de nuestra espera, la dulzura de una buena madre. Dios ha querido fijarse en una mujer joven para hacerse presente en el mundo de una forma natural, a la vez que sorprendente e inesperada. Dios se hace hombre y toma un cuerpo humano. Y María, habiendo consagrado su virginidad a Dios, recibirá el regalo de su maternidad. Virgen y Madre a la vez. A través de María Dios se hace cercano a los hombres. En María nos encontramos con Dios y, en ella y junto a ella, encontramos siempre a su Hijo, a Jesucristo.
Nuestra mayor alegría en esta fiesta en honor de Santa María de Los Llanos es caer en la cuenta, una vez más, que María es la Madre de Dios y nuestra madre. Y junto a Dios en el cielo, María todo lo puede. Así lo expresó la Iglesia públicamente en el Concilio de Éfeso en el siglo V, donde solemnemente los Padres Conciliares proclamaron a María como Madre de Dios, la “Theotocos”, la que dio a luz a Dios. ¡Cómo vibraban gozosos por su fe aquellos cristianos al ver reconocida la Maternidad divina de María! ¡Cómo debemos vibrar nosotros al conocer por la fe que María es la Madre de Dios y nuestra madre del cielo! Recordamos hoy este don y este privilegio de María como Madre de Dios, concedido por Dios-Padre, porque todas las gracias, virtudes y perfecciones que adornan y embellecen a la Virgen María, son para nosotros, como hijos suyos, motivo de inmensa alegría y, a la vez, de seguridad y confianza para pedir en todo momento su ayuda y protección.
Junto a la alegría de saber que María es la Madre de Dios y nuestra madre, encontramos que ella es el mejor modelo de cristiana a imitar, porque ella fue la mejor y más fiel discípula de Jesucristo y porque Dios la llenó de gracias especiales que nosotros, ayudados por ella, queremos también alcanzar y practicar.
Cuando rezamos la “Salve”, esa bellísima oración a la Virgen María, nos dirigimos a ella como Reina y Madre de Misericordia, Y esta verdad se hace para nosotros más comprensible al rezar las Letanías del santo Rosario e invocarla con estas cuatro expresiones de su amor misericordioso: María, Salud de los enfermos, Refugio de los pecadores, Consuelo de los afligidos, Auxilio de los cristianos.
* Santa María, Ntra. Sra. de Los Llanos, es llamada por los fieles “Salud de los enfermos”, porque obtiene de Dios la gracia de la curación del cuerpo, sobre todo cuando está ordenada a la del alma. Otras veces, nos concede algo más importante que la salud corporal: la gracia de entender que el dolor, el mal físico, la enfermedad son circunstancias que el Señor permite en nuestra vida y que pueden ayudarnos en nuestra santificación. María fortalece a los que vacilan, levanta a los caídos, ayuda a disipar las tinieblas de la ignorancia y la oscuridad del error.
* Ntra. Sra. la Virgen de Los Llanos, nuestra Madre y Patrona, se nos muestra como “Refugio de los pecadores”. En Élla encontramos amparo seguro. A Ella acudimos hoy, y la pedimos que tenga piedad de nosotros. Le decimos que somos pecadores, pero que queremos amar cada vez más a su Hijo Jesucristo; que tenga compasión de nuestras flaquezas y que nos ayude a superarlas, que queremos estar, como ella, llenos de la gracia divina y del amor de Dios.
* La Virgen María, nuestra Madre y Patrona, Ntra. Sra. de Los Llanos, fue durante toda su vida, y es ahora para nosotros, “Consuelo de los afligidos”, consuelo de aquellos que andan afligidos por un peso demasiado grande para llevarlo ellos solos: dolor en el cuerpo, enfermedad, sufrimientos de la vida, pérdida de un ser querido, calumnias, injusticias… etc.
* Y, Santa María, Ntra. Sra. de Los Llanos, nuestra Madre y Patrona, como lo experimentamos cada día sus hijos devotos, es para nosotros “Auxilio de los cristianos”. En ella encontramos ayuda segura en los momentos difíciles; en ella encontramos todas las gracias necesarias para vencer en las tentaciones y conseguir frutos de santidad en el apostolado, en el trabajo y en la familia; en Ella encontramos seguridad, el Amor que nunca abandona, el refugio constantemente abierto y la mano que acaricia y siempre consuela.
Mantengamos el amor, la confianza y la devoción a nuestra Madre del cielo, a Santa María de Los Llanos. Que Élla nos siga cuidando, ayudando y bendiciendo, de manera que logremos alcanzar la santidad y seamos buenos cristianos, dignos hijos de María y seguidores e imitadores de su hijo Jesucristo, nuestro Dios y Señor. Que así sea.