16 de junio de 2024
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]P[/fusion_dropcap]rácticamente antes de marchar hacia Toledo, hablamos con D. Ángel Fernández Collado, obispo emérito de Albacete. Con la serenidad y paz que lo caracterizan, D. Ángel comparte sus sentimientos y reflexiones sobre su salida de la Diócesis, las experiencias vividas durante sus casi seis años como obispo, y sus planes futuros. También nos ofrece un mensaje esperanzador para los fieles de Albacete, destacando la importancia de la continuidad en el trabajo pastoral y la evangelización.
D. Ángel, ¿Cómo se encuentra?
Me encuentro sereno y con paz, abrumado por tantas muestras de cariño que estoy recibiendo por parte de todos los albaceteños y albaceteñas. Aunque a la misma vez, un poco triste, pues la partida de esta diócesis es difícil y además por las causas que han sido mis enfermedades, que me impiden realizar, como es debido, el pastoreo apostólico y el gobierno de la Diocesis. Estoy descubriendo que el dicho: “A Albacete se viene llorando y se va uno llorando” es cierto, así lo estoy experimentando.
¿Qué resumen hace de este tiempo como obispo de Albacete?
El resumen se hace con pocas palabras: una experiencia entrañable, gratificante y, creo, que ilusionante. Han sido años cargados de mucha actividad, aunque la pandemia nos paralizó un poco. Hemos podido realizar cambios necesarios que marcarán el camino o las líneas a seguir para esa nueva Evangelización con clave de sinodalidad, sin olvidar los consejos evangélicos y las líneas marcadas por las normas y la tradición de la Iglesia.
¿Ha sido doloroso presentar al Papa la renuncia por motivos de salud?
Todo cambio tiene su parte dolorosa, ya que hacer cambios en la vida nos afecta como seres humanos. Tomar la decisión fue difícil hasta ver cómo era mejor para la Diócesis, la Iglesia y para mí. En esto me ayudó mucho la oración y los consejos de personas que me quieren y aman a la Diócesis y a la Iglesia. También fue complicado escribir la carta al Santo Padre, encontrar las palabras adecuadas para plasmar no un capricho o una renuncia por gusto, sino porque era un bien para mi persona, la Diócesis y, sobre todo, para la Evangelización. Gracias a mi secretario personal, pudimos dar forma a esa carta, en la que se nos cayeron algunas lágrimas.
¿Cómo debería ser el nuevo obispo de Albacete?
Sobre todo, debe ser un pastor y un padre, lleno de Dios, que sepa amar incondicionalmente a la Diócesis, a la Iglesia y a los más necesitados. Debe saber estar con la gente, como decía San Agustín: “Con vosotros soy cristiano, para vosotros soy obispo”, y tener dotes firmes de gobierno. Aunque, Dios es el único que conoce mejor nuestras necesidades.
¿Cuáles son sus planes de futuro?
No tengo muchos planes de futuro, pues mis problemas de vista me limitan mucho. Me marcho, como sabéis, a la Casa Sacerdotal de Toledo. Allí descansaré, pasearé, rezaré con vosotros y la Diócesis y, en lo que mis ojos me permitan, leeré y, si puedo, escribiré algo. Pero, sobre todo, ahora es tiempo de reposo y oración, poniéndome, como siempre, en manos del Señor y bajo el manto de la Virgen María.
Y un mensaje a la diócesis de Albacete
Como os decía en mi carta de anuncio de la renuncia y en la homilía de la Misa de acción de gracias, seguid trabajando por el Reino de Dios y continuad en el camino de la Evangelización en sinodalidad. No tengáis miedo de presentar siempre el Amor de Jesucristo siendo coherentes con vuestras vidas cristianas. Vivid en la cercanía a Dios y a su amor, y entregaros al servicio de la Iglesia cada uno según su condición y ministerio que Dios os ha encargado realizar. Cultivad la fraternidad y sed fieles a la Iglesia, a sus normas y tradiciones. No olvidéis seguir orando por el fomento de las vocaciones sacerdotales, religiosas y consagradas, y tened una oración por mi persona. Vosotros siempre estaréis en mis oraciones. Contad con vuestra casa en Toledo y espero que vayáis a visitarme. Recibid mi bendición.