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9 de abril de 2024

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Queridos sacerdotes, diáconos, vida consagrada, seminaristas y fieles laicos de esta mi querida Diócesis de Albacete:

Os comunicó que se acaba de hacer público que el Santo Padre, el Papa Francisco, ha aceptado mi renuncia al gobierno pastoral de la Diócesis de Albacete, que libremente y después de una profunda reflexión, le había presentado por motivos de enfermedad. Como bien sabéis, mi salud se ha quebrantado por las operaciones quirúrgicas de mis ojos, y por otras enfermedades que vengo sufriendo durante un tiempo, y que poco a poco han ido mermando mis facultades de gobierno y pastoreo.

Vivo este momento como expresión de profunda comunión y gratitud con el Papa Francisco. Como dije el día del inicio de mi ministerio episcopal en Albacete, “es preciso que nos mantengamos en unión y sintonía afectiva con el magisterio y la doctrina de la Iglesia y, en nuestros días, con la persona del Papa Francisco, sucesor legítimo de san Pedro y vicario de Cristo en la tierra”.

En estos momentos, se acumulan en mi cabeza y en mi corazón todos los buenos momentos que he vivido en esta amada Diócesis de Albacete durante los casi seis años en que he ejercido el ministerio episcopal entre vosotros. Mi agradecimiento va particularmente hacia las personas con las que he trabajado codo con codo y muy a gusto con ellas. El día a día y los grandes o pequeños proyectos pastorales que hemos ido desarrollando, hacen que sienta que algo se desgarra dentro de mi corazón al tener que abandonar esta Diócesis que me ha enseñado a ser Obispo y Pastor.

Os agradezco a todos los albaceteños el cariño y la acogida que siempre me habéis dispensado en estos casi seis años de servicio episcopal; lo mucho que he aprendido de vosotros y las respuestas tan cercanas, cariñosas y generosas, que he recibido de muchos de vosotros. Especialmente quiero agradecer el trabajo pastoral de los sacerdotes y diáconos permanentes que durante estos años me habéis demostrado de lo que sois capaces. Muchos de vosotros, muy mayores en edad, pero jóvenes de corazón, me habéis dado un ejemplo de entrega y de generosidad atendiendo a las parroquias hasta que no habéis podido más. Gracias por vuestra entrega y que el Señor os lo premie.

Gracias también a los laicos en los movimientos apostólicos, cofradías y hermandades, asociaciones, etc., que habéis participado de los planteamientos pastorales de la Diócesis y habéis estado presentes en todo momento en los grandes acontecimientos y celebraciones. Seguid siendo evangelizadores activos y comprometidos en las diversas tareas diocesanas.

Y gracias también a los religiosos y religiosas que desde la oración y la participación en la vida de la Diócesis habéis estado siempre muy cercanos al Obispo. No quiero olvidar a los seminaristas, Alberto, Hermelo, Pedro y Álvaro, gracias por vuestro “si” generoso a la llamada del Señor, seguid formándoos para que seáis unos santos sacerdotes con el corazón como el de Cristo. Seguir fomentando la llamada a la vocación sacerdotal, es la única manera posible de que nuestra Diócesis de Albacete crezca en santidad, amor y fe.

Os pido disculpas, si a alguno he podido ofender con mis palabras, decisiones y omisiones. Y os pido perdón si en algunos aspectos no he sabido dar respuesta a lo que esperabais de mí como Pastor y Obispo. Me confió a la Divina Misericordia y a vuestra comprensión.

En mi escudo episcopal aparece este lema o palabras identificadoras de una misión a realizar: Evangelizare Iesum Christum. Estas palabras: “anunciar el Evangelio”, dar a conocer y amar a Jesucristo, vienen marcando, desde su inicio, mi ministerio episcopal. Es la tarea de la Iglesia, su naturaleza y razón de ser. Es mi específica tarea episcopal que ahora me toca desempeñar como Obispo emérito. Seguiré en la Diócesis hasta terminar el curso pastoral e ir cerrando la agenda de compromisos que tengo con Confirmaciones y otras celebraciones, aunque ya no gobernando la Diócesis pues en unos días el Colegio de  Consultores debe elegir un administrador diocesano.

Comienzo otra etapa de mi existencia que vivo como una manera nueva de servir a la Iglesia, como una renovada llamada amorosa del Señor a seguirlo y a abandonarme en sus manos.

Orad por el nuevo Obispo que pueda llegar, para que el Señor le conceda la abundancia de los dones del Espíritu en su servicio pastoral a nuestra Diócesis.

Rezad por mí como yo rezo por vosotros. Que el Señor resucitado os salve y bendiga. Con Dios os dejo y con la protección maternal de la Virgen María, Nuestra Señora de los Llanos, patrona de la Diócesis.

Con mi afecto, gratitud y bendición.

 

Ángel Fernández Collado
Obispo emérito de Albacete