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22 de marzo de 2020

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«Pastores misioneros» es el lema de este año para el [fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]D[/fusion_dropcap]ía del Seminario. Esta jornada del Seminario, que se celebra hoy con el objetivo de suscitar vocaciones sacerdotales mediante la sensibilización, está dirigida a toda la sociedad y, en particular, a las comunidades cristianas.

El Día del Seminario nos recuerda que tenemos que hacer visible la posibilidad de la llamada de Dios para el sacerdocio. Una llamada que es real y que sigue siendo actual. Nuestros seminaristas son el ejemplo de ello.


ALEJANDRO MARQUINA nace en Villarrobledo hace 23 años. En estos momentos, cursa quinto de estudios eclesiásticos. Es madridista, de la parroquia de San Blas, y su película favorita, “Los Vengadores”. Le preguntamos:

¿Qué te dice el lema de este año: Pastores misioneros?
Este lema, de manera sencilla, nos hace caer en la cuenta de aquello a lo que estamos llamados. A ser pastores que, como dijo el Papa Francisco, “unas veces estará delante para indicar el camino, otras estará en medio de todos con su cercanía sencilla y misericordiosa y, en otras ocasiones, deberá caminar detrás para ayudar a los rezagados”. Y, también, enviados por Cristo en una Iglesia toda ella misionera.

¿Cómo poder responder hoy a la vocación sacerdotal?
No es tarea fácil responder a esta llamada. Podemos decir que hay dos momentos. El primero, cuando das el paso definitivo y le dices que sí al Señor, quitando todos los miedos que paralizan. Quizá sea, al principio, el más difícil, pero, con la ayuda de la Iglesia y la gente más cercana, se puede hacer. El segundo, el día a día, ya que siempre hay que renovar y reforzar el sí que un día le dimos al Señor. Por tanto, la mejor manera de responder es con una generosidad total y una confianza plena en Aquel que nos ha llamado.

¿Cómo descubriste la vocación?
Mi vocación la descubrí con tiempo, paciencia y oración. Desde pequeño, empezaba a sentir en mi interior una inquietud por este camino, pero no era capaz de dar el paso. Ciertamente, notaba que mi vocación era el sacerdocio, pero hacía oídos sordos a esa llamada, retrasé mi respuesta. Poco a poco, con la ayuda de los sacerdotes de mi parroquia y la libertad que siempre tuve en casa para elegir mi camino, decidí dar el paso y entrar al Seminario. ¿Si me arrepiento? Pese a todas las dificultades, jamás lo cambiaría, pues el Señor me ha regalado tantas cosas que no puedo ni contarlas.


SAÚL MUÑOZ es de Riópar. Amigo de sus amigos, le gusta leer y escuchar música. Tiene 22 años y el último libro que ha leído es “Las legiones malditas”. Charlamos con él.

“Pastores misioneros” ¿Qué opinión tienes del lema de este año?
Me parece un buen lema, pues los sacerdotes están llamados a dejarlo todo y seguir a Cristo. Además, deben salir a las periferias, como pide el Papa Francisco, así como anunciar la Buena Noticia del Evangelio a todos los hombres.

¿Cómo poder responder hoy a la vocación sacerdotal? ¿Cómo descubriste la vocación?
En la actualidad, es complicado responder a la llamada del Señor, ya que estamos muy metidos en nuestras cosas y no tenemos tiempo de escuchar la voz de Dios que nos dice “Ven y Sígueme”. Por mi parte, yo comencé de monaguillo en la parroquia de mi pueblo. Con 12 años, descubrí un tríptico del Seminario y, en él, estaba una imagen que me llamó la atención, la de un ordenando tumbado en el suelo y pensé: ¿Por qué no puedo ser yo igual que él? Y fue ahí donde empecé a plantearme la vocación. Tras mucho tiempo pensándolo, orando, hablando con sacerdotes y seminaristas, al acabar bachillerato, decidí entrar al Seminario. Ahora estoy en los últimos cursos de estudios y puedo decir que estoy feliz de responder a la llamada del Señor.


Son nuestros seminaristas, futuros pastores de nuestras parroquias, misioneros del amor de Dios. Jóvenes ilusionados y cercanos al mundo que les tocará acompañar y evangelizar. Hoy rezamos por ellos y pedimos para que surjan nuevas vocaciones. Que así sea.