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5 de enero de 2020

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Hace diez años, cuando empecé mi voluntariado en Las Luisas de Marillac (AIC), me llamó la atención cómo un grupo de voluntarias, por estas fechas, estaban envolviendo una serie de regalos que cubrían toda la mesa de nuestra sede. “Son para la cárcel”, me dijeron. Entonces supe que todos los años, el día de Reyes, las voluntarias que visitan La Torrecica hacen de éste un día especial.

El Día de Reyes los internos no reciben ningún tipo de visitas, y pensamos que tienían que echar de menos esos mágicos momentos en que la ilusión de los más pequeños (y también de algunos mayores) se hace realidad. Por ello, todos los 6 de enero, por la mañana, las voluntarias de AIC, acompañadas del capellán de la cárcel, se acercan a llevar a cada interno su pequeño regalo de Reyes. Se piensa en todos ellos. Aunque el regalo es el mismo para todos, el hecho de ir a los seis módulos (cinco de hombres y uno de mujeres), y darle a cada uno en mano lo que se le ha preparado resulta entrañable. Ellos lo agradecen de corazón: “Qué bien que se hayan acordado de mí en este día”.

Después, siempre hay un poco de fiesta. Las voluntarias entran cantando villancicos, tocando panderetas y, en alguna ocasión, el acordeón (que sabe tocar una de ellas). Los internos responden también cantando los villancicos que ellos conocen, creando un clima tan agradable y festivo que no ven momento de acabar.

El año pasado nuestras voluntarias tuvieron también su “regalo de Reyes”, y es que las internas las estaban esperando con un aperitivo que ellas mismas habían preparado con productos que compraron en el pequeño economato de La Torrecica. Fue algo muy enternecedor. Ellas querían corresponder al bien que reciben cada viernes del año con la visita y acompañamiento de la Pastoral Penitenciaria, y tuvieron esta buena idea para Día de Reyes.

Las voluntarias nos lo dicen siempre: “Hay que estar allí para vivir esos sentimientos de empatía que se producen cuando tienes delante a la persona cuyas circunstancias le han llevado a la situación en la que se encuentra. No se puede expresar con palabras”. No se les puede dar la libertad, tienen que cumplir allí dentro el tiempo estipulado por la ley. Sin embargo, el poder visitarlos, hablar con ellos, escucharlos y darles un poco de ánimo hace que el trabajo que realiza este voluntariado sea muy gratificante, y les compense enormemente, ya que experimentan que es mucho más lo que reciben de los internos que lo que ellos puedan darles.