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2 de febrero de 2020

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]U[/fusion_dropcap]n año más llega la fiesta de la Candelaria en la que contemplamos el misterio de la Presentación del Niño Jesús en el Templo. Recordamos aquel momento sublime en que José y María, obedientes a la ley judía, hacen la ofrenda de su hijo a Dios. Produce emoción imaginarse el encuentro de Dios Padre que, desde el cielo, acoge a su Hijo Unigénito que, por amor a los hombres, se ha encarnado para vivir con nosotros en la tierra.

Esta fiesta se ha convertido también en la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Tiene su buena lógica. Fue el Papa S. Juan Pablo II quien, en el año 1997, tuvo la gran idea para hacernos comprender que los consagrados, además de la ofrenda bautismal, han hecho de sus vidas un compromiso radical de seguir a Jesús e identificarse con Él a través de los tres votos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia. Esto conlleva una vida intensa de oración y una entrega total al servicio de los hermanos, especialmente de los más necesitados.

En la Diócesis de Albacete tenemos, en este momento, siete comunidades de Vida Contemplativa, todas ellas de mujeres, conocidas como monjas de clausura. Suman en un total sesenta y seis miembros. Contamos con tres monasterios en Villarrobledo: Cistercienses, Clarisas y Carmelitas Descalzas. Y tienen uno respectivamente: Caudete, las Carmelitas de la Antigua Observancia; Hellín, las Hermanas Clarisas; Alcaraz, las Franciscanas de la TOR y Albacete ciudad, las Hermanas Carmelitas Descalzas. De vida activa, tenemos siete comunidades de hombres y treinta y una de mujeres, sumando un total de ciento noventa y seis consagrados.

Las Congregaciones religiosas nacieron como respuesta a un carisma; es decir, a la llamada que el Señor hacía a algunos cristianos para mostrarles lo que la Iglesia necesitaba en aquel momento y se veía como el mejor camino: comunidades de consagrados, hombres y mujeres, para ayudar a la evangelización y hacer visible al mundo la vida de caridad. Esta llamada debía ir refrendada por el Papa. Así, tenemos en Albacete comunidades que nacieron hace siglos por obra de fundadores santos: S. Benito, S. Bernardo, S. Francisco y Santa Clara, Santo Domingo, Santa Teresa de Jesús, S. José de Calasanz, S. Juan Bosco. S. Vicente de Paul, S. Felipe Neri… Y santos fundadores más recientes como Santa Teresa de Jornet, patrona de la Ancianidad, San Francisco Coll, Santa Rosa Molas, Santa Nazaria. Tenemos, también, a las beatas Piedad de la Cruz y a Juana María Condesa. Todos estos fundadores santos pueden velar por sus hijos que están aquí entre nosotros.

En Albacete, existen, además, congregaciones que han nacido entre nosotros: La Hermanas Presentacionistas, fundadas por el P. Alejandro, tienen su casa madre en Albacete y los restos de su Fundador entre nosotros. En Hellín, la Madre María Luisa fundó a las Misioneras de la Caridad y la Providencia y en la casa madre está su tumba. En Alcaraz, Santuario de Cortes, siendo Obispo D. Ireneo, se fundó el Instituto Ecuménico de la Unidad. Y una paisana nuestra, madre Amparo, nacida en el Pesebre, fundó, en el Escorial, a las Hermanas Reparadoras de la Virgen de los Dolores y una comunidad de ocho religiosas están en este pequeño pueblo. No es posible describir a todas las congregaciones que tenemos en la Diócesis en este espacio, pero sí tenemos que dar gracias al cielo porque nos llega, a través de ellos, el espíritu de aquellos grandes santos de los tiempos medievales y modernos.

Volviendo al lema de este año de la Jornada “María esperanza del mundo sufriente”, damos gracias al cielo por tener este regalo de que sean nuestros consagrados esperanza para el mundo de la mano de María. La Virgen María acudió a ayudar a su prima Isabel cuando sintió que la necesitaba en la espera de su niño. Nuestros consagrados atienden a madres con dificultades, luchan por la vida de los niños no nacidos, cuidan de ancianos desamparados, de enfermos o personas vulnerables. María cuidó y educó a su hijo. Como ella, muchos se dedican a la educación de niños y jóvenes. María estuvo al pie de la Cruz. Como ella, muchos consagrados están al lado de los encarcelados, de los que sufren explotación, violencia o desesperación ante la vida. Así, vemos cómo los consagrados son fuente de esperanza porque entregan su vida y quieren seguir el camino de Jesús que vino a dar sentido al sufrimiento y a la muerte.

Demos gracias al cielo por las comunidades religiosas que tiene nuestra Diócesis. Pidamos que surjan vocaciones para que, en un mundo, en el que crece la desesperanza, tengamos consagrados que nos griten: “Si el Señor está con nosotros, ¿qué podemos temer?”. Así, vemos como la presencia de la vida consagrada es el mejor recordatorio para mantener viva la esperanza.

Eucaristía por la Vida Consagrada

Hoy, en la Santa Iglesia Catedral, a las 20 h., se celebrará la Eucaristía del Día de la Vida Consagrada, presidida por el Sr. Obispo. En ella los consagrados harán la renovación sus promesas. También en las Parroquias, en esta Jornada, se tendrá un recuerdo especial por los consagrados. Acompañémoslos e intentemos estar a su lado para llevar con ellos, de la mano de María, esperanza a nuestro mundo.