6 de junio de 2021
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Volvemos a la parroquia de San Roque de Hellín. Vinimos antes del inicio de los días de las Primeras Comuniones que no las han terminado todavía. Ya que debido a las medidas sanitarias de prevención de la pandemia han tenido que buscar más días para los distintos turnos. Hoy entrevistamos a una de las madres de Primera Comunión. Se llama Ana Belén López y es madre de Raúl, que tomó también aquí su primera comunión hace dos años, y de Ana que la ha tomado el 23 de mayo.
¿Cómo habéis vivido en familia el día de la primera comunión de tu hija pequeña? Pues con mucha ilusión por un lado y también con incertidumbre por otro. Como a todo el mundo desde que llegó la pandemia nos ha cambiado la vida. El miedo al contagio, la interrupción de las reuniones familiares y sociales…pero no todo han sido penas… en este tiempo he sido tía por primera vez de un niño precioso llamado Mateo que gracias a Dios fue bautizado en esta parroquia este domingo de Resurrección.
Cuéntanos detalles del día de la Primera Comunión.
Pues ya sabéis… madrugar para la ir a la peluquería. Recibir a los invitados en la casa. Hacernos cientos de fotos para que no olvidemos la alegría de este gran día para la vida de nuestra hija. Con tiempo subimos a la parroquia donde a los niños se les lleva a un sitio aparte con sus catequistas y el párroco. Entre todos les quitaron los nervios típicos del día. Mi marido y yo fuimos a la iglesia a sentarnos donde nos habían reservado justo detrás del sitio de nuestra hija. En la misa participé leyendo la primera lectura como otros domingos ya había hecho. En el momento culminante de la primera comunión de Ana salimos los padres y nos pusimos detrás de ella tocándole con nuestra mano sus hombros. Es un detalle muy simbólico. Ya que nos sentimos unidos y nos acompañamos mutuamente en todos los momentos.
¿Qué lugar piensas que ocupan los padres en la formación de sus hijos?
Nuestro lugar es primordial. La educación parte y vuelve siempre a la familia. A parte de estar comprometida con la parroquia como catequista del curso de segundo también estoy en la junta directiva del AMPA CEIP Isabel la Católica. En ambas realidades descubro como muchos padres no se implican lo suficiente en los centros educativos. Eso es un error, hemos de ir de la mano los padres con la comunidad escolar. Vivo este compromiso desde mi fe cristiana, intento vivir allí los valores del evangelio. Además, lo hago con creatividad, no dejamos de organizar actividades. El pasado confinamiento nos hizo ser más creativos tanto en la catequesis como en el AMPA. Enviábamos videos que nosotras mismas editábamos, de esta forma hemos mantenido contacto con los niños y familias. No solo les mandábamos tareas también actividades lúdicas para no ser una carga y aumentar la presión para las madres que muchas veces andamos saturadas de obligaciones.
Tus dos hijos han tomado su Primera Comunión, ¿es el final del camino?
De ninguna manera. De momento ya estamos organizando el día del Corpus Christi que este año no se podrá celebrar de manera masiva. Estamos viendo la manera de celebrarlo dentro del templo con una pequeña procesión dentro de él guardando las medidas de seguridad. Aprovecharemos ese día para la sensibilización social a través de Cáritas. No solo porque la colecta será para dicha institución eclesial sino para que los niños vean la importancia del compartir. Dicho valor evangélico lo intentamos inculcar los tres años de catequesis. Necesitamos soñar con un mundo que viva la fraternidad universal y cuide del medio ambiente. Y a propósito de tu pregunta por el final, te contesto que a Ana y a sus compañeros les ofreceremos seguir en la parroquia. Pues tenemos un itinerario de pastoral juvenil de cinco cursos. Si conseguimos que vengan a gusto, hagan grupo de amigos a través de dinámicas y juegos lograremos nuestro objetivo: que sigan creciendo en humanidad y madurando su fe.
Y, por último, ¿cómo vives tu vocación cristiana?
La vivo desde la sencillez y desde el compromiso. Recuerdo mis años en pastoral juvenil con las religiosas de Compañía de María. Lo que vivíamos en aquellas reuniones y convivencias lo intento actualizar ahora también en mi vida como madre, catequista y lo primero de todo en mi vida personal. El Señor nos mira con amor y solo nos pide eso, que nos amemos. Que no es poco.