16 de mayo de 2021
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Nos encontramos en la parroquia de San Roque de Hellín. Parroquia de barrio obrero con mucha identidad en la ciudad. De hecho, sus vecinos son conocidos con orgullo como sanroqueños. Estamos en tiempo pascual, donde se celebran las primeras comuniones en todas las parroquias de nuestra diócesis de Albacete donde hay niños para ello (desgraciadamente debido a escasa natalidad y la secularización, cada vez son más las parroquias sin esta singular tradición).
En la parroquia de san Roque hay un buen equipo de catorce catequistas. Se distribuyen siete de ellas en los tres cursos de catequesis preparatorios al sacramento de la eucaristía y otras cinco que acompañan a adolescentes y jóvenes de pastoral juvenil.
Entrevistamos a una de las catequistas de primera comunión. Se llama Sole Muñoz.
¿Cómo está organizada la catequesis en tu parroquia?
Los niños empiezan la catequesis parroquial cuando cursan segundo de primaria en los colegios. Los dos primeros años de catequesis vienen una tarde entre semana en días laborables. El tercer curso que culmina con la celebración de sus primeras comuniones vienen los domingos por la mañana y se quedan a la celebración de la eucaristía. Esto nos ayuda mucho pues participan activamente junto con algunos padres, de manera que tenemos mucho más trato pastoral entre la parroquia y las familias. Durante estos tres años también les ofrecemos la formación activa de la catequesis familiar que consiste en cinco reuniones en el curso con los padres interesados donde ellos se comprometen en casa a realizar cinco sesiones catequéticas con distintos valores del evangelio (gratitud, fe, perdón…).
Además de la catequesis familiar, ¿cómo realizáis la acogida a las familias, muchas de ellas alejadas de la fe?
Desde el primer momento intentamos ser cercanos a sus preocupaciones. En las reuniones de principio de curso a parte de las cuestiones prácticas les animamos a ser protagonistas en la educación de sus hijos. Somos sensibles a las distintas problemáticas sociales de las familias de los barrios que componen nuestra parroquia. Un momento muy importante como catequistas que queremos tener contacto con las familias es el momento del antes y después de la sesión de catequesis. Aprovechamos la placeta de san Roque para hablar con ellos sobre sus hijos.
¿Cómo es la preparación de los últimos días antes del día de la primera comunión?
Tenemos reunión de padres según los distintos turnos de niños. Este año al igual que el pasado verano tenemos más, ya que nuestro templo tiene el aforo limitado a 50 personas con lo cual hemos tenido que establecer nueve turnos para los 23 niños y niñas. En esa reunión preparamos la liturgia e intentamos que algunos de ellos participen leyendo alguna lectura bíblica, pasando la bandeja que ese día es para Cáritas… y sobre todo les hacemos hincapié en lo esencial que es que sus hijos comulgan por primera vez. De la decoración floral nos encargamos la parroquia aliviándoles de ese gasto. El coro parroquial elige entre su cancionero varias canciones de animación para niños que han ido aprendiendo en estos años y con las cuales participan alegremente en la misa. El viernes anterior a las primeras comuniones los niños celebran su primera confesión de sus pecados. Es un sacramento que cuidamos mucho y que lo viven gozosamente. Después de confesar hacemos varios ensayos de la celebración. Todos los niños participan con alguna petición o acción de gracias. Cada año buscamos alguna idea catequética que centre el conjunto de la celebración. Este año la idea central será la figura de Jesús, nuestro amigo, pastor bueno. Jesucristo es realmente el protagonista de todo lo que como Iglesia nos esforzamos en transmitir. Lo sentimos presente en las vidas de estos niños que sus familias nos permiten acompañar. Por ello el día de la celebración de las primeras comuniones les agradecemos públicamente la confianza que las familias ponen en la Iglesia al traerlos a este proceso formativo.
Y, por último, ¿cómo viven tu vocación de catequista?
Con mucha alegría. Me siento colaboradora con la parroquia, uniéndome a tantas otras catequistas que en la larga historia han aportado su tiempo, su ilusión y también por qué no decirlo, su preocupación por la realidad de los niños. Como bien has dicho en la pregunta, esta labor es vocacional. El Señor nos llama para seguir evangelizando. Sentimos el amor de Cristo hacia nosotras y al querer a los niños que se nos encomiendan nos sentimos instrumentos de Él.