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9 de abril de 2023

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El pasado 14 de marzo fallecía en Zimbabuea los 83 años Mons. Ángel Floro, obispo emérito de Gokwe. Nació en Ayna el 24 de febrero de 1940. Fue ordenado sacerdote el 28 de junio de 1965. Pertenecía al Instituto Español de Misiones Extranjeras miembro del IEME, Durante su época de obispo (2000-2017) fue por dos periodos elegido presidente de la conferencia episcopal de Zimbabue y secretario de IMBISA (Asamblea de Obispos de la Región del Sur de África). Hombre sencillo, trabajador incansable preocupado por la formación intelectual y cristiana de la gente, gran misionero entre los shonas (1965-2023) fue promotor de innumerables iglesias, escuelas y otras obras, entre ellas la catedral de Gokwe, el santuario diocesano y el complejo educativo de primaria y secundaria San Pablo Apóstol en Gokwe. En este domingo de Pascua le rendimos un pequeño pero muy merecido homenaje.

Hablar de Ángel es hablar de entrega, generosi­dad, humildad, bondad, sabiduría, prudencia, ejem­plaridad y, en definitiva, amor por el pueblo de Dios. Nacido en 1940 en Ayna, con doce años de­cidió ir al Seminario, surgiendo su vocación misionera con la encíclica de Pío XII “Fidei do­num”, vinculándose al IEME y siendo ordenado sacerdote en junio de 1965, marchando des­pués a la antigua Rhodesia en un contexto político muy grave.

Ejerció distintas responsa­bilidades en sus casi 60 años en Zimbabue. En 1999, el papa Juan Pablo II lo nombró obispo de Gokwe. En esta diócesis, es­tablecieron un seminario para las vocaciones nativas en cual se han formado más de 60 sa­cerdotes locales diocesanos; el Seminario Nacional cuenta con más de 200 seminaristas. Las misioneras españolas Hijas del Calvario abrieron enseguida sus casas de formación y, en la actualidad, cuentan con apro­ximadamente 100 religiosas nativas.

La Diócesis de Gokwe con­taba con solo diez misioneros españoles en 1980, pero hoy en día tiene más de 30 sacerdotes diocesanos locales que colabo­ran con los capuchinos, tam­bién locales, y tres claretianos, entre los que se encuentran dos misioneros españoles.

Ángel, con la ayuda y gene­rosidad de mucha gente, abrió oportunidades para el creci­miento espiritual, social y eco­nómico de las personas. Se sen­tía en particular muy orgulloso de las escuelas que impulsó en Gokwe junto a Manos Unidas, entre otros. Sin olvidar proyec­tos agrarios y de regadío. O la Catedral de San Juan, hermana­da con la de Albacete o el San­tuario Diocesano.Él decía que su idea era quedarse en África, era su ilusión, pues en su vida era “el cielo en la tierra”. Sen­tía una paz, goce y satisfacción enorme, y daba las gracias a Dios por la misión y el pueblo con el que vivía. Le impactó su fe y espíritu religioso, su hos­pitalidad y generosidad. A Án­gel algunos le calificaron como «hombre de Dios en la tierra». Nos apena su marcha y siempre estará en nuestros corazones. Ya está en la Casa del Señor.

Ángel Marcos Floro Soler

Con tristeza agradecida… Damos gracias a Dios por tu vida querido Án­gel Floro. Siempre de la mano de la Madre de lo Alto. Desde niño eres monaguillo y cartero de La Sarguilla. Elegido, envia­do, misionero y hasta obispo de Gokwe en Zimbabwe. Siempre “Buena Noticia de Evangelio Vivo”.

Es difícil ser pobre y dar todo, vivir en guerra y transmitir paz, pasar hambre y “ser pan”, … pero ¡QUÉ FELIZ… DANDO VIDA CON TU VIDA!

Así son los dichosos en el Se­ñor. ¡GRACIAS BUEN HERMA­NO. GRACIAS BUEN PASTOR. GRACIAS BUEN AMIGO. GRA­CIAS SERVIDOR!

Ángel, querido Ángel Floro: corazón bienaventurado y pa­sión por la misión. Que por tu grano de trigo ayniego, broten muchas y buenas vocaciones, generosas y fieles como tú a esa respuesta gozosa de amor.

Que tu talante misionero nos recuerde humildad y nos en­señe a querer y cuidar a tantos sacerdotes, también queridos, por estas tierras y caminos de Albacete, servidores como tú, que también nos acercan a Dios.

Descansa, descansa en paz, Ángel. Pero, como eres incan­sable, sigue alentando en no­sotros la hermosa misión del cielo.

Pilar Floro

Fue para nosotras un san­to, un ángel, como refleja su nombre. En lenguaje africano para nosotras era un abuelo Sekuru, con toda la sa­biduría que encierra la persona del abuelo.

El sekuru Floro deja una hue­lla imborrable en su caminar por Zimbabue. Siempre cami­nó junto a los pobres, como un pastor con olor a oveja que ya está recostado en las verdes praderas del cielo.

Su persona ha sido un rega­lo para nosotras, por eso, toda la provincia de Zimbabue, hoy proclama el salmo “El Señor ha estado grande con nosotras y estamos alegres”. Alegres por­que sekuru Ángel Floro está ya en los brazos del Padre.

Misioneras Hijas del Calvario