10931

10931

11 de abril de 2021

|

219

Visitas: 219

A finales de mayo del 2020, en tiempo extraño y sin saber cómo iniciaríamos el nuevo curso, la Delegación Diocesana de Enseñanza ya tenía lista su nueva Programación Educativa; ninguno presagiábamos que la pandemia continuaría al acecho del mundo. El curso comenzaba, la amenaza continuaba, pero no podíamos dejar que las dificultades y la incertidumbre tomaran las riendas de lo que estaba en “juego”. Aunados en la esperanza, y confiando en el esfuerzo de todos, la decisión del Delegado, Ramón Sánchez, era clara, apostar por todo lo que nos configuraba como equipo, proyectándolo hacia el bien del educador cristiano. Entre los espacios propios de formación y profundización para el profesor teníamos pendiente la Jornada Educativa. Los representantes de los colegios católicos, profesores de religión de la escuela pública, COMCAPA y pastoral familiar refrendaba la apuesta del Delegado para celebrar la XIII Jornada Educativa. Un lento y laborioso trabajo se fue fraguando durante meses, y la logista informática de los medios diocesanos hizo el resto.

La mañana la inició Juan Bellido. De tierras Sevillanas, y entre otros muchos títulos, profesional de la psicología. Quien nos explicó como la psicología positiva descubre qué ha sucedido y qué puede suceder en la Comunidad Educativa ante la amenaza de un clima emocional nada halagüeño. Cómo la fortaleza humana puede superar dificultades de esta índole. La ponencia apuntaba alto: ¿Cuáles son esas fortalezas y cómo se ponen al servicio de los hogares y centros educativos? Juan Bellido, fue descubriendo todo un abanico de posibilidades al educador cristiano. Y desde esta perspectiva, nos fue introduciendo en un “mar” de recursos y aprendizajes de carácter emocional, teniendo en cuenta dos pilares básicos como necesarios: longanimidad (grandeza del alma, fortaleza del ánimo para salir hacia adelante) y resiliencia (forma de afrontar la adversidad). Juan Bellido, también resaltó la necesidad de una lecturaemocional y espiritual de la realidad para una flexibilidad mental capaz de superar la adversidad.

5 amenazas que, supone 5 aprendizajes desde la psicología positiva.

  • Miedo y ansiedad, supone gestionar las emociones.
  • Incertidumbre, necesidad de entregarnos a lo que hacemos.
  • Desánimo, la estrategia es dar sentido a lo que nos sucede.
  • Irrealidad, lo afrontaremos ampliando la visión.
  • Y la tristeza, debemos conseguir logros. Tristeza, que puede ser causada por la pérdida de un ser querido, en la que los educadores debemos aprovechar y hablar con nuestros alumnos. Explicar y vivir el duelo nos va a dar la oportunidad de conectar con la trascendencia. Buen instrumento para ver que hay situaciones que la realidad y la respuesta trascienden al ser humano. Emoción que, nos va a dar la posibilidad de explicar el gran MISTERIO, y es aquí donde debemos incorporar nuestras creencias enlazando con la ESPERANZA.

“En función de la capacidad que tengamos de reflexionar y aceptar lo que nos ha sucedo así aprenderemos o no, de la experiencia vivida”. 

La motivación del ponente, sus conocimientos como sus dotes comunicativas nos fueron “enganchado” a la red, la charla ya cuenta con casi 900 visualizaciones.

Y después de un breve descanso nos encontramos con la simpatía innata de Sor Isabel Guerra, orgullosa de ser madrileña. Monja, que sorprende por la peculiaridad de compartir vida religiosa con vida artística. Desde chiquitina rechazó a los maestros para de mayor crear su propia escuela y estudio; hoy, diríamos que es pintora autodidacta. Todo empezó en su octavo cumpleaños cuando al recibir una caja de óleos sintió una emoción inexplicable que, le llevó a abrir el balcón, ver el mismo paisaje de los retratos de Velázquez y sobre la tapa de una caja de puros copiar del natural. Rama artística que, nunca la hizo dudar de que su vida la consagraría a Dios, aunque hiciera falta renunciar a su segundo sueño. Pero ambas vocaciones viven en paralelo desde los 23 años sin que Isabel encontrara resistencia alguna desde su entrada al Monasterio Cisterciense.

Identificada a la obra de San Benito cuando éste dedica un capítulo a los artistas del monasterio. Isabel sonríe diciendo que ella debería estar en el pensamiento de iniciador de la vida monástica. La norma, ora et labora, le facilita tener una “ventana abierta” al mundo real, conocer las circunstancias y saber para qué ora y para qué pinta… Invertir su vida en sus “dos mundos” le ha merecido la pena desde el momento en que han sido muchos quienes, por su pintura, llenas de “paz y luz”, le han confesado volver la mirada a Dios. Pinceles y oración, Isabel lo “borda” alcanzando imágenes hiperrealistas. Centenares de obras se han expuesto una y otra vez en diversos museos. Los títulos de sus obras son citas de salmos, y siente que unido a sus lienzos van calando en quien observa sus obras, por ello se siente instrumento de Dios. Y en su intimidad ante el Sagrario pide que su ilusión y capacidad de trabajo sigan unidas en su persona que, cuando el Señor la llame la ENCUENTRE VIVA, deseosa por el MISTERIO, increíble, que la espera.