26 de julio de 2020
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Hoy, día 26 de julio, la Iglesia celebra la festividad de San Joaquín y Santa Ana, padres dela Santísima Virgen, día que dedicamos de una forma especial a los mayores, puesto que son los patronos de losabuelos.
Desde el pasado mes de marzo que se decretó el estado de alarma en nuestro país, por motivo de la pandemia de la Covid- l 9, hemos podido contemplar cómo los más afectados por este virus han sido los mayores, falleciendo un gran número deellos en residencias, hospitales y en sus propios domicilios. También, nuestros mayores, debido a las circunstancias tan excepcionales, son los que más han sufrido el drama de la soledad, dela distancia de sus seres queridos.
Todo estonos debe llevar a pensar, como Iglesia y como sociedad, que «una emergenciacomoladelCovid-l9esderrotadaenprimerlugarconlosanticuerposdela solidaridad» (Pandemia y fraternidad universal, Nota sobre la emergencia Covid-19, Pontificia Academia para la Vida,30/03/2020).
En una sociedad, en la que muchas veces se reivindica una libertad sin límites y sin verdad o en la que se da excesiva importancia a lo joven, los mayores nos ayudan a valorar lo esencial y a renunciar a lo transitorio. La vida les ha enseñado que el amor y el servicio a los suyos y a los restantes miembros de la sociedad son el verdadero fundamento enel que todos deberíamos apoyarnos para acoger, levantar y ofrecer esperanza a nuestros semejantes en medio de las dificultades de la vida. Como afirma el papa Francisco: «la desorientación social y, en muchos casos, la indiferencia y el rechazo que nuestras sociedades muestran hacia las personas mayores, llaman no sólo a la Iglesia, sino a todo el mundo, a una reflexión seria para aprender a captar y apreciar el valor de la vejez» (Audiencia del papa Francisco a los participantes en el Congreso Internacional «La riqueza de los años», Dicasterio para los Laicos, Familia y Vida, 31/01/2020).
Pero no basta contemplar el pasado, aunque haya sido en ciertos momentos muy doloroso, hemos de pensar en el futuro. No deberíamos olvidar nunca aquellas palabras del Papa Francisco en las que afirmaba que una sociedad que abandona a sus mayores y prescinde de su sabiduría es una sociedad enferma y sin futuro, porque le falta la memoria. Allí donde no hay respeto, reconocimiento y honor para los mayores, no puede haber futuro para los jóvenes, por eso hay que evitar que se produzca una ruptura generacional entre niños, jóvenes y mayores. «Conscientes de ese papel irremplazable de los ancianos, la Iglesia se convierte en un lugar donde las generaciones están llamadas a compartir el plan de amor de Dios, en una relación de intercambio mutuo de los dones del Espíritu Santo. Este intercambio intergeneracional nos obliga a cambiar nuestra mirada hacia las personas mayores, a aprender a mirar el futuro junto con ellos. Los ancianos no son sólo el pasado, sino también el presente y el mañana de la Iglesia». (Audiencia del papa Francisco a los participantes en el Congreso Internacional «La riqueza de los años», Dicasterio para los Laicos, Familia y Vida, 31/01/2020).
La experiencia vivida durante este tiempo de pandemia tendría que ayudarnos también a todos, especialmente a quienes tenemos algún tipo de responsabilidad en el ordenamientocivil yenlaconvivenciasocial,adescubrirquehemosdecambiarnuestra forma de pensar y de actuar en las relaciones sociales y, especialmente, con nuestros mayores. Desde el exquisito respeto a su dignidad y desde la valoración de sus aportaciones a la estabilidad familiar y al bien común de la sociedad, hemos de ofrecerles una atención y unos cuidados ricos en humanidad y en verdaderosvalores.
Sobre el drama vivido en la atención hospitalaria a los mayores, aconsejamos tomar en consideración las palabras de la Pontificia Academia para la Vida: «En ese momento, tras haber hecho todo lo posible a nivel organizativo para evitar el racionamiento, debe tenerse siempre presente que la decisión no se puede basar en una diferencia en el valor de la vida humana y la dignidad de cada persona, que siempre son iguales y valiosísimas. La decisión se refiere más bien a la utilización de los tratamientos de la mejor manera posible en función de las necesidades del paciente, es decir, de la gravedad de su enfermedad y de su necesidad de tratamiento, y a la evaluación de los beneficios clínicos que el tratamiento puede lograr, en términos de pronóstico. La edad no puede ser considerada como el único y automático criterio de elección, ya que si fuera así se podría caer en un comportamiento discriminatorio hacia los ancianos y los más frágiles» (Pandemia y fraternidad universal, Nota sobre la emergencia Covid-19, Pontificia Academia para la Vida, 30/03/2020).
La Iglesia en este día especial, además de recordar a todos y cada uno de los enfermos y fallecidos por causa del coronavirus y de forma particular a los mayores que han padecido este virus, eleva una oración por el eterno descanso de todos y quiere destacar la importancia de los mayores en el ámbito familiar y en nuestra sociedad.
Que esta Jornada nos sirva también para tomar conciencia de la importancia de nuestros mayores y el valor fundamental que tienen en nuestras comunidades cristianas, como motor y fuerza de sabiduría y experiencia ante la vida. Ellos son ejemplo y guía para los jóvenes y niños, puesto que no son sólo destinatarios de la pastoral evangelizadora de la Iglesia, sino verdaderos actores. «Hoy en día, en las sociedades secularizadas de muchos países, las generaciones actuales de padres no tienen, en su mayoría, la formación cristiana y la fe viva que los abuelos pueden transmitir a sus nietos. Son el eslabón indispensable para educar a los niños y a los jóvenes en la fe» (Audiencia del papa Francisco a los participantes en el Congreso Internacional «La riqueza de los años», Dicasterio para los Laicos, Familia y Vida, 31/01/2020).
Finalmente, invitamos a orar por nuestros mayores, recordando las palabras del Santo Padre, del pasado 17 de marzo, en la Adoración del Santísimo: «Roguemos al Señor para que esté cerca de nuestros abuelos, de nuestras abuelas, de todos los ancianos y les dé fuerza. Ellos nos dieron la sabiduría, la vida, la historia. También nosotros estamos cerca de ellos con la oración».