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26 de diciembre de 2022

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El 30 de diciembre, en este entorno entraña­ble y hogareño de la Navi­dad, la fiesta de la Sagrada Fami­lia. Y lo hacemos, guiados por el segundo de los itinerarios surgi­dos del Congreso Nacional de Lai­cos, momento de gracia y ejerci­cio real de sinodalidad de nuestra Iglesia que pere­grina en España. En este itinerario se nos invitaba a profundizar en la belleza de com­prometer toda una vida, cada vida, con el pro­yecto que Dios tiene pensado para nosotros: nuestra vocación al amor.

En el aprendizaje y realización de esa entrega por amor, quere­mos reafirmar que la familia es el ámbito privilegiado para escu­char la llamada del Señor y para aprender a responderle con ge­nerosidad, por ser el ámbito en que uno es amado por sí mismo, no por lo que produce o por lo que tiene. ¡Qué bueno es experimen­tar en el hogar ese amor incondi­cional, que es reflejo del amor del Dios misericordioso y fiel!

En familia es donde los hijos, y todos sus miembros, pueden aprender de manera sencilla y es­pontánea lo que implica una re­lación con Jesucristo vivo, como el miembro más importante de la familia, a quien se consultan los temas importantes, a quien se le confían todas las situaciones, a quien se le pide perdón cuan­do hemos fallado. La oración en familia es un medio privilegiado para aprender a tratar con este amigo que nunca falla.

Contemplar nuestra vida en clave vocacional significa saber­nos llamados a la entrega de la propia vida. En este sentido, los padres deben enseñar a sus hi­jos a reconocer­se como don, lo que reclama de ellos mismos esa apertura a la entrega que per­mita hacer una verdadera ofren­da de los hijos, renunciando a la posesión. Los padres deben acompañar a los hijos en este dis­cernimiento, pero no tomar las de­cisiones por ellos. El episodio de la pérdida y hallazgo del niño Jesús en el templo nos mues­tra cómo también san José y la Virgen María fueron dolorosamente purificados para que pudieran acoger que, estan­do ellos encargados de custodiar a su Hijo, Jesús debía estar en las cosas de su Padre. En este senti­do, es llamativo que familias que se dicen cristianas se opongan a la vocación de sus hijos al sacer­docio o a la vida consagrada o que les pidan que prioricen su futuro profesional, postergando la lla­mada del Señor.

La familia es lugar privilegiado para el discernimiento vocacio­nal. Y lo es desde su mismo origen. Como indica el lema de la jorna­da este año, es «cuna» de cada vocación. En la familia se aprende a que­rer a cada cual como es, no por lo que se espera de él; a tener un trato cari­ñoso, de verdadera caridad, entre sus miembros y con los de fuera de la misma. ¡Qué bueno es tam­bién tener familiaridad de trato con sacerdotes, religiosas y otros matrimonios comprometidos, para abrir el horizonte de nues­tros pequeños y suscitar en ellos una apertura a imitar esa entrega generosa a la vocación al amor!

CELEBRACIÓN DIOCESANA

La celebración de la fiesta de la Sagrada Familia, a nivel diocesano, tendrá lugar el viernes, día 30, a las 19:30 h., en la parroquia de Nuestra Señora de las Angustias y San Felipe Neri en donde se celebrará la Eucaristía.