17 de abril de 2022
|
163
Visitas: 163
Mi nombre es Paula Vega, tengo veintiséis años y soy de la Diócesis de Málaga. Trabajo como profesora de religión en la escuela pública y también me encuentro estudiando tercer curso de Ciencias Teológicas. Desde hace unos años, realizo mi apostolado en la red, trabajando por la evangelización en el mundo digital bajo el perfil llamameyumi, donde hablo del amor de Dios y la alegría del ser cristiano.
Como cualquier joven, yo utilizaba las redes sociales para compartir mi día a día sin grandes pretensiones. Sin embargo, conforme la fe se iba volviendo más importante en mi vida, más se iba reflejando eso en mi perfil de forma muy natural y espontánea.
En 2015, mientras cursaba mis estudios universitarios en Corea del Sur, empecé a utilizar con más frecuencia las redes sociales e incluso abrí un blog con el objetivo de ayudar a otros estudiantes que quisieran venir al país asiático. En aquel momento nació el usuario llamameyumi; Yumi es un nombre coreano que una profesora me puso al no saber pronunciar bien mi nombre. Fue el usuario con el que comencé y el que continúo manteniendo.
En 2018 participé como monitora en el primer campamento interreligioso con niños musulmanes y cristianos que se realizó en la Diócesis de Málaga. Yo era la encargada de retransmitir mediante fotos y videos el campamento. Como la Delegación de Ecumenismo todavía no tenía redes sociales oficiales, todo el contenido se publicó desde mi cuenta personal. Además, esta experiencia supuso para mí un reencuentro y una reconversión con el Señor, por lo que estaba tan llena de amor de Dios que necesitaba compartirlo con el mundo y se plasmó en mis redes sociales. Todo esto fue atrayendo a muchas personas a mi perfil y los seguidores empezaron a subir.
Durante la pandemia fue cuando empecé a tomarme más en serio las redes desde la perspectiva cristiana. Mi perfil se volvió como un diario de fe donde compartía mi crecimiento espiritual, las experiencias diarias donde veía a Dios, algunas reflexiones… Aprendí también que la “evangelización digital” era un término real y que ya había numerosas personas trabajando en ello. Comencé una amistad con algunos de ellos, con los cuales intercambiaba experiencias, sensaciones, formación… Especialmente fui muy afortunada de conocer a otros estudiantes de teología de incluso otros países que se han convertido en familia. Me introduje en este mundo y fui viendo que yo también podía aportar algo desde mi experiencia de joven y mujer en la Iglesia.
Progresivamente, sentí la necesidad de profesionalizar más mi perfil y lo primero que hice fue ponerme a escuchar para poder dar respuestas a las necesidades de los jóvenes. Me di cuenta de la gran riqueza que existía en los diálogos que mantenía con algunos seguidores. Ellos, que me veían cercana y como un igual, se abrían conmigo para contarme sus experiencias de ser y sentir iglesia. Estos diálogos, junto a los que mantenía cuando daba charlas en colegios y parroquias, me hizo sacar algunas conclusiones que me permitieron enfocar mi trabajo en la red.
Una de las conclusiones a las que llegué es que hay numerosos jóvenes buscando a Dios o que incluso lo han encontrado, pero no tienen ni idea de qué camino seguir. Por eso intento tener muy en cuenta la parte de testimonio, que es la que más atrae. También pude ver que existían una gran sed de conocer y formarse más en la propia fe y de ahí, junto a lo fascinada que estaba de estudiar teología, surgieron las publicaciones teológicas. En ellas, de forma muy breve y sencilla, expongo algún contenido o tema que nos ayude a profundizar más en la fe. He de decir que he tenido la suerte de ver cómo personas concretas me han escrito diciendo que gracias a mí se han planteado estudiar teología.
En mi perfil también se puede encontrar una gran cantidad de reseñas de libros cristianos, de distintas temáticas y autores pues soy una gran amante de la lectura. Por otro lado, suelo hacer algunas publicaciones de carácter divulgativo sobre mujeres bíblicas y santas menos conocidas. Sin embargo, creo que lo que caracteriza mi perfil no son solamente todos estos tipos de publicaciones, sino que pueden ver la vida de una joven normal, pero la vida en clave de fe. Todo lo que comparto, hasta una foto con mis amigas, tiene a Dios como centro.
Aunque las redes sociales tienen innegablemente una parte negativa, he de decir que lo positivo lo supera con creces. Me siento una privilegiada de poder ser instrumento del Señor en la red social porque he visto como personas concretas han encontrado en mi perfil un camino para el encuentro con Dios. He visto personas que me han enviado la matrícula de teología, otras que se consideraban ateas y han empezado a buscar a Dios, otros que se encontraban alejados y han vuelto a la Iglesia… En concreto, una amiga de la infancia que no era practicante, decidió venir a mi parroquia gracias a las fotos que veía en mi perfil; hoy en día es mi hermana de comunidad y se confirmó el año pasado.
Soy muy feliz de poder concretar mi vocación y encender corazones a través de internet. Soy muy feliz al ver como yo pongo al servicio lo poquito que soy y el Señor se encarga de transformarlo para hacer maravillas en los demás.