10840

10840

1 de enero de 2021

|

211

Visitas: 211

La cultura de la atención, como «compromiso común, solidario y participativo para proteger y promover la dignidad y el bien de todos», y «disposición a interesarse, a la atención, a la compasión, a la reconciliación y a la curación, al respeto mutuo y a la acogida recíproca», constituye un medio privilegiado para construir la paz, a fin de «erradicar la cultura de la indiferencia, el descarte y el enfrentamiento, que a menudo prevalece hoy en día». Lo escribe el papa Francisco en su Mensaje, hecho público esta mañana, para la 54ª Jornada Mundial de la Paz, que se celebra el 1 de enero de 2021, Solemnidad de María Santísima, Madre de Dios.

Se necesitan artesanos de la paz para iniciar procesos de curación

En las ocho páginas del texto, titulado «La cultura del cuidado como camino de paz», que lleva la fecha, como es tradicional, del 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, el Papa «se dirige a los Jefes de Estado y de Gobierno, a los responsables de las Organizaciones internacionales, a los líderes espirituales y a los fieles de las diversas religiones, y a los hombres y mujeres de buena voluntad». A ellos les recuerda lo que escribió en su última encíclica, Fratelli tutti: «En muchas partes del mundo se necesitan caminos de paz que lleven a la curación de las heridas, se necesitan artesanos de la paz dispuestos a iniciar procesos de curación y de encuentro renovado con ingenio y audacia». 

La pandemia agravó las demás crisis

Francisco observa los acontecimientos del 2020, marca- dos por «la gran crisis sanitaria de Covid-19», que ha agravado crisis que están muy estrechamente vinculadas, «como las climática, alimentaria, económica y migratoria, y que han causado grandes sufrimientos y dificultades». Piensa en primer lugar en «los que han perdido a un familiar o a un ser querido, pero también en los que han perdido su trabajo». Recuerda de manera especial a los médicos, enfermeros, farmacéuticos, investigadores, voluntarios, capellanes y personal de los hospitales y centros de salud, «que han trabajado duramente y siguen haciéndolo, con gran esfuerzo y sacrificio, hasta el punto de que algunos de ellos han muerto en el intento de estar cerca de los enfermos, de aliviar su sufrimiento o de salvar sus vidas».

Vacunas y asistencia también para los más pobres y frágiles

Pensando en ellos, el Pontífice renueva su llamamiento a los dirigentes políticos y al sector privado, que hizo en su vídeo-mensaje con motivo del 75° aniversario de las Naciones Unidas, «para que adopten las medidas adecuadas a fin de garantizar el acceso a las vacunas contra el Covid-19 y a las tecnologías esenciales necesarias para asistir a los enfermos y a todos los que son más pobres y frágiles».

Cultura del cuidado contra la indiferencia, el descarte y la confrontación

El papa Francisco lamenta que, «junto a los numerosos testimonios de caridad y solidaridad», se están impulsando diversas formas de «nacionalismo, racismo, xenofobia e incluso guerras y conflictos que siembran muerte y destrucción». Y subraya la pandemia y los demás eventos que han marcado el camino de la humanidad en el año 2020: “Nos enseñan la importancia de hacernos cargo los unos de los otros y también de la creación, para construir una sociedad basada en relaciones de fraternidad. Por eso he elegido como tema de este mensaje: La cultura del cuidado como camino de paz. Cultura del cuidado para erradicar la cultura de la indife- rencia, del rechazo y de la confrontación, que suele prevalecer hoy en día”.

El cuidado de los primeros cristianos por los más frágiles

Siguiendo el ejemplo del Maestro, continúa el Pontífice, los primeros cristianos «practicaban el compartir para que nadie entre ellos estuviera necesitado y se esforzaban por hacer de la comunidad una casa acogedora, abierta a todas las situaciones humanas, dispuesta a hacerse cargo de los más frágiles». Y luego cuando «la generosidad de los cristianos perdió algo de impulso, algunos Padres de la Iglesia insistieron en que la propiedad está destinada por Dios al bien común». San Ambrosio, recuerda el papa Francisco, argumentó que la naturaleza dio «todas las cosas para los hombres para el uso común», pero la codicia convirtió este derecho común para todos en «un derecho para unos pocos». Una vez libre de la persecución, la Iglesia implementó la «charitas christiana», instituyendo o suscitando el nacimiento de «hospitales, refugios para los pobres, orfanatos y hospicios» para la humanidad que sufre. 

La «gramática» del cuidado en la doctrina social de la Iglesia

Estos ejemplos de «caridad activa de tantos testigos luminosos de la fe», escribe el Santo Padre, se reflejan en los principios de la doctrina social de la Iglesia, que ofrecen a todos los hombres de buena voluntad la «gramática» del cuidado: “La promoción de la dignidad de toda persona humana, la solidaridad con los pobres y los indefensos, la preocupación por el bien común y la salvaguardia de la creación”.

Ruta común siguiendo la brújula de estos principios

El Pontífice invita, por tanto, a «los responsables de las organizaciones internacionales y de los gobiernos, del mundo económico y científico, de la comunicación social y de las instituciones educativas», ante «el agravamiento de las desigualdades en el interior de las naciones y entre ellas», a retomar la «brújula» de los principios de la doctrina social de la Iglesia, para dar al proceso de globalización un curso común y «verdaderamente humano», como ya lo indicó en Fratelli tutti. “Esta permitiría apreciar el valor y la dignidad de cada persona, actuar juntos y en solidaridad por el bien común, aliviando a los que sufren a causa de la pobreza, la enfermedad, la esclavitud, la discriminación y los conflictos”. Y añade: “A través de esta brújula, animo a todos a convertirse en profetas y testigos de la cultura del cuidado, para superar tantas desigualdades sociales. Y esto será posible sólo con un fuerte y amplio protagonismo de las mujeres, en la familia y en todos los ámbitos sociales, políticos e institucionales”

Demasiadas violaciones del derecho humanitario

Una brújula útil también para las relaciones entre las naciones, «que deben inspirarse en la fraternidad, el respeto mutuo, la solidaridad y la observancia del derecho internacional». Proteger y promover los derechos humanos fundamentales, y respetar el derecho humanitario, «especialmente en este momento en que los conflictos y las guerras se suceden sin interrupción». De hecho, el Papa Francisco lamenta que «muchas regiones y comunidades han dejado de recordar una época en la que vivían en paz y seguridad», y muchas sufren violencia, hambre, exilio y falta de educación.

Fondo contra el hambre, con el dinero que se utiliza hoy para las armas

La pandemia y el cambio climático, subraya Francisco, ponen de manifiesto la gran «dispersión de recursos» para las armas, «en particular para las armas nucleares», que podrían utilizarse para «la promoción de la paz y el desarrollo humano integral, la lucha contra la pobreza, la garantía de las necesidades de salud». Y relanza la propuesta hecha en el pasado Día Mundial de la Alimentación: “Qué valiente decisión sería constituir con el dinero que se usa en armas y otros gastos militares un Fondo mundial para poder derrotar definitivamente el hambre y ayudar al desarrollo de los países más pobres” 

El papel irremplazable de los líderes religiosos

Los líderes religiosos en particular, explica el Pontífice, pueden desempeñar «un papel insustituible en la transmisión a los fieles y a la sociedad de los valores de la solidaridad, el respeto a las diferencias, la acogida y el cuidado de nuestros hermanos y hermanas más frágiles». “A todos los que están comprometidos al servicio de las poblaciones, en las organizaciones internacionales gubernamentales y no gubernamentales, que desempeñan una misión educativa, y a todos los que, de diversas maneras, trabajan en el campo de la educación y la investigación, los animo nuevamente, para que se logre el objetivo de una educación más abierta e incluyente, capaz de la escucha paciente, del diálogo constructivo y de la mutua comprensión. Espero que esta invitación, hecha en el contexto del Pacto educativo global, reciba un amplio y renovado apoyo”.

Una comunidad de hermanos que se cuidan unos a otros

Los cristianos, es la invitación final de Francisco, deben mirar a la Virgen María, «Estrella del Mar y Madre de la Esperanza»: “Trabajemos todos juntos para avanzar hacia un nuevo horizonte de amor y paz, de fraternidad y solidaridad, de apoyo mutuo y acogida. No cedamos a la tentación de desinteresarnos de los demás, especialmente de los más débiles; no nos acostumbremos a desviar la mirada, sino comprometámonos cada día concretamente para formar una comunidad compuesta de hermanos que se acogen recíprocamente y se preocupan los unos de los otros”.