
La Conversación en el Espíritu: un camino de escucha y corresponsabilidad que ya se practica en Albacete

La Conversación en el Espíritu: un camino de escucha y corresponsabilidad que ya se practica en Albacete
23 de noviembre de 2025
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La Conversación en el Espíritu: un camino de escucha y corresponsabilidad que ya se practica en Albacete
Durante este mes de noviembre, unas cuarenta personas participan en los salones del Obispado de Albacete en el Taller de Formación de Facilitadores de Conversación en el Espíritu, una metodología que el Papa Francisco ha situado en el corazón del proceso del Sínodo de la Sinodalidad. Para conocer mejor este modo de trabajar y discernir dentro de la Iglesia, hablamos con Enrique Alarcón García, que participó directamente en las asambleas celebradas en Roma.
«Una de las características fundamentales del proceso sinodal -que continúa hasta 2028- ha sido la escucha a todas las personas del Pueblo de Dios», explica Alarcón. «El Papa Francisco tuvo la bella decisión de otorgarnos la palabra a todos a todo el Pueblo de Dios. Cada miembro de la Iglesia pudo expresar cómo se sentía, qué problemas encontraba en su caminar cristiano, qué esperaba de la Iglesia. Y esa voz fue la materia prima de todo el trabajo posterior».
Según detalla, las asambleas sinodales se centraron exclusivamente en recoger y discernir las aportaciones de la gente: sus miedos, sus esperanzas, sus frustraciones y también sus deseos de renovación. «Lo que buscábamos era cómo hacer que la Iglesia respondiera al mundo de hoy, siempre con una misión evangelizadora».
Una metodología basada en la escucha y el respeto
Esa manera de trabajar -la Conversación en el Espíritu- es la que ahora se está explicando en Albacete. «Se basa fundamentalmente en escucharnos. No estamos habituados a escucharnos de verdad», afirma. Frente a las reuniones en las que solo hablan unos pocos, esta metodología busca que todos participen y crezcan en corresponsabilidad: «A lo que nos llama el bautismo es a ser miembros activos de la Iglesia».
El método se desarrolla en tres pasos: En primer lugar, cada persona expresa cómo se siente y qué percibe sobre el tema tratado. Después se escucha atentamente a los demás, sin debates ni juicios. Finalmente, juntos -en un “nosotros”- se discierne qué está inspirando el Espíritu Santo.
Para garantizar esa igualdad, cada participante tiene un máximo de tres minutos por intervención. «Todos tenemos la misma dignidad y nos corresponde el mismo tiempo», subraya Alarcón.
El taller de estas tres semanas tiene como objetivo formar facilitadores. «Siempre hay alguien encargado de dinamizar, de ayudar a que el grupo avance hacia sus objetivos y de crear armonía», explica. Pero la metodología exige también preparación personal: estudiar el tema, orarlo, anotarlo y acudir a la reunión con un discernimiento previo que luego se compartirá en la primera ronda.
La sesión de este pasado miércoles se centró en la escucha: «¿Nos sentimos escuchados en la Iglesia? ¿O vamos como figurantes a los que no se tiene en cuenta?». Estas preguntas -señala- revelan a veces un sufrimiento que empobrece la vida eclesial. En la última sesión, el tema será la corresponsabilidad: «Sentirnos miembros activos, con la misma igualdad y pertenencia al Pueblo de Dios, seamos laicos, clero o vida consagrada».
El protagonista es el Espíritu Santo
Alarcón se muestra muy satisfecho con el desarrollo del taller: «Coincidimos unas 40 personas con identidades y espiritualidades muy distintas. Y, sin embargo, hemos sido capaces de hablar con respeto, cariño y llegar a puntos en común. Todos hemos salido con la idea de que somos Iglesia y que lo importante es caminar juntos».
Recuerda que la Conversación en el Espíritu no es un simple eslogan. «Es un espacio orante. El protagonista único es el Espíritu Santo. Se trata de dejarnos armonizar por los hermanos, escuchar desde el corazón, sentir sus esperanzas, alegrías y sufrimientos».
Por eso, insiste, no se trata de otra reunión más, sino de un lugar donde la comunidad se abre a lo que Dios quiere para ella. «El fin último de esta metodología es una reforma, pero una reforma de conversión: personal, institucional y estructural».






