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30 de junio de 2024

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Termina el curso y es momento de hacer balances. Hoy lo hacemos con el delegado diocesano de Enseñanza, Juan José Fernández, sobre la clase de religión. El cual hace «un balance tremendamente positivo, porque uno de los grandes miedos cuando cambian las leyes de educación es que la asignatura de religión se descabalgue. Sin embargo, cuando miramos ahora con perspectiva, con los datos de la estadística, viendo cómo los alumnos y alumnas han elegido la clase de religión, nos damos cuenta de que esta sigue siendo un eje, una referencia dentro de la educación, como lo demuestra el hecho de que siete de cada diez niños y siete de cada diez jóvenes de la provincia de Albacete hayan cursado durante el curso 2023-24 la clase de religión”.

Ahora es el momento de hacer la matrícula para el próximo curso, y la clase de religión es una asignatura que, según Fernández, «todos los años pasa su examen. Es una materia que, año a año, padres, madres, alumnos y alumnas tienen que elegir y decidir si quieren continuar. Poder optar por esta asignatura es una oportunidad para que nuestra cultura y nuestros valores se amplíen y se hagan cada vez más universales».

El delegado anima a elegir la clase de religión porque “vivimos en un mundo muy marcado por la inmediatez y la superficialidad; lo queremos todo ahora y en este momento. Sin embargo, no dejamos de buscar sabidurías, libros y contenidos que den sentido a nuestra vida. Buscamos el bienestar, la paz interior, el sentido de la vida, en una palabra. El cristianismo va más allá de la inmediatez y de la superficialidad. El cristianismo busca encontrar un sentido a la vida que nos arraigue. Antes, la cultura y los valores eran cristianos, pero ahora nos damos cuenta de que, en un mundo tan plural, la oferta se ha diversificado enormemente. No conocemos ni lo nuestro propio. La clase de religión es una oportunidad para conocer nuestra cultura, de dónde venimos, hacia dónde queremos ir y cuáles son los valores que han marcado nuestra vida y que pueden construir nuestro futuro”.

El profesorado de religión tiene los mismos estudios universitarios que cualquier otro profesor y no deja de formarse año tras año en nuevas tecnologías, psicología, biblia y teología. Sin embargo, “siempre parece que están en un escalón inferior al resto del profesorado en cuanto a derechos laborales, pero el profesor de religión está comprometido con su labor, que no siempre ve reconocido su trabajo por parte de la administración”, afirma con resignación Fernández.

Una clase de religión que, según Juan José, va “más allá de creyentes, no creyentes, practicantes y no practicantes, y que puede aportar a los alumnos y alumnas cultura, valores, una búsqueda de sentido, etc. Por eso, espero que vuelva a ser elegida por la mayoría en el momento de hacer la matrícula”.