
La carta pastoral del obispo de Albacete apuesta por comunión, escucha y cercanía

La carta pastoral del obispo de Albacete apuesta por comunión, escucha y cercanía
28 de septiembre de 2025
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El obispo de Albacete, Mons. Ángel Román Idígoras, ha dado a conocer su carta pastoral para el curso 2025-2026 con el título “Alegraos en el Señor”. Se trata de un documento que no solo marca las líneas de acción para la diócesis durante este curso, sino que también refleja la experiencia de sus primeros meses como pastor en estas tierras manchegas.
“Después de cuatro meses escuchando, hablando, compartiendo muchas cosas, he tratado de recoger todo eso en una carta pastoral y poder marcar unas líneas por las que trabajar este año”, expresa.
El obispo quiere que este curso esté marcado por la fraternidad y la alegría. Para él, la vida eclesial debe vivirse como una auténtica familia, superando divisiones y buscando la unidad en la diversidad de carismas.
“Creo que lo más importante y la necesidad que he descubierto es la comunión, trabajar la fraternidad, vivir como una verdadera familia. Y luego hacerlo con alegría, la alegría de la tarea misionera que por el bautismo hemos recibido”, manifiesta.
En un momento en que la sociedad vive tensiones y fragmentaciones, el obispo propone que la Iglesia de Albacete sea un signo visible de unidad, fraternidad y esperanza. La alegría, añade, no es un simple sentimiento pasajero, sino la expresión profunda de una vida vivida desde la fe y la misión.
Mons. Román insiste en que toda acción pastoral debe estar cimentada en la Palabra de Dios. No basta con inspirarse en el Evangelio de manera general, sino que es necesario fijarse en el modo en que Jesús actuaba.
“La Palabra es la llave maestra para afrontar cualquier realidad. No solo es ver lo que hace Jesús, sino cómo lo hace. Este año he querido subrayar eso en la carta: Jesús no trabaja solo, reza, se deja guiar, se muestra cercano”.
Para hacer de la diócesis una familia que camina unida y trabaja codo con codo, el obispo invita a no esperar siempre que cambien los demás. Según explicó, la renovación pastoral pasa necesariamente por una conversión personal de cada cristiano: “Tenemos que ponernos delante del Señor, hacer nuestra revisión personal y decirle un sí sincero, con nuestras limitaciones, pero poniendo toda la carne en el asador. Desde ahí el Señor va a hacer maravillas”.
El obispo advierte contra la tentación de “echar balones fuera” y culpar siempre a otros -sacerdotes, estructuras, laicos- de los problemas de la Iglesia. La transformación, señala, comienza en el propio corazón, en la disposición humilde a dejarse conducir por Dios.
Otro de los acentos del curso será reforzar la capacidad de escuchar y acompañar. Mons. Román subraya que la pastoral no puede limitarse a ofrecer respuestas prefabricadas, sino que ha de abrirse al diálogo y al encuentro personal: “Es muy importante que nos escuchemos unos a otros, porque Dios habla a través de cada persona, incluso del que menos te lo esperas”.
Esta escucha se concreta en el acompañamiento espiritual, en la atención a las heridas personales y en el valor del sacramento de la reconciliación. El obispo lo describe como un “abrazo gratuito de Dios que pacifica y levanta”.
La carta pastoral recoge también una serie de desafíos concretos. Uno de ellos es la acogida a los inmigrantes, un colectivo muy presente en la diócesis. Mons. Román no oculta que muchas soluciones dependen de los poderes públicos, pero insiste en que la Iglesia tiene la misión de acoger, acompañar y dignificar: “Queremos transmitir que son hijos de Dios, que se les quiere, que tienen dignidad. Y eso no se dice solo con palabras, sino con presencia, escucha y acompañamiento”.
La celebración del 75 aniversario de la creación de la diócesis de Albacete marca también el horizonte de este curso. Para Mons. Román, llegar en una fecha tan significativa es motivo de gratitud y responsabilidad y siente este privilegiado, porque “son fechas redondas que me ayudan a tomar conciencia de que soy heredero de toda una tradición”. Dice estar recogiendo frutos de mucha gente y tener la responsabilidad de seguir impulsando esta tarea evangelizadora.
Propone la plantación de carrascas en cada uno de los municipios de la provincia, como signo de una diócesis que camina unida. Además, el 7 de octubre se inaugurará la exposición “Bajo el signo de la cruz”, que mostrará el pasado, presente y futuro de la diócesis, contribuyendo a reforzar la identidad eclesial y a proyectarla con ilusión hacia el futuro.
El obispo, cuya agenda diaria es intensa, se toma con humor los comentarios de quienes le advierten que no puede mantener ese ritmo: “Si reviento, que sea con las botas puestas. Darlo todo hasta que Dios quiera”.
También se mostró agradecido por la acogida recibida en la diócesis y tiene la sensación de que “el Señor ha abierto las compuertas de su amor”. Ya que dice estar recibiendo tanta alegría, tanto cariño y apoyo, que solo puede dar gracias.
Con ilusión y confianza en el Señor, la diócesis de Albacete abre un nuevo curso pastoral para ser, en medio de los retos actuales, portadora de esperanza y alegría para todos.