27 de diciembre de 2020
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]A[/fusion_dropcap]yer en la parroquia de El Salvador de La Roda recibía la ordenación Diaconal, José Juan Vízcaino Gandía. Tiene 32 años y es natural de Montealegre del Castillo. Actualmente reside en La Roda, donde está realizando la etapa de pastoral dentro su proceso formativo hacia el sacerdocio.
José Juan, ¿Cómo estás viviendo estos momentos?
Estos momentos son muy especiales. Mentiría si digo que estoy totalmente tranquilo. La verdad es que he estado bastante nervioso y no por preparar la celebración, que todo estuviera a punto, eso es secundario. Es por comenzar el ministerio para el que me llamó el Señor. Un ministerio que tantas veces ha estado cercano y otras tantas se ha alejado. Son nervios ante el inmenso don que Dios, por manos de nuestro obispo, me ha confiado. Pero al ser de Dios la paz es más fuerte.
Tengo también mucha paz y seguridad de que estoy haciendo lo correcto, lo que Dios quiere para mí. Y no por una seguridad que me doy a mí mismo. Es una paz que viene de Dios, una paz que en la oración me conforta. Esta paz es la que me ha permitido no agobiarme por tantos preparativos, y más ahora con esta pandemia que nos azota. ¡Rezad mucho por mí, para que sea santo en el ejercicio del ministerio!
¿Sacerdote por y para qué?
Decía un gran santo contemporáneo que “porque me da la gana es la razón más sobrenatural”. He querido libremente responderle sí al Señor, a su llamada a la santidad en el ejercicio del sacerdocio. La llamada es suya, sin mérito nuestro, pero nos da la libertad de responderle. Y seguro que todos hemos experimentado que al decir a Dios sí, a su plan para ti, todo cambia.
Cuando libremente te decides a andar por sus caminos, consciente de que vas a caer mil veces para levantar otras mil y una, la vida cambia. Tienes ya un horizonte vital estable, porque Dios ha marcado tu hoja de ruta y hace contigo ese viaje de la tierra al cielo. Es muy ilusionante considerar la llamada al sacerdocio como el modo en que Dios quiere tu santificación, viendo que está siempre contigo, que no te deja nunca. Cada día que pasa, cada día que se acerca el gran día, estoy más seguro de aquel sí que le di a Dios, de cada sí, a veces tras mis muchos no.
Sacerdote por llamada de Dios que cuenta con mi respuesta, y sacerdote para servir a Dios y a los hombres en el ejercicio de un ministerio que se ha de ejercer con y como camino de santidad. Si el sacerdote no es un servidor pierde su esencia. Cada día le pido a Dios que me permita servirle a Él y a su pueblo santo y que ese servicio me vaya acercando cada vez más a Él, me vaya haciendo más semejante a Él, más santo, para que cuando me llame a su presencia pueda entrar en el gran banquete de bodas celestial. Me da pánico pensar que podría llegar a ser un sacerdote tibio, mediocre, un funcionario de las cosas eclesiales. De nuevo os pido, rezad para que sea un sacerdote santo. ¡Que nunca nos falten santos sacerdotes!
¿Cómo está viviendo tu familia y amigos este paso?
Mi familia y mis amigos lo están viviendo con una gran alegría, con gran ilusión. Es muy reconfortante sentir el cariño de tanta y tanta gente buena. La mayoría de ellos, cuando les di la noticia, exclamaron con alegría: “¡por fin! ¡Ya era hora!” La verdad es que han sido un apoyo muy importante para mí durante largos momentos de incertidumbre en mi proceso de formación. Dios sabe que les debo mucho, pues me apoyaron cuando ni yo mismo veía el camino. Él se los premie.
Pero no solo están ilusionados y contentos mi familia y amigos. También lo está mi gran familia de La Roda, donde estoy haciendo mi curso de pastoral. Te sientes especial y querido para ellos cuando ves ese brillo en los ojos de ilusión preparando la celebración, o preguntándote por ella, manifestando que les hacía mucha ilusión estar y que no se la perderían por nada del mundo.
Igual que todos ellos, familia y amigos, están ilusionados y felices por mí, yo también lo estoy al ver que ellos comparten mi alegría y van a estar conmigo en ese gran paso.
Ayer en la celebración, estuviste muy arropado
Gran parte de mi familia y de mis amigos estuvieron presentes y les hace mucha ilusión acompañarme en este gran paso.
Por la actual pandemia que sufrimos muchos amigos no pudieron estar, pero siguen rezando por mí y estamos unidos en la oración. Estuvieron presentes, lo sé y lo saben. Con las nuevas tecnologías intentamos paliar esas ausencias físicas. Muchos amigos de lugares como Cataluña, Palma de Mallorca, Toledo, Jaén, Pamplona… pudieron compartir conmigo este gran regalo del Niño Dios gracias a estas nuevas tecnologías.