10 de diciembre de 2023
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Hace unos días la Conferencia Episcopal aprobaba el documento “Enviados a acoger, sanar y reconstruir”. Un texto ante el drama de los abusos. Jesús Rodríguez Torrente es albaceteño y responsable del Servicio de Asesoramiento para las Oficinas de Protección de Menores y Personas Vulnerables de la Conferencia Episcopal Española. Hablamos con él sobre esta lacra social de los abusos.
¿En qué punto nos encontramos en este momento?
Estamos en un momento muy duro pero muy esperanzador. Un primer momento fue tomar conciencia de los abusos en nuestros entornos eclesiales, a darles el valor y la importancia que tenían. Pasamos del shock que supusieron las noticias, de la negación a la capacidad de poder pensar que podían ser ciertos. Hemos tenido que pasar de la prensa sensacionalista que buscaba la noticia y la dureza de esta, a poner en el centro las víctimas y ver caso a caso, a descubrir que no hablamos de números sino de personas. Estamos en un momento esperanzador.
¿Cuáles son los motivos de esa esperanza?
Primero porque somos más los que trabajamos desde el bien que los que hacen el mal. Que el mal no vence al bien pero que el bien exige la VERDAD Y LA JUSTICIA. Estamos haciendo frente a la verdad y a la búsqueda de la justicia con cada una de las víctimas y sus situaciones. En muy poco tiempo se han creado más de 240 oficinas de atención a víctimas, en todas las diócesis y en las congregaciones religiosas. En breve tiempo se han creado protocolos en todas las instituciones de la Iglesia y se han presentado en todos los centros educativos con entornos seguros y formas de tratar y denunciar los abusos. En muy poco tiempo se ha comenzado la formación amplia a todos. El año pasado se impartió formación a 22.000 formadores, catequistas y a más de 70.000 menores para que sepan detectar y como decir qué puede pasar. Se ha recorrido mucho camino y seguimos en ello.
¿Cómo se está trabajando en este campo de los abusos a menores?
Es un trabajo a varias bandas. Se trabaja con las víctimas y sus familias. Ahí el papel principal lo tienen las oficinas tanto en la valoración como el seguimiento y el acompañamiento. Hay una línea formativa que desde la Conferencia Episcopal llevamos tres años trabajando con la formación de los miembros de las oficinas, pero también con otros agentes. Por ejemplo, hemos convocados a los responsables de medios, a los jueces y tribunales, a los formadores y rectores de seminarios y noviciados, a vicarios generales y judiciales, ecónomos. Próximamente convocaremos a delegados de catequesis, educación y profesores de colegios. Poco a poco vamos ofreciendo un engranaje que conexione el trabajo y dé lugar a una verdadera prevención y atención a los menores. El último eje de trabajo es la información general. Y, actualmente, estamos tratando los modos de reparación integral.
Se habla de crear entornos seguros, ¿qué podemos hacer todos en línea de la prevención?
Todos los protocolos de prevención y actuación frente a los abusos tienen una parte que es el código de buenas prácticas o la creación de entornos seguros que debe desarrollarse según la actividad concreta. Es decir, el entorno seguro de un colegio es distinto de la catequesis o de un campamento de niños. Teniendo unas bases comunes se debe explanar en cada situación. Por eso, el protocolo de la CEE, de la Diócesis o de CONFER se debe aplicar, conocer y reconocer en cada ámbito. En ese entorno hay normas, como que todos los que trabajen con niños, cada año, presenten su certificado de no tener delitos sexuales, tener cursos de formación específica y conocer los indicadores de riesgos, sabiendo los mapas de vivencia de los posibles abusos. Es un proceso que nos exige a todos pedir formación, pedir que conozcamos qué está pasando y cómo podemos ayudar. No debemos tener miedo del tema. Hay que mirarlo de frente y ver cómo podemos ayudar a evitar y erradicar que esta lacra exista. Además, tristemente, es una lacra de toda la sociedad. Nosotros somos un punto pequeño pero que podemos alumbrar a toda la sociedad. Es muy preocupante las redes sociales, la pornografía que consumen los menores desde muy temprana edad y los abusos que ya se están dando de menores a menores.